Fueron establecidas como prioridad, pero las salidas de jugadores de la UD Las Palmas con contrato llevan estancadas desde que el club hiciera pública su lista de descartes con nombres y apellidos. A dos semanas del inicio de la competición la entidad amarilla ha incorporado a seis jugadores -Ale Díez, Loiodice, Clemente, Cardona, Pejiño y Robert, cuya llegada solo precisa de la confirmación oficial- y sólo ha conseguido llegar a un acuerdo de rescisión con Deivid Rodríguez.

El resto de los señalados, que son Mantovani, De la Bella, Raúl Fernández, Srnic, Tana y Christian Rivera, este último sumado a la lista después de que el Girona no tuviera que comprarle obligatoriamente tras no conseguir el ascenso, todavía forman parte de la plantilla y su desvinculación no parece sencilla.

Cada caso es distinto, pero en buena parte de ellos existe la posibilidad de que se queden en la plantilla por no encontrar una salida que convenga al jugador. No sería algo nuevo para la UD, que la pretemporada pasada tuvo que ver cómo futbolistas descartados como Pekhart o Mauricio Lemos tuvieron que quedarse.

Hace ya más de un mes que los jugadores descartados saben que el club quiere prescindir de ellos, pero poco o nada se avanza. Según reveló el presidente Miguel Ángel Ramírez en una comparecencia pública el pasado 11 de agosto, la decisión respondía a la pretensión de rejuvenecer la plantilla; que era, en definitiva, una cuestión deportiva, sin embargo, todos los miembros de la lista coinciden en ser de los mejor pagados del plantel -tras la marcha de Rubén Castro y con permiso de Araujo, que es el que más cobra-.

Además, a Pepe Mel, del que cabe recordar que el verano pasado insistió en infinidad de ocasiones en la conveniencia de que Mauricio -vendido al Fenerbahce turco la semana pasada por 1,5 millones- permaneciera en el equipo, y que contrariamente a lo que sucediera la pretemporada anterior no ha hablado desde que la UD comenzara la preparación el 10 de agosto, le gustaría poder contar con Mantovani y De la Bella, dos de los capitanes la campaña pasada y hombres de confianza del técnico madrileño.

Ambos comenzaron la pretemporada con normalidad -Mantovani tuvo que parar unos días por seguridad- y de momento carecen de ofertas. Como tampoco las tiene Srnic, descarte tanto del club como del técnico y que también empezó desde cero junto al resto de sus compañeros.

Más difícil todavía es buscar un destino a Raúl Fernández, lastrado por un cúmulo de despropósitos desde que en abril de 2019 se lesionara la mano y la rodilla de gravedad. Tras un par de recaídas, la última justo cuando iba a recuperar la titularidad después del confinamiento, el club anunció el pasado 15 de agosto que el meta vasco iba a pasar nuevamente por el quirófano tras "realizarse una evaluación del estado de su rodilla izquierda".

La salida de Tana puede que tampoco sea sencilla. La UD se encomienda a ganar el conflicto particular que tiene con el jugador y poder rescindirle a coste cero. Está previsto que el instructor que debe remitir sus conclusiones al club en cuanto a las pruebas aportadas por la entidad, recogidas a su vez por un detective que siguió al jugador durante meses, lo haga en las próximamente. Si se demuestra que Tana incumplió gravemente el código interno, Las Palmas podrá quitárselo de encima; si no, el isleño será miembro de pleno derecho de la plantilla.

En cuanto a Rivera, la UD espera poder colocarle nuevamente en un equipo de Primera División. Con contrato hasta 2022 -en dos temporadas sólo ha jugado cuatro partidos de amarillo-, la cesión vuelve a ser la mejor de las opciones del club para ahorrarse uno de los salarios elevados.

Los descartes, por su parte, no tienen prisa. Si no encuentran un destino apetecible, no tienen problema en quedarse. La UD trata de buscarles equipo, pero si no, deberá negociar rescisiones o mantenerlos. Esta vez, las entradas llegaron antes que las salidas.