A la UD Las Palmas le sonríe el VAR ante el Albacete

Rascó Las Palmas un punto del Carlos Belmonte para salvar el día y camuflar la incapacidad de su segunda línea para sacar por completo ella misma los partidos hacia delante. La UD, que compareció en Albacete sin Pejiño, Rober y Sergio Araujo, acompañado de una nueva revolución de ocho cambios, no consiguió acomplejar al cuadro manchego ni sentirse tan determinante como cuando están sus armas principales en el césped. Una sensación que se acrecentó con su problema a balón parado que casi le cuesta el partido, unido a la impotencia en su reacción cuando los mejores están fuera.

Y eso que todos esos planteamientos, todas las teorías y planes de partido trazados durante la semana estuvieron a punto de dinamitar a los 20 segundos de partido; de esos cambios, horas de refresco para los que más han jugado, descanso muscular. Un aviso de lo caprichoso del fútbol. Nada nuevo, pero le valió a la UD para recordar de qué va esto.

En su primera prueba, con 20 segundos en el reloj, Tomás Cardona la lió. Un mal despeje en un balón franco, una reacción lenta y un favor a deber a Eric Curbelo, que remendó su drama con un cruce vivo. Aquello le sirvió a Las Palmas para centrarse e intentar descubrirse en un once con ocho cambios con respecto al último día frente al Cartagena. Algo con cierta complejidad entre tantas caras nuevas.

Durante ese tramo, al Albacete le dio tiempo para asumir el balón y, a través de él, el control del partido. En ese escenario, la UD no desesperó en absoluto. Se agazapó el equipo de Pepe Mel con tranquilidad y un plan que ya se le ha visto otras veces en esta campaña: robar y correr. Ni corría peligro ni era capaz de llevarlo. Estaba en un punto donde no pasaba nada. Al menos aparentemente.

Al Albacete le valió poca cosa ponerse por delante, y lo hizo a balón parado, en otro desbarajuste de la defensa amarilla.

Porque cuando se asomaban Chema Núñez y Manu Fuster, las vibraciones del Albacete subían. Le costaba a la UD agarrar el balón, controlarlo, tener la suficiente presencia como para incomodar de verdad al equipo de López Garai. Encontró un hueco cuando Maikel Mesa, por delante de Fabio y Javi Castellano, se sentía útil como enganche, bien picando la espalda de los rivales o como soporte de alguna cabalgada. Poca cosa.

Tan poca como la que le valió al Albacete para ponerse por delante. El punto de inicio, para variar, una jugada a balón parado. Desde el córner, el Alba levantó una segunda jugada que contó con todos los ingredientes que hacen que la UD sea el equipo más goleado de la Liga SmartBank. Para empezar, un despeje con el pie ingenuo de Clau; le siguió una lentitud en el galope para sacar su línea del área; apuntaló el potaje con la facilidad que pone para ser peor que el rival en el salto –representado en Ortuño comiéndose a Javi Castellano–; y lo remató con una reacción nula para que ese balón llegara al remate de Fran García.

Le puso una vela al VAR la UD, pero ni eso le salvó de su inconsistencia. Blanda, una vez más, Las Palmas estaba por detrás en el Carlos Belmonte, colgada de nuevo por sus penurias atrás. No había hecho mucho más el Albacete para ir por delante, pero ahí estaba. De hecho, sin ocasiones, mandaba. Pero sí tenía algo: mantuvo a Las Palmas lejos de su área –ni un tiro entre los tres palos en toda la primera mitad– y se le lanzó al cuello cuando le puso ojos de cervatillo.

Ante ese escenario, con el 1-0 en el marcador y 45 minutos por delante, Mel no quiso especular ni perder el tiempo. Dos cambios para empezar la segunda mitad: Pietro Iemmello por Clau Mendes y Óscar Clemente por Javi Castellano.

De entrada, la cosa le funcionó. La UD, con el delantero italiano más activo como ancla, elevó su ánimo. Fabio se encargó de engordar y Clemente de darle continuidad, algo que le faltó a Las Palmas durante toda la primera mitad. Embotelló al Albacete, empezó a jugar en su campo, pero le faltó lo más importante: concretar ese momento.

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Liga SmartBank - Novena jornada: Albacete 1 - 1 UD Las Palmas

Porque el reloj siguió su camino y el partido se encaminó a la nada. Empezaron a caer faltitas, algún fuera de juego de dudoso curso, esa tarjeta que desespera y la sensación de que nada se iba a mover de ahí hasta el final. Aquel espasmo, fruto de las ganas tras pasar por el vestuario, se diluyó para devolver el electrocardiograma de la UD a una sucesión de líneas planas sin apenas picos.

Las Palmas entró en los últimos diez minutos sin haber probado aún a Tomeu Nadal. Cruzado ese punto crítico, la cabeza de Cardona cortó 82 minutos de vacío, de la manera menos esperada: a balón parado desde 40 metros.

Espoleó aquella acción a la UD y encontró con la suerte. Un boleto premiado por el VAR con las cifras del codo de Arroyo. Maikel Mesa cobró el premio y la UD sumó un punto para aliviar un partido poco convincente, que deja problemas para atajar.