Siete puntos de quince posibles. En la primera de las tres series de cinco partidos en dos semanas que establece el calendario de LaLiga SmartBank la UD Las Palmas empezó como un tiro y acabó estampada. Coincidió con el inicio de las rotaciones, esas a las que Pepe Mel acostumbró a todo el mundo en las últimas once jornadas del campeonato anterior, después del confinamiento, y el resultado global no fue el esperado.
Venía el cuadro amarillo de dejar buenas sensaciones generales tras la derrota inaugural en Leganés. En el primer partido de los últimos cinco, en casa frente al Almería, había confirmado ese buen hacer con un triunfo enorme ante uno de los equipos más poderosos de Segunda. Lo cimentó con un derroche físico encomiable, una presión casi constante y el acierto de Sergio Araujo, que tiró tres veces y marcó dos goles. Pero después, entre lesiones, sanciones y decisiones de Mel, esa UD Las Palmas desapareció.
Le dio todavía para vencer al Castellón a los tres días, en el primer partido del curso entre semana, pero sólo pudo decantar el partido claramente a su favor gracias a otra genialidad del Chino el único que repetía titularidad junto a Pejiño y Valles, y cuando entraron los jugadores más habituales con el partido empatado, como Álvaro Lemos o Sergio Ruiz. Rober, que había entrado antes, logró el tanto de la victoria.
Con un seis de seis en las primeras dos citas de la serie la UD vislumbraba un panorama alentador, pero nunca volvió a ser el equipo que desmontó al Almería. Frente al Cartagena sufrió el primer varapalo del curso, con el equipo a medias tras las lesiones de Araujo y Aythami y el descanso de Pejiño. El 3-0 fue excesivo, pero Las Palmas había dado un bajón.
Lo que vino después, los encuentros en Albacete y ante el Oviedo, fue lo peor que ha demostrado la UD en las diez primeras jornadas. En el Carlos Belmonte, tras una primera parte horrorosa y una segunda con más dominio ficticio que real, logró el empate in extremis gracias a una penalti que transformó Maikel Mesa, y el sábado pasado, ya con Araujo y Aythami de vuelta, aunque muy lejos de poder disputar 90 minutos en condiciones por sus recientes problemas físicos, el cuadro carbayón le pasó por encima.
Son varios los factores del declive, como la pérdida de intensidad producto del desgaste al que el técnico somete a los suyos en su nueva filosofía de juego, las lesiones producidas por el mismo motivo –Araujo, Aythami o Pejiño–, o los regalos defensivos –es el equipo más goleado, junto al Málaga, con 14 tantos–, pero la bajada de las prestaciones de Las Palmas se ha demostrado, sobre todo, con el bailes de nombres en una alineación que casi salía de carrerilla.
Con los siete puntos de quince, la UD, en una clasificación parcial de cinco jornadas, quedó decimotercera, a cinco del Lugo; a cuatro del Leganés; a tres del Espanyol, el Sporting y el Girona; a dos del Mallorca; a uno del Cartagena, el Albacete y el Almería; e igualada con el Rayo, el Logroñés, el Sabadell y el Málaga.
Teceros en 11 partidos
En otra temporada, en otro contexto, con otros jugadores y otros rivales, la UD se desenvolvió mejor en el mar de rotaciones. Tuvo que jugar dos partidos por semana y el dato es concluyente: si sólo hubieran contado las últimas once jornadas del curso pasado, tras el confinamiento, habría quedado tercera. Entonces sumó 19 puntos de 33, dos menos que el Fuenlabrada, uno menos que el Huesca y uno más que el Lugo y el Oviedo.
El propio Pepe Mel utilizó ese argumento para defender nuevamente los cambios en las alineaciones, entre otras explicaciones como el hecho de dar oportunidades a todos para mantener al vestuario enganchado o no sobrecargar en demasía a los jugadores, pero en esta primera serie no le fue bien. La próxima, entre el 22 de noviembre y el 6 de diciembre.
