Las instalaciones donde entrena la UD abrieron sus puertas a alguien ajeno al club después de 16 meses, el tiempo que la pandemia tardó en dar un respiro. Tras aquella reprimenda de Mel a los suyos tras la derrota en Gijón en marzo de 2020, el técnico y los suyos afrontan ahora la preparación del nuevo curso.
Un año y cuatro meses después, Barranco Seco abrió sus puertas otra vez a alguien ajeno a la UD Las Palmas. Pasaron 16 meses hasta que el búnker de la ciudad deportiva se abrió. Los estragos de la pandemia obligaron a cerrar a cal y canto las instalaciones, y aunque quizá pudieron abrirse antes, como sucedió en tantos otros sitios de España en cuanto el coronavirus dio algo de tregua, la seguridad tampoco sobró.
Fue casi como la primera vez. Pepe Mel, que siempre defendió la presencia no sólo de los medios, sino también del público, al menos durante una parte de los entrenamientos, dio la bienvenida antes de dirigir la cuarta sesión de trabajo en el tercer día de pretemporada. Presentes estaban el presidente Miguel Ángel Ramírez, el director deportivo Luis Helguera y el secretario técnico Tino Luis Cabrera, el trío que ha de confeccionar la plantilla definitiva.
Lejos quedaba la melina que el técnico dio a los suyos después de caer por 4-0 en Gijón frente al Sporting. Tras el sonrojo, en la segunda semana de marzo de 2020 el técnico dio una charla a los suyos a modo de bronca por la actitud y el desempeño que habían tenido en El Molinón. El efecto de la misma jamás pudo comprobarse, porque días después Barranco Seco cerró sin fecha de reapertura.
Días después de la reprimenda del madrileño la ciudad deportiva quedó cerrada para todo aquel que fuera ajeno a la UD Las Palmas, e inmediatamente después para todos, porque ese fin de semana ya no hubo Liga.
Cierre
El periodo de confinamiento obligado por el Gobierno de España paró el campeonato durante tres meses hasta que en junio se reanudó, pero no como antes. El Estadio de Gran Canaria se cerró para el público y sólo se abrió para un cupo de periodistas; Barranco Seco, por su parte, permaneció cerrado hasta que este miércoles la UD dio una tregua en un momento en que la pandemia ha dado un respiro gracias a las vacunas.
La sesión transcurrió como las anteriores, con ejercicios físicos mezclados con otros con balón. Unai Veiga y Erick Ferigra, los dos nuevos, parecieron integrados por completo en un grupo que todos los que lo componen se afanan por destacar por su sencillez y su compañerismo.
Los ausentes fueron los que tuvieron que pasar por las instalaciones del Hospital Perpetuo Socorro para pasar el reconocimiento médico: Pejiño y los filiales Sergio Simón y Alfonso Licera, este último, portero que entrena con el primer equipo porque Álex Domínguez se encuentra aislado hasta el final de la semana por haber dado positivo en covid-19.
La novedad principal del entrenamiento fue la presencia de Eric Curbelo, que minutos antes firmó su nuevo contrato con la UD, el que le une al club sólo por una temporada. Su renovación duró más de lo debido, pero al final sólo se perdió dos días de trabajo. Jesé, por su parte, se unirá al resto la próxima semana.
Son las pequeñas historias que dejó la reapertura de Barranco Seco. Por delante quedan cinco semanas hasta que el cuadro amarillo reciba al Real Valladolid en la primera jornada del campeonato -domingo 15 de agosto, 21.00 horas-. Un año y cuatro meses después, el búnker abrió sus puertas.
