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El gol del tanatorio por Manuel

Jorge Santana, presidente de la Peña Amarillos de Lanzarote, festejó el tanto de Mujica al Lugo junto al féretro de su padre | «Me inculcó que solo se puede amar el escudo de la UD»

Imagen del féretro de Manuel Santana, las coronas amarillas y el móvil de Jorge. | LP

Conocido como ‘Manolín El Chaval’ y que jugó con Germán Dévora en el Estrella Blanca, este pasional seguidor del club amarillo falleció el viernes en su domicilio de La Feria de un fallo cardíaco. A sus 81 años, deja de legado una manera muy especial de alentar a Las Palmas. Ni Chelsea ni Liverpool. Su hijo le hizo entrega de una camisa amarilla antes de cerrar el ataúd. «Desde el cielo ya lucha por el ascenso».

El corazón dejó de latir y su cabeza se orientó hacia el escudo de la UD Las Palmas de la manta azul con el escudo de sus sueños.Un alma, un equipo. La prenda con el ‘Pío, Pío’ le acompañó en esa travesía hacia el más allá. Manuel Santana González (Las Palmas de Gran Canaria, 81 años) falleció el viernes en su residencia de La Feria convencido de la conquista del playoff. Conocido como Manolín El Chaval, fue portero del Estrella Blanca y compartió vestuario con Germán Dévora, en los inicios de la leyenda.

La historia de Manuel es un caño a la muerte. Abonado y seguidor obsesivo, recurría al relato de UD Radio como credo irrenunciable. Las Palmas era su patria. Su hijo Jorge, lleva veinte años en Lanzarote con una empresa de publicidad. Es el presidente de la Peña Amarillos Lanzarote y está de luto. «En estado de shock».

El gol del tanatorio por Manuel | | LP

«Manolín solo era de la UD, la última conversación con mi padre fue el jueves noche y creía firmemente en el playoff. Por supuesto, hablábamos de Las Palmas, de fútbol, Viera y el talento de Pedri».

El presidente del grupo de animación lanzaroteño, y criado en La Feria, territorio del ‘21’, protagonizó una anécdota que supera los límites de la cordura. En el tanatorio, mientras velaba a su padre, de cuerpo presente -imagen de la izquierda-, cantó el gol de Mujica como si fuese el de Iniesta en Johannesburgo. «Grité: ‘¡Toma Rafita! Va por ti, papá’ Se agitó el cristal, voló todo lo que tenía encima. Manuel lo escuchó y me mandó a callar. Con esa sorna, me recordaría que ‘hasta que el árbitro no pite; esta misa no está dicha».

Jorge se disculpa. «Sé que no era el lugar más apropiado, pero tenía que disfrutar el momento. Me pertenecía. Aunque ya sabemos como acabó la cosa [2-2 ante el Lugo con el tanto agónico de Ramos]».

El gol del tanatorio por Manuel

No se borra de la cabeza la voz de su madre Gloria. ‘Manuel no se mueve’. El mismo teléfono por el que le relataban los tantos de Márquez, Prince, Vitolo o Jesé. Fue otra crónica exprés. El relato crudo de la muerte de un padre. Binter de la tierra de los volcanes a Gran Canaria y mucho papeleo.

Le bailan las anécdotas.No creía en el Big Data, la ciencia no entiende de locuras. «Lo tenía que llamar al descanso y al final de cada partido de la UD. Los paseos con su amada Gloria, mi madre, eran sagrados y coincidían con los encuentros. Ya por la edad, no quería castigarse. La muerte fue por un problema de corazón, era un sufridor. Su última voluntad fue un guiño a la esperanza: ‘Esto se levanta, la UD nunca se rinde. Este club es más que una religión’.

Manuel Santana trabajó en Tirma desde los 17 años, desde que la chocolatería tenía su sede en la calle República Dominicana. Germán le nombró en la presentación del libro del Maestro y conquistó su corazón. Era un fiel lector de LA PROVINCIA / DLP. «Jamás se perdía su cita con el diario». Era su droga, nada de tabletas o redes sociales. El papel es sagrado.

El gol del tanatorio por Manuel

Devoto de las narraciones de Pascual Calabuig, Segundo Almeida y Ruymán Almeida, la radio era su otro balón.«Nos inculcó que sólo hay un equipo y un escudo al que amar», incide Jorge. En su casa, un altar con ‘Pinito’ y un Piolín listo para jugar. Detrás del grito del tanatorio, se levantaba Manuel.

A la izquierda, Manuel Santana González -1ºi-, junto a sus hijos, Jorge y Sergio, y su mujer Gloria junto al Estadio de Gran Canaria. En la fila inferior de la imagen, las hijas de Jorge, Anya y Alba, y su esposa Pino. En la parte superior, el coche fúnebre que trasladó el cuerpo de Manolín a San Lázaro. La funeraria tuvo la cortesía, tras conocer el deseo de la familia, de dar una vuelta por Siete Palmas como tributo. Manuel, junto a Manuel Pablo y el ‘Turu Flores’, dos ex de la UD, de visita con el ‘Dépor’. |

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