Rober regresó a la UD el pasado mes de enero y hasta el domingo apena había aparecido. Echaron a Mel, su valedor. Le pillaron de fiesta, fue titular, luego suplente y finalmente héroe.
De titular a suplente y de suplente a héroe. Llegó a la UD Las Palmas como refuerzo en el pasado mercado invernal y no ha tenido el efecto esperado en el equipo. Se hizo un hueco en el equipo a las primeras de cambio y luego lo perdió, hasta que 11 jornadas después, por fin, dejó algo: el gol de la victoria en Ponferrada que provocó el éxtasis amarillo en el último segundo del partido. Era su primer tanto.
El extremeño estuvo atento para recoger el rechace del portero Amir tras un disparo fortísimo de Saúl Coco desde fuera del área para poner a la UD a un sólo punto de los puestos de playoff. Actuó durante toda la segunda parte, la que jugó, en la posición de delantero centro, lugar que García Pimienta confesó después tener planeado para él.
Quizá ahí haya encontrado un nuevo sitio que compartir con Armando Sadiku y Rafa Mujica –Jesé cuanta ya como extremo para el técnico–, porque hasta ahora el tanto de El Toralín su protagonismo había sido nulo.
Echaron a Mel, su gran valedor, y le pillaron de fiesta; titular en cinco jornadas, fue suplente en las seis siguientes
Llegó en enero después de que Pepe Mel, el entrenador de entonces, insistiera una y otra vez en su regreso a la plantilla. Incluso, participó directamente en las negociaciones para una nueva cesión. Había marcado ocho tantos el curso pasado y el equipo necesitaba no sólo sus goles sino también su movilidad. Era, en definitiva, un refuerzo en el que había unanimidad.
Sin embargo, todo cambió muy pronto para él. Primero vio como Mel, su gran valedor, fue destituido justo después del día de su redebut, el 22 de enero en Fuenlabrada (3-2). Ese mismo día el emeritense apareció en un vídeo junto a Óscar Clemente en una fiesta en el sur de la Isla, al mismo tiempo que el técnico conocía por parte del club que estaba despedido. Rober –y Clemente– tuvo que pedir perdón delante de todos en el vestuario, incluido el propio Mel.
Posteriormente, ya con García Pimienta, mantuvo la titularidad durante cuatro partidos, ante la Real Sociedad B, el Cartagena, el Burgos y el Zaragoza, hasta que la perdió por su bajo rendimiento. Contra el Lugo ni siquiera jugó, hasta que el domingo pasado, a la quinta vez que entraba desde el banquillo, por fin fue decisivo. Y por eso ahora está arriba en su montaña rusa particular.
