A la UD se le volvió a atragantar otro equipo de esos aguerridos, de los que tira más de físico que de talento. De los que comen choped antes que jamón serrano. No se le dan bien el Calerismo a Las Palmas, que con García Pimienta en el cargo sigue sin saber cómo vacunar al entrenador del Burgos y su filosofía conservadora que transmite el técnico a sus jugadores y que pone por bandera como la forma más idónea de jugar al fútbol. Algo que está en las antípodas del libreto del estratega del equipo amarillo.
Tres partidos lleva Pimi disputados contra su homólogo en el banquillo de los hijos del frío. Dos derrotas, la de la temporada pasada y la de la primera vuelta actual, ambas por dos goles en contra. Y el de ayer, el único empate. Al que hay que poner en valor dadas las complicaciones que suponer ir a la sala del dentista Plantío.
Solo el Tenerife y el Eibar han sido capaces de vencer en el feudo burgalés. Y aunque la condición de líder que ostenta la UD, con dos puntos sobre su vagón de perseguidores que conforman el Levante y el Eibar, le daba cierta prioridad para ser el tercer equipo que lograra la gesta, el punto cosechado ayer se debe ver de forma positiva.
Porque tampoco se puede obviar que en este tipo de terrenos y con las condiciones climatológicas con la que se presentaron los dos equipos anoche en Burgos son las propicias para un equipo que acostumbra a temperaturas cálidas. No es excusa, pero la historia suele decir que si hay climas gélidos, a la UD no le suelen salir bien las cosas y ayer con un grado en El Plantío y los guantes danzando por un verde, que solo tenía de verde el nombre, pues el tapete presentaba unas zonas quemadas que tampoco propiciaban el estilo de balón corrido de Las Palmas.
Aun así, y con las adversidades que le supone a la UD medirse a este estilo de equipos que esperan atrás para matarte a la contra, el conjunto insular fue capaz de llegar a portería hasta 12 veces, de las cuales tres fueron por dentro de los tres palos.
Aguantó el tirón Churripi ante la artillería insular. Marc cayó a banda y Loren, que debutaba con la elástica amarilla lo intentó dos veces, una de ellas con un intento de vaselina desde fuera del área. Jony engatilló cinco tiros; Fabio desde lejos; Enzo cuando se puso chupón en el tramo final y tiró en vez de continuar el juego a la banda para mayor peligro; la última de Clemente, cercana al palo... y las dos de Moleiro, de la que una se fue al palo y como él mismo admitió, la vio «dentro».
Ese zarpazo del 10 hubiera supuesto la mejor de las vacunas para el Calerismo. Ese modus operandi que han llevado a cabo equipos poco atrevidos como el Zaragoza en la primera jornada; el Racing por partida doble; el Huesca cuando pilló desprevenida a la UD; el Ibiza en la primera vuelta; y hasta el Alavés en Vitoria, del que tampoco hay que perder de vista.