Palco 37

Un sol de justicia y una roja injusta

La afición de UD Las Palmas resiste bajo un sofocante calor para contemplar la cuarta derrota consecutiva de su equipo

La afición al sol en un lance del partido UD-Sevilla

La afición al sol en un lance del partido UD-Sevilla / José Carlos Guerra

Fernando Canellada

Fernando Canellada

Un sol de justicia. Lo único justo a la vista de lo ocurrido en el estadio Gran Canaria. El calor, el solajero ajustició a una afición leal y resistente hasta el segundo gol. Más no se puede pedir. Quedaban escasos minutos para el final y se acercaba el reloj al 95 cuando lo habían visto todo y buscaban un refrigerio o una sombra. Aplauso a esta afición amarilla curtida bajo el astro rey en Siete Palmas.

De la justicia divina tampoco conviene hablar. El director general de Las Palmas, Patricio Viñayo, se inclinaba a creer que el obispo de Canarias, José Mazuelos, sevillano de Osuna, favorecía el juego de los visitantes, más que su auxiliar, Cristóbal Déniz, monseñor de Valsequillo y confeso seguidor de la UD, ambos en el palco, que no en el terreno de juego. Sobre el césped, los del prelado titular canariense pudieron más que los del auxiliar. Johan Cruyff no se persignaba al saltar al campo y su argumento era que, si también lo hacía el contrario, había riesgo de empatar. El holandés siempre quería ganar.

Justicia divina

Aunque la justicia divina no separa a dos hermanos en el episcopado, lo hizo la terrena. La justicia arbitral ha sido la decisiva. Mejor dicho, y con más claridad, una injusta tarjeta roja del colegiado con el despropósito del VAR.

Moleiro se lamente tras un gol del Sevilla.

Moleiro se lamente tras un gol del Sevilla. / José Carlos Guerra

La crisis de resultados de la UD llega en este tramo final, aunque hay puntos para mantener la calma. Y que se juega mejor con 10 que con 11 es una original frase de Helenio Herrera. Nada más. Los amarillos sufrieron el bochorno y la superioridad numérica de los visitantes. Mal día para cautivar al seleccionador Luis de la Fuente con el toque de los artistas de Las Palmas. Moleiro dejó destellos de su filigrana y poco más. Neuronas y músculos sufren con las altas temperatura y Kirian acusó los golpes de calor.

En fin, el colega gijonés Daniel Rodríguez, activo en la Cope en tiempos de José María García, recordaba en el Palco 37 una máxima del extremeño Ciriaco Cano: «El entrenador a lo único que ayuda es a perder un partido». Nunca hay que despreciar el consejo de un veterano sabio del balompié.

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