Según explican los vecinos, eran una pareja normal. Rosario, de 55 años, se mostraba contenta porque su marido le ayudaba en las tareas de casa, mientras ella se recuperaba de una operación de espalda. Esta madrugada, su hijo Adrián, de 18 años, la encontraba muerta, cosida a puñaladas, al volver a casa. Poco después, encontraban a su padre, también fallecido. Se había tirado desde la azotea del edificio después de cometer el crimen. Valeriano tenía 57 años. Los vecinos no se explican qué pudo motivar tal comportamiento.