Creo que al primero que se le escuchó en público fue a Rodrigo Rato. Vino a decir algo así como que para ser ministro de Economía no había que tener hermanos. En aquel momento, el vicepresidente del milagro económico del Gobierno de Aznar soportaba las censuras políticas por los negocios de su hermano Ramón, Monchi, que atravesaban dificultades financieras pero que, cuando menos, de forma inquietante, encontraban facilidades en los bancos.

De de los negocios de los hermanos no se libró ni Franco. El asunto del aceite de Redondela, uno de los más graves escándalos financieros en aquella España en desarrollo, afectó de lleno a Nicolás Franco Bahamonde, hermano del anterior Jefe del Estado. La turbia solución, tras cuatro muertes (se suicidó el ingeniero que denunció la desaparición de los cuatro millones de kilos de aceite de oliva almacenados como reserva estatal, tras matar a su esposa e hija; y el secretario de Nicolás Franco fue hallado muerto en la cárcel de Vigo) provocó un seísmo político que el impenetrable general se tragó con la frialdad acostumbrada.

Más cerca en el tiempo, los socialistas sufrieron a los hermanos Guerra. Alfonso, temido y todopoderoso vicepresidente, asistió a su linchamiento y desgaste políticos por los negocios, entre otros, de su hermano Juan en la Delegación del Gobierno de Sevilla. Alfonso Guerra salió del Ejecutivo, se distanció de Felipe González y pasó a un segundo plano en el PSOE, pero sobrevivió como diputado en el Congreso, aunque siempre bajo la alargada sombra de la familia.

Aparece en los “papeles de Panamá” como integrante de la sociedad Uk Lines Limited en Bahamas Luis Alberto Soria, un hermano del ministro y presidente del PP de Canarias José Manuel Soria. Se ha sabido también que la familia había creado al menos dos sociedades en Reino Unido, entre ellas The Montcalm Oil and Trading Company Limited, y ésta cuando su hermano ejercía en España con mano firme como ministro de Industria y Energía. El líder popular canario que invoca el “error” para apuntalar su defensa, acumula indicios y pruebas (hasta en Jersey) que le implican por sus fraternos negocios. Trata de resistir en medio del vendaval de la corrupción nacional que zarandea a un PP sin mayoría y sin apoyos para gobernar.

El político conoce, y José Manuel Soria en carne propia de manera especial, que es examinado en su vida, en la pública y en la privada, para mostrar al desnudo sus incongruencias y sus errores. Con hermanos o sin hermanos, uno es lo que hace no lo que dice. La experiencia histórica obliga a preguntarse si es necesario volver a recordar lo elemental.