La reforma del sistema electoral canario es impracticable. Así lo demostraron ayer en el Parlamento socialistas y PP durante la segunda sesión del Debate de Nacionalidad, en la que se sometían a votación las propuestas de resolución de los diferentes grupos. Dos iniciativas que perseguían la reforma -una del PSC y otra de los populares- acabaron neutralizadas ante el regocijo de la minoría nacionalista, que mantiene bajo siete llaves el régimen actual, el mismo, con mínimas variaciones, en vigor desde hace casi treinta años. Las relaciones entre los dos grandes partidos de ámbito estatal es tan enconada que lo ocurrido ayer con esta vieja reivindicación, sobre todo grancanaria, permite aventurar que CC será otra vez clave de la gobernabilidad en la próxima legislatura, salvo que el Parlamento se airee con la presencia de nuevas fuerzas política.

Los populares presentaban una iniciativa "en defensa de un sistema electoral justo" apenas con un enunciado y sin mayores condiciones que esta: "reequilibrar el valor del voto entre el criterio de proporcionalidad (ciudadanos) y el criterio de territorialidad (islas)". No había más. La propuesta de resolución del PSC era más explícita, sobre todo teniendo en cuenta que una iniciativa reformadora suya se encuentra empantanada en la Cámara y decaerá irremisiblemente ante el inminente final legislativo: "El Parlamento -señala la iniciativa socialista- lamenta que durante esta legislatura no se haya aprobado una reforma electoral que, al menos, rebaje las barreras electorales al 5% de los votos válidos emitidos".

Ni la una ni la otra

Pero ni los socialistas apoyaron la reforma propuesta por el PP ("ha tenido tiempo desde el Gobierno durante todos estos años de llevarla a cabo y no lo ha hecho", dijo el portavoz del PSC, Hernández Spínola), ni los populares hicieron lo propio con la iniciativa socialista alegando que su alcance es muy poco ambicioso y no corrige el problema de base. Curiosamente el problema de base lo situó exactamente Hernández Spínola: en las elecciones de 2007, el voto de 150.000 ciudadanos no sirvió para nada, no logró tener reflejo en la Cámara. Ambos partidos se neutralizaron y Canarias cierra otros cuatro años sin que se sepa si la reforma será posible algún día.

En medio de ambos partidos, CC, que no quiere ni oír hablar de reformar el régimen electoral basado en las tres paridades (islas menores frente a mayores, interprovincial y entre islas mayores), sigue parapetada en las dificultades de llevar a ley el equilibrio entre territorio y voto ciudadano, hasta el punto de coquetear con la posibilidad de crear una segunda cámara (territorial).

Claro que el PSC tiene toda la razón cuando se queja de que los populares renuevan cada cuatro años, con ocasión de las elecciones, su compromiso de reformar el sistema, pero que lo olvidan inmediatamente cuando hay que firmar un pacto y repartirse el poder con los nacionalistas. Y claro que el PP también tiene razón cuando acusa a los socialistas de haber renunciado a una reforma ambiciosa que rompa con el desequilibrio entre un votante herreño y un votante grancanario (o tinerfeño). Lo hizo cuando pactó una reforma estatutaria con CC que decayó en las Cortes.

La conclusión: otros cuatro años perdidos, aunque los socialistas prometen volver a la carga nada más empezar la próxima legislatura.