Repsol asegura que Paulino Rivero dio el visto bueno a las prospecciones petrolíferas en aguas Canarias "a pesar del posible efecto electoral negativo que le podría reportar". La compañía emitió ayer un comunicado en el que sostiene que el jefe del Ejecutivo regional "valoró positivamente" su proyecto de exploración e inversión en las Islas, en una reunión mantenida el pasado 6 de marzo en la sede de Presidencia, en Santa Cruz de Tenerife. La petrolera prosiguió así con la escalada de tensión en el enfrentamiento que mantiene con el Gobierno autónomo a cuenta del Real Decreto con el que el Estado, ese mismo mes de marzo, le autorizaba a realizar prospecciones junto a las costas de Fuerteventura. Desde Presidencia, en cambio, se niega "rotundamente" la afirmación de la empresa, y se califica de "absurdo" que Rivero se mostrara conforme con la explotación de crudo.

La guerra es totalmente abierta entre la compañía y el gabinete de Coalición Canaria y los socialistas, y tiene sus episodios álgidos. Este mismo martes, tres altos directivos de Repsol (que visitan las islas para entrevistarse con distintos interlocutores) presentaron en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria sus planes de futuro para el Archipiélago, con el fin de sensibilizar a la opinión pública sobre los beneficios de las prospecciones. El encuentro no fue pacífico.

Falta de rigor

En el mismo acto, el comisionado para el Desarrollo del Autogobierno y las Reformas Institucionales del Ejecutivo canario, Fernando Ríos, y el director general de Protección de la Naturaleza, José Fernández, espetaron a los ejecutivos (entre los que se encontraba Javier Moro, director de la Unidad de Negocio para España) que no eran rigurosos con la información que difundían. Poco más o menos lo que repitió este miércoles el Gobierno regional en una nota en la que acusaban a Repsol de "falsear" los datos de los sondeos. En esa réplica, la administración autonómica desmintió a Moro, y aseguró que no se habían producido encuentros entre la compañía y los cabildos de Lanzarote y Fuerteventura (con gobiernos nacionalistas) para abordar las exploraciones.

La petrolera, en realidad, lo que hizo ayer fue contestar a estas acusaciones en una nueva vuelta de tuerca, comprometiendo directamente a Rivero. El pasado 6 de marzo Repsol anunció al término de su encuentro con el presidente (a las 9.00 horas) que el petróleo traería a las Islas 9.000 millones de euros de inversión y 52.000 empleos. "No vamos a hacer nada contra los intereses de los canarios", manifestó entonces el presidente ejecutivo de la firma, Antonio Brufau. Fuentes del Gobierno definieron entonces el encuentro como "de guante blanco", y filtraron un "no rotundo" a las prospecciones. Tres horas después (a las 12.00), el Parlamento canario aprobó una resolución en contra de los permisos, que defendió en la cámara el propio Rivero, y que autorizaba "todas las acciones necesarias" para paralizar el expediente impulsado desde el Gobierno central del Partido Popular.

Repsol afiló en su último comunicado la respuesta a las acusaciones del Ejecutivo canario, con una carga de profundidad: calificó de "sorprendente" la "actitud pública" de sus dirigentes, "máxime", teniendo en cuenta que Rivero " valoró positivamente dicho proyecto", a pesar del posible castigo electoral.

"Tamaña mentira"

Presidencia contraatacó ayer de inmediato, y tildó de "tamaña mentira" el discurso de la empresa. "Obviamente, esto es rotundamente falso. Preguntando a Brufau se habrían ahorrado hacer el ridículo con un comunicado absurdo", indicaron fuentes del Ejecutivo.

Para elevar aún más la temperatura del pleito público, en estos días el PP pidió la dimisión del presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés (CC), por atacar las prospecciones en una charla que dio en Washington. Desde la Corporación conejera se ha invitado a Repsol y al ministro de Energía, José Manuel Soria, a un debate "con luz y taquígrafos".

Mientras, Repsol (con una licencia con la que prevé invertir 200 millones en los próximos tres años y medio para buscar petróleo) ha anunciado que sólo realizará dos sondeos en este tiempo, y que "lo normal es que hagamos las prospecciones y nos vayamos", porque no encuentran nada que extraer.

La petrolera también recordó en su nota de ayer que en todas sus operaciones "aplica las mejores prácticas y recomendaciones dentro de los estándares más exigentes de la industria, y cumple estrictamente con todas las regulaciones medioambientales y de seguridad". Pero esto no tranquiliza mucho en la administración regional, desde dónde se sostiene que "la compañía persiste en difundir datos sobre creación de empleo, beneficios económicos y garantías de seguridad ambiental que no pueden ser confirmados con ningún dato objetivo".

De momento, lo único que falta en la escena es petróleo. Marruecos ya ha detectado en sus primeros sondeos un crudo de "razonable calidad, ligero", según dicen en Repsol, que de atinar con los yacimientos podría obtener entre 300 y 400 millones de barriles.

Eso, según la propia firma, en un discurso en el que resulta difícil encontrar verdades ciertas para todos los actores. La confrontación esta semana ha sido epistolar, pero ya ha tocado todos los palos. Desde el discurso político a campo abierto (a veces, en un marco institucional, como en la celebración del Día Mundial del Turismo en Maspalomas, semanas atrás, y con sendas alusiones de Rivero y Soria al hidrocarburo) hasta las acciones judiciales (suerte que, de momento, favorece a Repsol con las resoluciones del Tribunal Supremo ante las denuncias de las instituciones canarias). El Gobierno autónomo ha trasladado su disconformidad con los sondeos hasta la órbita de la ONU, en una queja quizás más efectista que efectiva, pero que ilustra perfectamente la enjundia de la batalla.