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Entrevista

Saulo Sarmiento: "Mi padre compró un mapamundi para marcar los países a los que voy"

"Lo que hago no me da miedo, pero sí respeto y por eso antes de subir a las alturas caliento durante una hora", afirma el acrótaba

El acróbata grancanario lleva su actuación, creada por él mismo, a diferentes lugares del mundo.

Acróbata, bailarín o artista. ¿Cuál es el calificativo que mejor le define?

Me considero acróbata solista porque tengo mi propio número. Elijo a dónde voy y no dependo de nadie.

El Pole Dance

Fui uno de los primeros chicos que empezó a practicarla. De hecho, me han dado nueve premios por mi número, como la medalla de bronce del Festival Mundial de Cirque de Demain o el Trofeo del Circo del Sol, donde, además, introduje esta disciplina. Y no solo lo hago en el suelo, sino también en el aire. Cuando tenía 12 años vi un dvd del Circo del Sol y pensé "yo quiero hacer eso". Me apunté a un gimnasio en Las Palmas de Gran Canaria y de la mano de José Luis Sánchez empecé a hacer acrobacias.

¿Fue fácil abrirse paso en este campo?

No, porque no hay mucho apoyo ni escuelas y las que hay están más bien enfocadas a la gimnasia deportiva y a la competición. De hecho, ahora mismo solo conozco una escuela de circo en Gran Canaria y otra en Tenerife. Por eso con 17 años me fui a Madrid y luego a París, donde sí que hay muchas escuelas y apoyo a los artistas. Allí el coreógrafo italiano Giuliano Peparini me abrió muchas puertas.

Y cambió su vida.

Hice muchos contactos y aprendí a hablar francés e inglés. Tuve mucha suerte, porque empecé a trabajar con uno de los hombres más importantes en París, Peparini, que me vio condiciones. Luego creé mi propio número, que es único, por utilizar la barra en diferentes ángulos y poder volar con ella. Y todo, como mi presencia en festivales o la consecución de premios por originalidad, fue surgiendo solo.

¿No tiene miedo a volar sin seguridad?

Me da respeto, pero miedo no tengo, porque de lo contrario no podría hacer mi trabajo. Antes de subirme a las alturas, y más sin seguridad, caliento al menos una hora concentrándome con ejercicios de yoga y haciendo estiramientos para salir al escenario supertranquilo.

Su habilidad le permite viajar por todo el mundo. ¿Lleva la cuenta de los países visitados?

Creo que hago más horas que un piloto. No llevo la cuenta, pero mi padre compró un mapamundi que ocupa toda una pared y pone fotos en los países a los que voy. Así sé dónde he estado, aunque más bien sé qué países me faltan aún. Llevo siete años sin parar. Soy ciudadano del mundo y siempre estoy viajando con mi maleta, el palo y el material acrobático.

Ahora ha apostado por mostrar su talento en la televisión, en la versión británica de Got Talent. ¿Se esperaba la repercusión que ha tenido su paso por este programa?

No me apetece mucho ir a programas porque son muy realities. Estoy acostumbrado a hacer mi trabajo sin dar detalles de mi vida, pero desde hace cuatro años he visto que si pongo un vídeo en internet mucha gente copia las ideas. Y para que me copie la gente prefiero ir yo como el original. Pero es que además son los mismos programas los que invitan a profesionales, no solo a mí, para aumentar el nivel de la edición. Pasé a la semifinal, pero por una lesión no he podido ir a grabarla. La verdad es que no esperaba tener tanta repercusión. Es muy buena promoción y me han salido muchos trabajos.

Su agenda, además, apenas le permite descanso. ¿En qué otros proyectos trabaja?

Tengo varios contratos al mismo tiempo y estoy formando a dos chicos ucranianos para que me cubran. Estoy en medio de una gira por Latinoamérica que paré por la lesión. Por eso estoy en Canarias recuperándome. En septiembre empiezo a participar en un dinnershow en el teatro Europa Park, en Alemania, y tengo proyectos de futuro con el Circo del Sol, donde ya he trabajado.

¿Pero es fácil encontrar a alguien que llegue a hacer lo mismo que usted?

Es difícil, porque mi número lo creé para mis condiciones físicas. Es decir, he hecho un producto adaptado a mí. Pero he tenido suerte con estos chicos, porque también tienen buenas condiciones y les formo para que lleguen al nivel.

Hacer esas acrobacias requiere mucha disciplina. ¿No es duro llevar un nivel de vida así?

Requiere una dieta estricta y mucho entrenamiento. Como siempre lo he hecho, estoy bastante acostumbrado. Por eso, cuando puedo saltarme un poco la dieta disfruto más que si me la estuviera saltando todo el rato. Lo peor, sin duda, son las lesiones.

¿Proyecta abrir en el futuro una academia en las Islas?

Por ahora no. Es mejor seguir pensando en clave internacional que estancarme en un sitio. Pero no descarto volver a Gran Canaria y crear un centro para que la gente no se tenga que ir tan lejos como yo.

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