Los vecinos de La Garita, en el litoral del municipio de Telde, miraron ayer al cielo justo un año después de las lluvias torrenciales que afectaron a la localidad.

Junto a la playa, los empleados de bares y restaurantes, prácticamente desiertos, se afanaron en preparar los establecimientos ante las pronosticadas precipitaciones. La pizzería La Sabbia sufrió las peores consecuencias de la riada a finales de octubre de 2015, con la inundación total del sótano.

"El agua llegaba hasta el techo del garaje y las neveras salieron flotando por la puerta", relató Julio Falcón, de 41 años. Aunque por entonces no trabajaba en el negocio, es vecino de Telde y, además, su hermana vive justo enfrente del local.

Tras la experiencia del pasado año, Rafael Falcón y un compañero trataron de prevenir las consecuencias de las posibles lluvias en el establecimiento con el sellado de las ventanas a ras de suelo con placas de plástico o la limpieza de las alcantarilla, aunque "contra el agua poco se puede hacer. La riada se llevó todo, incluso los coches, partió la carretera y desapareció la playa", apuntó el empleado de La Sabbia.

Pese a las advertencias institucionales, numerosos vehículos continuaron estacionados ayer en los cauces de los barrancos de Telde y otros municipios de Gran Canaria en plena alerta meteorológica.