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Hitler infiltró a unos 2.000 alemanes en Canarias para un operativo de invasión

Un informe desclasificado de la agencia de inteligencia británica revela que en 1940 los colaboradores estaban en las Islas a la espera de las órdenes del dictador

Franco y Hitler se saludan antes de subir al tren del führer en la estación francesa de Hendaya en octubre de 1940.

Hitler quiso invadir Canarias. Los servicios de inteligencia británicos confirman que el dictador nazi ejecutó una invasión silenciosa sobre el Archipiélago. Un informe secreto desclasificado revela que en 1940 había una comunidad germana bien organizada, de unas 2.000 personas, a la espera de instrucciones ante la posibilidad de que el führer diera la orden de obtener el control de una o más islas "desde dentro" y asestar, así, un golpe al régimen de Franco.

Documentación oficial del entonces Gabinete de Guerra, propiedad del Gobierno de Su Majestad Británica, pone al descubierto las pretensiones de Hitler sobre Canarias. La seguridad y defensa del Archipiélago estaba en jaque en plena Segunda Guerra Mundial, que estalló en 1939 entre la coalición denominada Eje, integrada por Alemania (Tercer Reich), Italia y Japón; y las potencias aliadas, constituidas por Francia, Gran Bretaña y URSS (antiguo imperio ruso). La contienda mundial se prolongó hasta 1945.

Alemania estaba interesada en que las Islas no cayeran en manos del enemigo e incluso en utilizarlas como bases para sus propias fuerzas navales en caso de que el desarrollo de la guerra acabara involucrándolas de lleno en el conflicto, asegura el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Díaz.

Los alemanes no eran los únicos que sopesaban tomar Canarias. Al mismo tiempo, a mediados de 1940, los ingleses planeaban apoderarse de, al menos, Gran Canaria y Tenerife. Ninguno de los dos países llevó a la práctica sus planes, pero sí maquinaron la ocupación.

Conferencia de Hendaya

El 23 de octubre de 1940 tuvo lugar la histórica entrevista entre Hitler y Franco en la estación francesa de Hendaya. En su tren oficial, el canciller alemán dijo sin ambages que Canarias, por su posición geoestratégica, era una pieza clave en la batalla del Atlántico. En el cara a cara, Hitler expresó su deseo hacia las Islas, con el pretexto de dar respuesta a un posible ataque británico, si fracasaba el asalto a Gibraltar.

Alemania aspiraba a crear un gran imperio colonial en África central, para cuya defensa sería de gran utilidad Canarias, sostiene el historiador, que añade que el temor a que fueran ocupadas preventivamente por británicos o norteamericanos, especialmente si se atacaba Gibraltar, planteó la conveniencia de ocupar una de ellas, concretamente Gran Canaria, tras "ser cedida pacíficamente por España".

Sin embargo, Franco, que no ocultaba sus simpatías por el Eje, se resistía a entrar en la guerra y se mostró reticente a ceder una o varias islas. Entonces se puso sobre la mesa la necesidad de asegurar al menos la defensa de Canarias. Y en eso también chocaron ambos dirigentes, ya que España decía que bastaba con sus propias fuerzas militares, mientras Alemania apostaba por desplegar unidades para reforzar la seguridad.

Justo en las mismas fechas de la Conferencia de Hendaya, los británicos investigaban los planes de los germanos en las Islas. Un grupo de agentes se desplazó al Archipiélago para sondear en qué punto estaba la situación y dejaron constancia de ello en un documento, que data del 11 de diciembre de 1940, en el que se analiza una posible acción alemana en el Atlántico y se centra en Canarias. En el informe del Subcomité Conjunto de Inteligencia, desclasificado ahora, se deja claro que debía ser "guardado bajo llave", dado que contenía información muy sensible. El texto lo suscriben los agentes Cavendish, Stephens, Beaumont Nesbitt, Boyle y Hatton y va destinado a un brigada apellidado Menzies.

El informe confidencial, avanzado por ABC, apunta que los soldados británicos fueron instruidos por sus superiores para informar sobre la probabilidad de un intento alemán de obtener el control de Canarias y examinar los informes sobre que tal medida estaba contemplada en un futuro próximo.

Los agentes relatan que a finales de octubre de 1940 existía un estado de tensión en las Islas y se esperaba una crisis. En vista de la maltrecha economía -tras la Guerra Civil acabada un año antes- y de ciertos indicios de "disconformidad y desafección con el régimen" de Franco, "esta crisis probablemente se habría limitado a los asuntos internos". Además, los espías observan "una considerable actividad militar en los últimos meses". Se han enviado municiones a las Islas, se han acelerado los trabajos de defensa y se han confirmado informes de incrementos en la guarnición, en parte por el envío de tropas desde la Península y Baleares".

La estimación del agregado militar de Reino Unido en Madrid cifró en 10.000 hombres el despliegue que había en Canarias, pero los agentes británicos señalaron que algunos informes indican que "esto puede ser una cifra demasiado baja". Asimismo, reconocen que "la moral" entre las fuerzas españolas "es baja y se han producido cambios recientes entre algunos altos oficiales del ejército".

En su investigación describen incluso el número de aeronaves españolas disponibles en las Islas: 24 bombarderos en el aeropuerto de Gando y 28 cazas. A los que se sumarían otros 23 bombarderos en Río de Oro, en Cabo Juby (Sahara).

Asimismo, el archivo hasta ahora reservado desvela un viaje a las Islas del ministro del Ejército español, el general Enrique Varela, acompañado por el jefe de Estado Mayor del ejército, el general Martínez Campos, a principios de noviembre. Su objetivo no era otro que corroborar que Canarias tenía los medios suficientes para su defensa y demostrar a los alemanes que "deben mantener sus manos fuera de esta parte del mundo", según los agentes en su informe para evaluar la capacidad de resistencia de España de un ataque británico sobre las Islas.

Igualmente, trasladan a sus jefes que el número de alemanes en las Islas asciende a unos 2.000 y, de ellos, "un cierto número han llegado recientemente por aire". Una invasión silenciosa. La colonia germana estaba "bien organizada". De hecho, apuntan que, aparte de disponer de estos colaboradores, los alemanes contaban con barcos en los puertos, por lo que era posible que intentasen asumir el control de una o más islas "desde dentro, particularmente si algunas de las autoridades locales han sido sobornadas por adelantado". De este modo, los británicos sospechaban que Hitler trató de dar un golpe al régimen de Franco "desde dentro" de la sociedad canaria y con agentes alemanes especializados.

"Si bien estos alemanes deben ser considerados un peligro potencial, no hay pruebas de que las Islas estén siendo preparadas para la incautación por las fuerzas del Eje", advierten, no obstante, en sus conclusiones, en las que subrayan "los riesgos inherentes a la operación", ya que toda actuación alemana para apoderarse de las Islas debía ser totalmente marítima y estaría sin apoyo aéreo. Entre otros factores, las complicaciones tácticas que suponían una ofensiva en las Islas hicieron que Hitler finalmente desistiera de invadir Canarias.

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