Entrevista | Manuel Sánchez Periodista, autor de ‘Zapatero, el legado progresista'

Manuel Sánchez: «Para la Iglesia, el auténtico ogro en el Gobierno de Zapatero fue López Aguilar»

En el 20 aniversario de la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero en 2011, el periodista Manuel Sánchez (Cáceres, 1967) revela en ‘Zapatero, el legado progresista‘ la trastienda de las políticas progresistas y polémicas de los dos mandatos del líder socialista, y cómo este legado cambió la sociedad española. Leyes en muchas de las cuales fue protagonista el canario Juan Fernando López Aguilar como ministro de Justicia

Manuel Sánchez delante de la puerta del Congreso.

Manuel Sánchez delante de la puerta del Congreso. / La Provincia

¿Zapatero es un personaje que está de moda?

 Se ha puesto de moda a raíz de las elecciones del 23-J, cuando irrumpe en campaña además con algo que no había hecho antes y es reivindicar que ETA se acabó durante su gobierno. Eso lo puso en órbita, porque como expresidente siempre ha estado en segundo plano, bastante fuera del juego político. Pedro Sánchez ha seguido tirando de él, y 20 años después de su llegada al gobierno se ha convertido en un activo del PSOE y del actual Ejecutivo.

¿Qué es lo que se cuenta en este libro sobre aquella etapa?

Fundamentalmente, cómo transcurrieron aquellos hechos políticos que convirtieron a España en una referencia mundial de las conquistas ciudadanas en cuanto a derechos civiles, la opinión de quienes participaron en esos acontecimientos, y la cocina de cómo se decidieron y se llevaron a cabo. Hay muchas anécdotas en ese sentido. Un apartado interesante del libro es la narración de cómo las importantes y novedosas medidas que aprobó Zapatero en ese época las ha asumido con una normalidad increíble la sociedad española sin que ahora se tenga mucha conciencia de dónde vinieron.

¿En términos sociales, qué significaron aquellos avances?

Zapatero pasará a la historia por haber impulsado en este país los derechos sociales y civiles, y eso es indiscutible. Aprobó la primera ley contra la violencia de género, que fue la primera que llevó al Congreso su Gobierno y que todavía en la ONU es referente para los países que quieren aplicarla; creó la segunda ley en el mundo sobre el matrimonio de personas del mismo sexo con derecho a adopción; el divorcio exprés; la primera ‘ley trans’; una ley de memoria histórica, totalmente inédita en España; la primera ley de igualdad que obligaba, entre otras muchas cosas, a las listas cremallera en las elecciones... Fue un salto cualitativo de la profundización de la democracia en España hacia un terreno no explorado hasta entonces por los gobiernos anterior, tampoco el de Felipe González, que obviamente tuvo otras prioridades. Zapatero cambió incluso con ello la forma de hacer política.

¿La etapa de Zapatero fue una reivindicación de la socialdemocracia más ética y social tras los polémicos últimos años del Gobierno de Felipe González?

En el ámbito de la filosofía política, él puso en práctica el llamado ‘republicanismo cívico’ que teoriza de Philip Pettit. Era un sistema de ‘no dominación’ que estaba lejos de la Tercera Vía’ de Tony Blair y también del socialismo más clásico de González. Zapatero es un socialdemócrata convencido pero también le dio al socialismo un lustre que le faltaba en los últimos años. Por ejemplo eso se ve en la reivindicación del feminismo, cuando él apunta que «para ser socialista hay que ser primero feminista», algo totalmente secundario en la cultura del PSOE pese a que muchas mujeres en el partido lo llevaban batallando.

¿Dices que la España de hoy no tiene conciencia lo que significaron aquellos avances?

La sociedad los ha asumido de forma muy natural, pero no es consciente de cómo y desde cuándo disfruta de estos derechos, ni de quien los hizo posibles. Lo que me ha sorprendido al trabajar el libro y rememorar los debates de entonces es que ninguna de aquellas medidas ha sido traumática para nadie tal como vaticinó la derecha y la Iglesia. La sociedad es poco generosa en este sentido, se aprovecha de los avances, pero no reconoce ni valora lo que costó. Las cosas se olvidan con mucha rapidez. Un ejemplo curioso pero gráfico: mi hija de ocho años, viene con una amiga y me dice. «Papá, a que siempre se han podido casar un hombre con un hombre, y una mujer con una muje»? Le digo: «No, hija, no. Cuando tú naciste no se podía». Y me pregunta: «Y, entonces, ¿qué hacían?».

¿La crisis económica es la ‘cara B’ del ‘zapaterismo’?

Sin duda el tsunami económico de la crisis de 2008/2010 acabó marcando el final de esa etapa. No creo que él piense que nada en concreto de lo que impulsó desde su Gobierno le saliera mal, pero la sensación que tiene es que la crisis económica y la mala gestión que hizo a la hora de explicarla le tiró por tierra el castillo de naipes, que estaba construido sobre una situación y perspectivas económicas muy positivas. Todo lo que estaba en marcha durante la segunda legislatura se abortó con la crisis, se quitó el cheque bebé, se congelaron las pensiones, se redujo el sueldo a los funcionarios, se quitaron muchas medidas sociales. El otro asunto que condicionó la imagen que dejó Zapatero en su despedida fue la reforma del articulo 135 de la Constitución sobre la estabilidad presupuestaria deprisa y corriendo un mes de agosto pactando con el PP. La crisis le frustró a Zapatero su proyecto político. Esa mala gestión de la crisis ha pesado más políticamente de lo que supuso su legado social y él quiso explicarlo en su libro El dilema: 600 días de vértigo.

Presentación del libro con el exministro José Bono y la periodista Esther Palomera.

Presentación del libro con el exministro José Bono y la periodista Esther Palomera. / La Provincia

¿Por qué Zapatero nunca reivindicó hasta ahora su papel en el fin de ETA?

Zapatero y el partido están arrepentidos de no haber hecho algo más de bandera de ese logro. Han tardado 20 años en reivindicar un hecho obvio. Hay gente que cuenta que Rubalcaba, que era candidato en las elecciones de 2011, pidió no utilizar eso en campaña. Ahora están bastante arrepentidos porque es un logro que la gente no lo tiene muy vinculado al PSOE y ha pasado bastante inadvertido. Es evidente, y ellos lo dicen siempre, que hubo muchos factores que contribuyeron a acabar con ETA, la sociedad española, las fuerzas de seguridad del Estado, los jueces, la ley de partidos de Aznar, que fue fundamental, pero el terrorismo de ETA termina tras el diálogo emprendido por Zapatero con la organización pese a la campaña que le abrió toda la derecha política y mediática.

¿Tiene Zapatero alguna espina clavada por algo que no pudo sacar adelante o no se atrevió a plantear?

Él mismo cuenta que le quedaron dos cosas por hacer: la abolición de la prostitución, sobre la que el PSOE acaba de presentar ahora una proposición de ley. Y la otra no es que se le quedara pendiente, porque no había pensado en ello, pero sí reconoce que le dio mucha rabia cuando se ha hecho al inicio de la actual legislatura, y es la aprobación del uso de las lenguas cooficiales en el Congreso. Zapatero me dijo textualmente: «¡¡Se me tenía que haber ocurrido a mí!!».

¿Qué papel jugó Juan Fernando López Aguilar en aquel primer Gobierno de Zapatero como ministro de Justicia?

López Aguilar fue siempre uno de los dirigentes del PSOE más cercanos al Zapatero de esa primera etapa y siempre contó con él, y también pasará a la pequeña historia de esos ños por tres leyes muy importantes que hizo: la del divorcio exprés; la del matrimonio entre personas del mismo sexo con derecho a adopción de menores, y la primera ‘ley trans’. Fueron tres leyes fundamentales en la ampliación de derechos que convirtió a López Aguilar en el auténtico ogro y bestia negra de los estamentos más conservadores de la sociedad española y en particular de la Iglesia. Una de las cosas que cuento en el libro es que en un encuentro institucional con Rouco Varela, el entonces presidente de la Conferencia Episcopal, al que acompañaba el obispo ultraconservador Antonio Cañizares, el líder de la cúpula eclesiástica le negó el saludo al ministro de Justicia diciéndole: «Yo no saludo a quien va a romper la familia».

¿Esas leyes las tuvo que pelear López Aguilar incluso dentro del PSOE?

Sí, así fue. Había mucha gente en el partido que no veía que los matrimonios entre personas del mismo sexo tuvieran derecho a la adopción, había muchas dudas sobre el divorcio exprés, y él, siempre con el apoyo de Zapatero, hizo bandera de esos derechos. Y me costa que se siente muy orgulloso de haber liderado esas leyes, algo que por cierto también se ha olvidado.

También jugó un papel importante otro canario como Pedro Zerolo, ¿no?

Zerolo es una de las personas a las que Zapatero más cariño tenía. Zerolo, López Aguilar y Leire Pajín fueron las tres personas en las que más se apoyó el líder socialista para todas estas reformas novedosas y valientes que colocaron a España en la vanguardia internacional en el ámbito de los derechos sociales. Por cierto que lamento que en la dedicatoria que hago en el libro a los dirigentes del PSOE con los que yo tanto traté como periodista y que han fallecido, como Rubalcaba, Carmen Chacón, Toño Alonso, Carmen Alborch, Manuel Marín y Txiki Benegas, se me olvidara citar a Pedro Zerolo, algo que prometo corregir si se diera el caso de nuevas ediciones.

¿Cómo actuó la derecha española contra todos estos avances sociales?

La derecha española actuó de una manera totalmente visceral contra el Gobierno de Zapatero, especialmente contra el matrimonio homosexual, con la Iglesia volcada y el PP representado en aquella célebre frase de Ana Botella de que «las peras y las manzanas no son la misma cosa». Con la ampliación del aborto, algo parecido, o la ley de memoria histórica, la asignatura de Educación para la ciudadanía, la reforma del Estatuto de Cataluña, incluso la creación de la Unidad Militar de Emergencias (UME)… pusieron el grito en el cielo. El PP se echó a la calle en una actitud muy agresiva, pero lo cierto es que en las elecciones de 2008 Zapatero no solo ganó, sino que consiguió el mayor número de votos de un candidato en toda la historia de la democracia, más de 11,2 millones. Por cierto, la UME es actualmente el estamento más valorado por los españoles.

¿Se inició entonces la batalla cultural que marca ahora la agenda política de la derecha?

Yo creo que sí. Justo cuando se ha conmemorado también el veinte aniversario de los atentados del 11-M se ha recordado cómo el PP no asumió la pérdida de las elecciones y del Gobierno e inició una campaña de deslegitimación de Zapatero, con una oposición enfurecida y bronca. Lo cierto es que ahora el PP está repitiendo los mismos parámetros ideológicos y estratégicos como oposición contra Pedro Sánchez que se utilizó en la etapa de Zapatero, con manifestaciones permanentes en la calle. Se ha instalado en una posición de tierra quemada y de lenguaje bronco que yo no esperaba en un líder como Núñez Feijóo.

¿La ‘España plural’ que impulsó Zapatero se ha consolidado?

La idea de la ‘España plural’ se trató de llevar a efecto en primer término con la reforma del Estatuto de Cataluña y esta fue una de las cosas que le salió mal a Zapatero. El no se siente culpable, dice que intentó una vía al problema catalán que no salió y apunta a dos factores: el boicot del PP, que tuvo una actitud frentista recogiendo votos por toda España contra el Estatut e incluos apoyando el boicot a productos catalanes, y la sentencia del Tribunal Constitucional, que marca un antes y un después en la cuestión catalana y de la que deriva el cambio de posición de CiU hacia el independentismo y lo que años más tarde se convirtió en el procés. Sin embargo, aquella reforma vetada para el caso de Cataluña se aplicó a los Estatutos de todas las comunidades que se reformaron a partir de entonces sin que el TC dijera nada. 

¿Se trata por tanto de un nuevo paradigma en política territorial?

Sin duda. Zapatero cambió la política territorial del PSOE y de España. El PSOE era un partido autonomista que había olvidado pro completo su ideario teóricamente federal. Pero él cambia el paradigma y cambia por una España plural de óptica federal, con la colaboración también de López Aguilar como responsable del área en la Ejecutiva. Lo hace en varios cónclaves del partido tensos y complicados en los que logra finalmente el apoyo de los barones, y a partir de ahí se activaron todas esas reformas estatutarias que gestionan desde entonces tanto los gobiernos regionales del PSOE como los del PP sin renunciar a ninguno de esos avances. Yo creo que Zapatero cambió el paradigma de la política territorial, con muchas más competencias para las comunidades autónomas, y asentó el concepto de ‘España plural’. Él sostenía que el PSOE es el partido que más se parece a España y de hecho es el único partido que ha gobernado alguna vez en todos y cada uno de sus territorios.