El Herbalife Gran Canaria se quedó a las puertas de la gloria, a un paso de revalidar el título de la Supercopa conquistado en Vitoria en 2016. En la finalísima, se topaba con un inmenso Valencia Basket, el actual campeón de la Liga Endesa. Pero a pesar de la enjundia del rival, este choque definitivo dejó cierto poso amargo, pues hubo muchos momentos, sobre todo en el segundo cuarto, en que el juego del Granca permitía soñar.

Partiendo de la base que aún nos encontramos en el prólogo del nuevo curso competitivo y que el margen de mejora es evidente, el primer torneo oficial de la campaña dejaba entre los aficionados amarillos luces y sombras, tanto a nivel colectivo como individual.

En lo colectivo, resalta el gran papel realizado por el Herbalife Gran Canaria en la semifinal, donde lució su ya característico juego coral de los últimos ejercicios; eso sí, enfrente había un adversario con varios handicaps, sobre todo la baja de Sergio Llull y los problemas físicos de hombres importantes en el cuadro de Pablo Laso como la perla Luka Doncic, campeón de Europa con Eslovenia.

A ratos, ante el Valencia Basket, ese gen competitivo del Granca también quedaba plasmado sobre la cancha. Sin embargo, en veinte minutos, sobre todo los diez que vinieron después del descanso donde el Valencia Basket de la mano de San Emeterio desarboló al conjunto grancanario, salieron a relucir carencias de las que a buen seguro el técnico Luis Casimiro y los jugadores han extraído conclusiones.

Luego están las valoraciones personales. Y en ellas, un nombre destaca por encima de todos, el de Oriol Paulí. El alero catalán del Granca, que firmaba un excepcional torneo, parece reclamar más protagonismo que antaño en la rotación del equipo.

El alero, si continúa en la misma línea, tendrá la opción de sentirse realmente importante por vez primera cuando cumple su cuarta temporada en el cuadro claretiano después de un papel secundario en las anteriores.

Con la experiencia que va dando el cumplir años -ahora tiene 23-, su polivalencia -en muchas ocasiones actuando hasta de uno- y su afán por mejorar -este verano acudía a la Liga de Verano de la NBA- Oriol Paulí está llamado a escalar un peldaño más en su carrera profesional.

Aparte del alero catalán, otro hombre que a priori tampoco está llamado a tener un rol importante en la rotación del Herbalife Gran Canaria, Luke Fischer, dejó pinceladas interesantes en su debut con la amarilla en la Supercopa.

No estuvo nada mal su actuación para ser el estreno como profesional. Cabe recordar que el estadounidense, con apenas 22 años, recala en Europa procedente de la prestigiosa universidad de Marquette.

Ese salto importante, abismal para muchos, no pareció maniatar al de Wisconsin. Como el resto del equipo, brillaba más en el duelo ante el Real Madrid. En trece minutos en cancha, dobles dígitos (10) en valoración y en puntos (10), más cinco rebotes. Magistral fue su racha de ocho canastas consecutivas en el inicio del último cuarto.

Aunque en principio llega como complemento de Anzejs Pasecniks y Ondrej Balvin, no resulta descartable que la opción de Luke Fischer gane enteros y protagonice un caso parecido al de Pasecniks la campaña anterior, que empezaba como tercero en la rotación de hombres altos y luego adelantaba por la izquierda al norteamericano Richard Hendrix y al croata Darko Planinic, más experimentados.

Habrá que esperar a su evolución con la puesta en marcha de la Liga Endesa y la Eurocup para ver si progresa adecuadamente. Sin prisas, pero sin pausas. Y en ese trabajo de consolidación de jugadores tiene una buena fama ganada el Herbalife Gran Canaria.

Amén de Oriol Paulí y Luke Fischer, en cuanto al resto de componentes del Granca, apuntes positivos y negativos se repartieron en los dos encuentros de la Supercopa. Un único lunar, el de DJ Seeley. Con el buen sabor de boca que dejó en su anterior etapa, el escolta norteamericano no logró destacar en ninguno de los dos choques, y eso que el equipo lo buscó en momento determinantes de la final.