Que el Barcelona ganara al Herbalife en el Arena entraba dentro de lo normal. De hecho, lo hizo en las semifinales de la pasada Copa del Rey, aunque no es necesario ese triunfo para demostrar la diferencia que existe entre uno y otro equipo. Pero cuando Luis Casimiro recurre a la entidad del rival como primera explicación -en la televisión- de la derrota nada más acabar el partido, denota que la normalidad, que era perder, estaba más que asumida.

Y no tenía por qué, sobre todo porque el Granca conquistó el Palau en el choque de la primera vuelta, aunque bien es cierto que el contexto azulgrana, entonces con Sito Alonso y no con Svetislav Pesic en el banquillo, era bien diferente. Pero ni siquiera había un motivo hasta el descanso, al que los claretianos llegaron un punto por encima (38-37). Fue a partir de ahí, en el tercer cuarto, cuando el Granca, en el primer acelerón serio del equipo blaugrana -producto en buena parte de los errores amarillos-, se descompuso hasta llegar a rendirse en el tramo final.

Parecía como si estuviera previsto. Los jugadores, muy lejos de su mejor nivel salvo Nikola Radicevic, se entregaron cuando los del Barça, ni mucho menos, estaban en su máximo, pero fue suficiente. Sólo Koponen, con sus triples, y Tomic, inmenso bajo el aro estuvieron a pleno rendimiento durante todo el encuentro.

'Basketaverage' perdido

Ni siquiera motivó al Herbalife defender la renta que traía del Palau. Los 16 puntos de diferencia con los que el Barça ganó ayer se comieron a las 11 con los que venció el Granca en su día, lo que no deja de ser otra señal de que los de Luis Casimiro ni siquiera tuvieron la intención de mirar un sólo instante hacia el cuarto puesto.

Porque si el Herbalife hubiera ganado se habría puesto a tan sólo una victoria de su rival, habría tenido el basketaverage a su favor y, lo que es más importante, habría entrado de lleno en la lucha por ser cabeza de serie, algo que ahora le queda más lejos. Es más, tras la tan asumida derrota ante el cuadro de Pesic, va a competir por entrar en el Playoff, al que solo le dista una derrota para salir de los puestos que dan acceso a jugarlo.

Ese es el objetivo del Granca y ese es su estado de confort cada año, sólo que, producto de ese conformismo, puede llevarse una sorpresa. Como se la llevó a la conclusión de la primera vuelta, que concluyó noveno y sólo el hecho de ser anfitrión le hizo participar en la Copa del Rey en detrimento del UCAM Murcia, que se lo había ganado por méritos propios en la cancha.

Tampoco desde el club parecen tener como prioritario un salto cualitativo. No transmitió durante la semana la importancia y la trascendencia que podía tener una victoria frente al Barça, ni ayudó cobrando a los abonados aunque estuviera previsto. Y el Arena, pese a haber registrado la mayor asistencia de toda la temporada (6.941), no desprendió en ningún momento la sensación de que allí se estaba jugando un partido grande. De hecho, mucho se fueron antes. Total, era normal perder.