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El músico que cantó contra Breivik

El artista noruego Lillebjørn Nilsen interpretó 'Niños del arcoíris' en Oslo junto a 40.000 personas - Descubre su pasión por la música canaria en el Hotel Madrid

El compositor noruego Lillebjørn Nilsen, ayer, en el Hotel Madrid, en la capital grancanaria. JOSE CARLOS GUERRA

El sol del mediodía se derramaba en la Plaza de Cairasco cuando Lillebjørn Nilsen, el compositor más célebre y querido de Noruega, descendía por las vetustas escaleras del Hotel Madrid ataviado con americana negra de pana, sombrero de copa alta y, entre sus manos, un timple. "Tal vez, lo que más te haya sorprendido sea el timple", indica, con un guiño.

El gran autor de la banda sonora folk de su país, que trenza en sus canciones las historias de generaciones y generaciones en Noruega, es, posiblemente, el músico noruego más noruego y, al mismo tiempo, su voz más internacional. "Siento una curiosidad infinita por la música local de otros países", revela. "De la misma manera en que me gusta descubrir la comida de distintos países, concibo el mundo como una mesa infinita de sabores que aspiro a ir probando; y así es como entiendo también la música". "Por eso, estudio y aprendo también de la música canaria, sobre todo, del timple", añade. "La música folk de otras culturas me inspira para ahondar en la mía y, por eso, toda creación que sea genuina, que sea real, como podría ser el flamenco -que es fantástico-, me interesa".

Esta Navidad, Nilsen vive junto a su esposa su segunda estancia en la capital grancanaria, en concreto, en el Hotel Madrid, que descubrió a través de su hija, la también cantante Siri Nilsen. "Amo el Hotel Madrid, porque es un lugar único, con un auténtico sabor local, junto a un casco antiguo lleno de historia", apunta. "Como escandinavo, me conmueve haber conocido las singularidades de estas islas más allá de España, porque, de alguna manera, Canarias está en el centro del mundo, entre América, Europa y Asia. Y eso se refleja en su música, que encierra muchas afinidades con la música latinoamericana y emana, al mismo tiempo, un aroma muy europeo".

Pero la historia del líder del folk en Noruega se escribe siempre en su lengua. "Mi repertorio es la música folk, que escribo siempre en noruego, porque creo que hay algunas cosas que sólo pueden expresarse en tu idioma", afirma. Sin embargo, sus composiciones han resonado a lo largo de toda Europa, tal vez porque se nutre de los sonidos e historias de otros rincones, como su famosa Danse, ikke gråte nå (Baila, no llores ahora), que han interpretado y grabado coros en Alemania, Inglaterra, Irlanda e, incluso, España. Algo similar sucedió con una de sus canciones más emblemáticas, Tanta til Beate, un homenaje a las mujeres de la comunidad gitana. Ahora, la interpretan colectivos de gitanos en todos los rincones de Europa. "Es tan curioso", reflexiona. "Nunca imaginé que mi música se interpretaría en tantos acentos tan distintos". "Yo he crecido con la influencia de la música folk norteamericana, sobre todo, del estadounidense Pete Seeger, de quien me hice muy amigo en Suecia", explica el artista, "el mundo entero cabía en su música".

Y el mundo entero conoció el nombre de Lillebjørn Nilsen cuando cantó contra el terrorismo, después de que el ultraderechista Anders Behring Breivik, autor de la terrible masacre en Noruega que se saldó con la vida de 77 víctimas en 2011, citara su música en los tribunales como ejemplo de "multiculturalismo", "antirracismo" y "lavado de cerebro". Como respuesta, una iniciativa popular impulsada en 2012 a través de Facebook reunió a 40.000 personas en la plaza noruega de Youngstorget, frente a los tribunales donde entonces se juzgaba a Breivik. Todos cantaron en directo, junto a Nilsen, una de sus canciones más bonitas, Barn av regnbuen (Niños del arcoíris).

"Cuando me preguntaron si quería participar, me sentí muy inseguro porque, en realidad, yo no tenía nada que ver con aquella pesadilla", cuenta Nilsen. "Así que le consulté a Pete Seeger, que fue quien escribió la canción original, My Rainbow race, que yo adapté al noruego. Por aquel entonces, él contaba 95 años, y me dijo: Creo que deberías hacerlo, Lillebjørn, esto es demasiado importante".

"Aquello fue extraño, duro, y mágico", afirma. "En Noruega aún vivíamos en estado de shock por aquel golpe terrorista que acabó con la vida de tantos niños y niñas. Y recuerdo que ese día hacía un frío terrible, que llovía a mares, pero que 40.000 personas cantaron emocionados contra el odio, y que fue un momento hermosísimo".

Aún bajo el sol del mediodía, Nilsen musita, en voz baja: "Es una pena que mi idioma sólo se hable en Noruega, pero toda la filosofía de mi arte es que todas las culturas tienen derecho a aportar su propio sabor al mundo, en esa mesa infinita de posibilidades que es la música", afirma, "sólo así, cada uno puede contar su verdad". "Por eso, yo no puedo cantar un blues sobre Nueva York, pero puedo contar una historia sobre la vida en Oslo, porque sería una historia verdadera", afirma. "Y quién sabe, tal vez, en las próximas visitas, pueda contar las historias del Hotel Madrid".

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