Maximiano Trapero afirma que "La Gomera es el único lugar en el que aún sigue vivo el romancero". El catedrático de Filología Española de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria presenta hoy, a las 20.00 horas, en el Club LA PROVINCIA, su último libro Romancero general de Tenerife (Idea). Trapero, que con esta obra completa su estudio del romancero en Canarias que ha estructurado por islas, acudirá a la presentación con los otros coautores Benigno León Felipe y Andrés Monroy Caballero; además del periodista Guillermo García Alcalde, el musicólogo Lothar Siemens Hernández, y el editor de obra, Francisco Pomares.

Para el investigador el Romancero es un género muerto, que solo pervive en La Gomera, precisamente, "porque es el género que se interpreta en el baile del tambor, y se siguen creando romances para cualquier fiesta colectiva, especialmente para ese acto", algo "que no sucede ni en la Península".

El filólogo subraya que Tenerife es donde se ha hecho el mayor número de investigaciones y donde hay un número más amplio de romances. "Es la isla que cuenta con recolecciones desde principios del siglo XX, y por autores muy importantes de la intelectualidad canaria", señala. "Pero estaban muy espaciadas e interrumpidas en el tiempo y se fijaban en lugares concretos", con un predomino del valle de la Orotava. El investigador añade que también eran parciales en cuanto a la función que tenían, sobre cómo se cantaba o cuál era su música. "Por lo tanto, llegado a la década de los ochenta me planteé cubrir todas esas lagunas", afirma.

Conquistadores

Trapero recuerda que los romances llegaron con los conquistadores y colonizadores. "Hay romances que proceden de la Edad Media, otros del siglo XVI y otros del XX". El experto recuerda que este género es tradicional "ya que han seguido cantándose sin interrupción a lo largo de los siglos". Pero, a su vez, se han ido creando nuevos textos sobre acontecimiento del presente. "En la primera mitad del XX el romance era un género vivo que se vendía incluso en pliegos sueltos en pueblos, y todo el mundo los compraba para enterarse de las noticias de la Isla de enfrente", subraya. Trapero destaca la noticia del hundimiento de un barco en la punta de Anaga, de donde sale un acontecimiento sobre el cual un poeta popular hace un texto en romance. Para el investigador, el género romance no se ha acabado de crear nunca. "Es una creación permanente", afirma. Y destaca el que en cada isla existan modalidades diferenciables. "Un romance es un texto poético sobre un acontecimiento, pero en cada lugar y según cada informante hay una versión". Así, en mil textos de La Gomera no hay uno igual al otro aunque sean del mismo romance ya que las variaciones del texto y de la música se constituye en la esencia del romancero. "Los romances es poesía cantada, y en cada lugar se canta de manera distintas, y se aplica para funciones diferentes".

Para el filólogo, todo ese conjunto de funcionalidad, poeticidad o musicalidad hace que los romances sean géneros vivos y variantes. Una parte del libro incluye romances históricos como los de los carolingios. "Están relacionados con el ciclo de Carlomagno y el fenómeno de Roncesvalles", afirma. "Son personajes que se hicieron famosos en el siglo XVI en España y que vinieron a Canarias". También están los nacionales con el episodio de la muerte del hijo de los Reyes Católicos, el Príncipe don Juan. "Los hombres y mujeres que transmitían esos romances en Tenerife no sabían quién era ese príncipe que estaba agonizando en la cama, pero había una historia que les conmovían que era el hecho de que iba a morir y a dejar a una mujer embarazada sin saber qué va a ser de ella. Ese incierto futuro para su mujer es lo que conmueve e interesa al público. Todo romance encierra siempre una lección de vida. Y eso es lo que hace que perviva", afirma el filólogo. "Cuando leemos un poema de Lope de Vega, Góngora o Jorge Manrique, tenemos conciencia de que estamos leyendo un poema de otro autor. Pero cuando un campesino canta un romance, está teniendo la conciencia de que es algo propio, que se adueña de su patrimonio. Y eso es lo que hace diferente", añade Pero, luego, no hay poeta de la literatura española que no haya escrito romance de autor hecho al estilo del romancero tradicional.

Trapero habla también del valor histórico, pero que no puede imponerse al literario. "Un romance moderno relata el hundimiento del barco Valbanera que se rompió en la entrada de Cuba con 600 canarios", señala. "En Canarias se hizo un romance muy popular; es un hecho histórico, aunque no todo lo que cuenta es lo que ocurrió".