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Música

Paul Goodwin: "Me gusta combinar las obras de un concierto como en un menú"

"Mozart escribió las obras corales cuando era muy joven, pero ya estaba presente todo su genio musical", señala el director británico

El director británico Paul Goodwin en el paseo de Las Canteras. SANTI BLANCO

Este martes estará al frente de la Joven Orquesta de Gran Canaria en el Paraninfo en su segundo concierto de Semana Santa tras dirigir a la Filarmónica.

Nunca me he negado a hacer un trabajo con jóvenes porque es una parte muy importante para mi labor como director de orquesta. Me fascina trabajar con ellos y el contacto continuo con orquestas de diferentes países me permite ver el contraste cultural que hay. En este caso no se trata de cómo tocar, sino en ver el auténtico potencial que tienen para tocar mejor de lo que teóricamente podrían hacerlo.

¿Y cómo definiría este repertorio particularmente?

La pieza central es el Concierto nº 2 de Liszt que toca el pianista canario Isaac Martínez Mederos. La obra es como un Chopin, pero más rápido, con un rasgo mayor de virtuosismo. Pero la idea era presentarla en un programa global, con la energía de Beethoven en la Obertura Coriolano con la que se inicia el concierto que sirve para introducir a esta obra de Liszt tan virtuosista. Para terminar el programa tenemos la Sinfonía nº 5 de Franz Schubert, una obra ideal para trabajar el conjunto de la orquesta que no es que sea difícil de tocar, pero sí es ideal para sonar bien en bloque. Una obra, más que técnicamente exigente, es una pieza que es ideal para el conjunto con la orquesta.

¿Y cuáles son esos elementos que la hacen tan singular?

El tipo de entonación, la elegancia, el fraseo, la capacidad que le da a los músicos para que puedan ser solistas dentro de un conjunto muy compacto. Se puede trabajar en ella con muchos aspectos que hace que la orquesta progrese de forma mucho mejor. Tiene muchas características ideales para que los chicos trabajen. Es un valor como herramienta de trabajo.

Ha construido dos programas completamente diferentes entre si para esta Semana Santa.

Completamente. Pero son los cambios que requieren estos músicos. Ambos conciertos están en la programación de la Semana Santa. Sólo que uno tiene una cara más sacra y otra más profana. Con una Orquesta Sinfónica se trabaja de otra manera. Yo aprendo de ella y es casi un intercambio y una colaboración en la que los dos aprendemos por igual. Sin embargo, en la Joven Orquesta yo enchufo una energía para ver cómo reaccionan los músicos y ver cómo es la respuesta de ellos a todo eso.

¿Y normalmente suele ser positiva esta respuesta?

Esa es una pregunta muy interesante porque cada cultura tiene su propio estilo y su forma de reaccionar. Por ejemplo, con la Orquesta Joven Nacional de España, en Madrid, me he podido encontrar con unos jóvenes muy apasionados. Pero, a su vez, en los Países Bajos, se muestran mucho más temerosos. Pero se puede trabajar con ellos para crear un ambiente en el que ellos puedan desarrollarse.

En el último concierto en el auditorio han coincidido dos hechos. El primero es que usted ha vuelto a dirigir la Orquesta Filarmónica nuevamente diez años después. Y el segundo es que hacía quince años que no interpretaban el Requiem de Mozart.

Cierto. Primeramente, debo reconocer que para mí ha sido un honor estar aquí para dirigir una de las grandes piezas del repertorio. Precisamente, la última vez que viene fue también para dirigir otra de las grandes obras, El Mesías, de Heandel. En cuanto a la Filarmónica quince años tampoco es tanto tiempo para una orquesta porque tampoco hay muchas piezas de ese nivel en el repertorio sinfónico coral. No son tantas las piezas angulares a ese nivel, por lo que no se puede hacer todos los años.

Incluyó varias obras de Mozart poco habituales, y una pieza de un compositor canario sobre la guerra civil en Barcelona. ¿Por qué eligió estas piezas?

Lo más importante para mí antes un concierto como el del auditorio es como preparo al público para que luego se enfrente al Requiem. Preparé el concierto como una secuencia que lleva al público hacia esa obra . Y lo hice a través de dos bloques. En el primero había dos piezas orquestales. Empezamos por In memoriam: Felip Neri del tinerfeño Tomás Rivero en la que se evocan las sensaciones en torno a la Plaza de Sant Felip Neri en Barcelona, el escenario de un dramático bombardeo durante la Guerra Civil española. Y luego el Adagio para cuerdas de Samuel Barber. Juntas hacen una especie de interludio sinfónico previo a las obras corales pequeñas de Mozart que también hacen esa línea evolutiva hasta llegar al Réquiem.

¿Cree que con este método se disfruta mejor del Requiem ?

Sí, porque supuso incluir dos piezas al modo de un pequeño bloque orquestal y otras dos como otro pequeño bloque coral para llegar a la obra de mayor complejidad. El Requiem es la gran obra coral, el Mozart más avanzado en la escritura coral. Pero para que el público llegue a ella hay que prepararlo con un menú musical adecuado que le permita evolucionar sin problemas. No soy un director que vaya por la programación convencional, prefiero hacerla alternativa. Preparar menú diferentes, con otro sentido para darle otra unidad diferente. Es atraer al público que sabe que el Requiem de Mozart es un foco de atracción, pero que vean que se pueden sentir atraído por esas piezas inusuales, ya que al final lo que hace es converger.

¿Cómo definiría las arias de Mozart previas al Requiem ?

Son pequeñas obras corales. Empecé por Litaniae Lauetanae (Letanías de Loreto), que es la primera vez que se hacía en Gran Canaria, y tiene unas líneas corales muy nítidas, brillantes y luminosas. La escribió Mozart con quince años en Salzburgo, un Mozart muy juvenil. Pero ya se ve al genio, muchas líneas de ese diseño se va a reflejar en el Requiem. Y luego viene el Ave Verum Corpus, una obra mucho más avanzada, pero que también hace como de perfecto pasaje previo a esa representación final que es el Réquiem.

Pero el Requiem no deja aún de ser una polémica porque no lo terminó el propio Mozart.

Nosotros hemos hecho la versión tradicional de Franz Xaver Süssmayr, porque él conoció a la viuda de Mozart y tuvo la información de primera mano. Por tanto, la solución, por encima de discusiones académicas, es esta versión porque es la mejor que pudo haber según lo que él pudo añadir para que la arquitectura fuera coherente. Pero esto es algo normal. La Misa si menor de Bach también está hecha de pequeñas formas, pero que tiene un sentido unitario.

Una disposición un tanto curiosa la de esta programación.

Es un ensamblaje perfecto de lo evolutiv de lo pequeño a lo grande. Un viaje musicalque tuvo un plantel de solistas como la soprano Estefanía Perdomo, la mezzo Raia Natcheva, el tenor Gustavo Peña y el bajo Jeroboám Tejera.

¿Cómo describiría la obra del canario Tomás Rivero?

Evoca muy bien el lugarde la guerra sabiendo que allí ocurrió algo terrible. Empieza bastante agitada, con los timbales reproduciendo el bombardeo, y a mitad de la pieza alcanza a un clímax, pero inmediatamente vuelve a un tono más sereno, con un solo de trompa, y s e convierte en una pieza mucho más lírica o evocativa.

¿Cuál ha sido su percepción de esta orquesta una década después de trabajar con ella?

Vine hace diez años y en este retorno no esperaba encontrarme con este ambiente tan acogedor y positivo. Ha sido un retorno feliz a la orquesta, con los músicos, y con el coro que he encontrado mucho más poderoso, con cantantes que proyectan la voz con gran potencia. Los dos han respondido muy bien y me encuentro en un clima de trabajo realmente productivo y creativo para abordar todas la obra. Hay un clima muy positivo.

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