Lo mejor que puede ocurrir cuando no se gana un partido de fútbol es que se realice un análisis en el que los aspectos positivos inclinen la balanza sobre los negativos. No, la UD Las Palmas no pasó del empate frente al Almería en la tarde de ayer y no lo hizo, básicamente, porque los errores le privaron de un triunfo solvente muy parecido al del pasado fin de semana contra el Celta; sin embargo duerme más cerca de la promoción de ascenso a Primera: seis puntos de distancia, uno menos que ayer y a expensas de lo que haga hoy el Córdoba que juega en Riazor con el sólido Deportivo de La Coruña.

Si el partido entre grancanarios y andaluces hubiera que decantarlo por ocasiones, dominio del juego, verticalidad y control, la UD habría conseguido un triunfo sin despeinarse. Lleva ya varias jornadas el equipo realizando un fútbol poco habitual en Segunda División, acorde a la calidad de una plantilla que es mejor de lo que parece y además a la que Juan Manuel Rodríguez parece haberle colocado el carburador a punto para que el motor ofrezca el mejor rendimiento cuando más se le exige. Pero ayer fallaron los errores. Y dos de ellos permitieron que un Almería que apenas enseñó fútbol se llevara un empate inmerecido del Estadio de Gran Canaria, ante una afición que crece atraída por la ilusión.

Fueron dos fallos que pudieron evitarse, cierto, los que permitieron a Ulloa marcar dos goles y demostrar que cuando hay que colocar la pierna para empujar el balón a la red no tiene rival en Segunda. Pero por el contrario está la fuerza, el dinamismo y la ambición con la que la UD Las Palmas actuó para remontar por dos veces un partido que se puso perro. Y que incluso se pudo haber ganado de no ser por las excelentes actuaciones de un veterano portero, con muchos kilómetros en Primera División a sus espaldas, llamado Esteban.

Hay un dato evidente que debe corregir este grupo de violinistas al servicio de la música que se desprende cuando el balón gira por el césped de la manera en que rueda cuando lo toca esta UD Las Palmas: que los errores se pagan. Y se pagan caro. Un error condenó a este equipo frente al Córdoba, el Deportivo de La Coruña o, ya más extensamente, durante todos los partidos en los que tuvo que jugar en inferioridad numérica fruto de las constantes expulsiones que ha sufrido. Pero hay otro dato que quedó de manifiesto al terminar el partido de ayer con el Almería: hay vida, hay fútbol y hay equipo.