Usted dedica un capítulo importante a los niños.
Está escrito por una compañera, Yolanda Cuevas.
¿La finalidad es que los entrenadores sepan relacionarse con ellos y los padres?
Sí, para que lo hagan de forma asertiva y cordial, porque los padres suelen ser gente que distorsiona mucho los valores del deporte, cuando quieren que sus hijos sean Messi o Ronaldo, que ganen dinero como ellos. Es para no echar a los padres de la comunidad deportiva, sino para que les ayudemos.
Con la cantera, de algún modo el entrenador también es un educador en valores. ¿Cuáles son los principales que debe transmitir a los niños?
Todos aquellos relacionados con la cooperación, la generosidad, el compañerismo; por otro lado la disciplina, el esfuerzo y el trabajo, que los niños aprendan que los resultados se consiguen cuando uno se esfuerza, porque vivimos en una sociedad donde tienen demasiadas cosas, están saturados de regalos, entonces el deporte es un lugar donde para conseguir un resultado tienes que ganártelo.
También se plantea por qué no incluir tutorías entre los entrenadores y los padres, como así ocurre en los colegios con los profesores de forma periódica. ¿Esto se está implantando poco a poco en España?
En algunos sitios sí. Nosotros participamos ahora en una escuela de valores para los padres, que es la Fundación del Chelsea. Hay tres escuelas en España: Marbella, Bilbao y Madrid. Sé que las canteras de los equipos están intentando ahora dar protagonismo a los padres y formarlos para que eso ocurra, pero no siempre hay presupuesto en las canteras para tener a un psicólogo, pero la idea, sí, es ir haciendo cosas poco a poco. El otro día estuve dando una conferencia a entrenadores en un club de baloncesto en Palma de Mallorca, porque están interesados en que les demos consejos, igual no es una escuela de padres en sí, pero veo que hay muchos clubes que te piden formación, hay interés porque todo el mundo reme en la misma dirección.
Afirma que los padres deben sumar y no meter más presión a los chiquillos.
Los padres sólo tienen que preocuparse de preguntar a sus hijo si han disfrutado en el partido, pero no si ha ganado o si ha perdido, o decirle la jugada que tenía que haber hecho, eso genera presión, y el hijo no puede sentirse evaluado como buen o mal hijo por cómo juega en el fútbol, o si mi padre me aprecia o no, y hay padres que dejan de hablar a sus hijos cuando no meten gol, yo para esto no vengo, les ponen en casa los partidos para que vean los fallos.
¿Se ha encontrado con casos hasta ese extremo?
Sí.
¿Y cómo se maneja eso?
Hay que hablar con los padres, porque muchas veces no son conscientes de la presión que están metiendo, y hay muchos que recapacitan y dicen '¡Ostras, pues no lo sabía!'. Algunos han puesto a régimen a su hijo, salen a correr con ellos para que tengan más fondo, por desconocimiento claro, pero les hacen mucho daño.
¿Cuál es la reacción que tienen los padres en un principio?
Con los padres no suelo hablar, porque como siempre trabajo en deporte de alto rendimiento, suelo dar estos consejos para que el técnico los hable con ellos. Hay veces que un padre de un niño de siete u ocho años me ha escrito un correo, porque está preocupado porque su hijo no se concentra. Le he dicho: 'despreocúpate, igual que te despreocupas cuando tu hijo juega a la Playstation, que si algún día quiere concentrarse en el fútbol ya lo hará', tiene que concentrarse en los estudios, no en el fútbol. Es una barbaridad.
En esta semana un entrenador ruso dio una patada a un jugador alevín en un partido entre Lokomotiv y Brateevo...
Hay que echar a esa persona de la comunidad deportiva y quitarle el carné.
¿De qué manera deben o pueden contribuir los entrenadores para erradicar la violencia en todo tipo de disciplinas deportivas?
Lo primero, tomar medidas como ésta, cuando ocurra algo así, y la gente tiene que tener formación para saber que ese tipo de cosas no se pueden hacer, y aquella persona que no es capaz de gestionar sus emociones y tener autocontrol, tiene que estar fuera, no puede estar encargado de un grupo de niños. Hay que denunciarlas.
