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Baloncesto Liga Endesa (2ª jornada)

Sudar también va con el Granca

El conjunto insular resuelve el partido ante el Sevilla (76-67) en el último minuto tras tener una renta de 20 puntos

Parecer no es ser ni estar. Ésa es la lección que se lleva el Herbalife Gran Canaria, que dio por derrotado al Sevilla, relajó consciente o inconscientemente su ímpetu para pasar de manejar rentas que tocaron los 20 puntos a terminar por resolver el partido en el último minuto y anotarse su tercera victoria (76-67) de la Liga Endesa con su condición de invicto.

Sólo a falta de 44.1 segundos para el final del partido, el conjunto de Aíto García Reneses pudo respirar y conseguir enviar al Baloncesto Sevilla al avión de vuelta a casa. En ese momento, el escolta finés Sasu Salin -máximo anotador otra vez de su equipo- levantó una ventaja de ocho puntos (72-64) que permitió al Granca sentirse ganador de un partido que dominó de principio a fin, pero que pudo resolver antes si llega a mantener su intensidad defensiva y sobre todo su acierto en el área rival.

El arranque que ofreció el conjunto claretiano en el Arena no entreveía un final tan apretado. Porque como en el resto de los partidos que los de Aíto han jugado en el recinto de Siete Palmas, el Herbalife corrió, voló y encestó. De base, los de siempre en este arranque de temporada: Pangos, Kuric, Omic y Báez, con la inclusión de Rabaseda como titular por primera vez en la temporada. Con un baloncesto atractivo, de ataque, que divierte a la afición y a los propios jugadores, donde se premia al juego y la concepción con el que se creó -la de anotar más que el rival- el Granca machacaba al Sevilla, impotente ante el temporal.

Rabaseda y Omic lanzaban al Herbalife (9-2) para enseñarle a los de Luis Casimiro la pasta de este Herbalife. Diez minutos de cine donde la reserva del Granca, con Newley, Aguilar y Savané, arrollaban a los andaluces para bordar un cuarto de museo: 19 puntos en ataque y sólo 8 encajados en su aro.

La convicción

El ánimo y la premisa en la reanudación fue exactamente la misma: intentar acabar cuanto antes con el Baloncesto Sevilla. Más y más canastas que llevaban al Herbalife a imaginarse un partido más parecido al del Gipuzkoa que a otros donde los amarillos han tenido que tirar de oficio. Salin, Aguilar y Báez empezaron a disparar para llevar el partido al barrio del Granca, que parecía despachar a su rival con una sencillez absoluta. Más cuando Rabaseda, con dos tiros libres, puso la máxima renta hasta entonces con 19 puntos de margen (42-23) e irse al descanso con un cómodo 44-30 en el marcador.

A la vuelta de vestuarios, el Herbalife siguió a lo suyo hasta alcanzar las dos decenas de puntos de ventaja (50-30), el punto más alto en el partido. Justo ahí, en ese momento de éxtasis, empezó una reacción de los de Casimiro que agobió al Herbalife más de lo previsto. Porque parecer no es ni ser ni estar.

El Granca, como el maratoniano que entra solo en el Estadio Olímpico para dar las últimas vueltas antes de colgarse el oro, bajó su ritmo mientras que el Sevilla se lo creyó. Parecía rendido, pero no lo estaba. Con Nachbar, Berni Rodríguez y Bamforth tirando del equipo, el cuadro andaluz se acercó demasiado al Herbalife en el marcador al término del tercer periodo (57-51).

La reacción amarilla no llegaba. Uros Slokar, el expívot del Herbalife, apareció para poner a su equipo a una canasta de los amarillos (57-55). El esplendor se había esfumado hasta que apareció Newley con cinco puntos consecutivos (62-57) para, con oficio, contagiar a sus compañeros y lanzar al Herbalife a su pleno de victorias en la Liga Endesa. Ese trabajo aplicado y el regalo de una técnica de Nachbar, sirvió para que el Granca solventara un partido con apuros (76-67) y con una extraordinaria lección para el resto del año: las apariencias a veces engañan.

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