El Atlético de Madrid perdió el liderato de la clasificación con un 0-0 contra el Sevilla, cuyo ejercicio defensivo contuvo la ambición del conjunto rojiblanco, enredado contra la consistente muralla atrás de su rival, resistente con diez jugadores desde el minuto 60 y sostenido después por Sergio Rico.

Un resultado frustrante para el Atlético, que lo intentó de todas las maneras y hasta el final, y reconfortante para el Sevilla, que salió a por el punto que sumó en el Vicente Calderón. Sucedió con más mérito incluso por la inferioridad numérica con la que aguantó el empate, tras la expulsión a la hora del duelo de Vitolo.

Presionado por el Barcelona, ganador un día antes en La Rosaleda, el bloque colchonero encaró un partido de extrema incomodidad, el que le planteó el sistema defensivo del Sevilla, muy medido desde la táctica y desde la estrategia de Unai Emery, ideado desde la premisa de que sus opciones pasaban por su fortaleza en la retaguardia.

Y, por extensión, por el enredo ofensivo del Atlético, que asumió que el partido sería de maduración lenta, obligado a un ejercicio de mucha paciencia con la pelota, con momentos de buen fútbol, de velocidad y juego entre líneas, la fórmula con la que destapó las vías entre la hasta entonces impenetrable zaga del equipo andaluz.

Ya había superado el partido su primer cuarto de hora cuando el Atlético encontró el primer resquicio a través de la rapidez y de las combinaciones, culminada por Saúl contra el lateral de la red; una luz mientras los pelotazos surcaban el cielo.