El Villarreal y el Barcelona empataron en El Madrigal (2-2) en un partido vibrante, en el que los castellonenses lograron reponerse del 0-2 con el que se llegó al descanso.

El partido tuvo mucha polémica arbitral, ya que los locales pidieron la expulsión de Piqué y no dieron crédito al penalti que supuso el segundo gol azulgrana, si bien el equipo de Marcelino García Toral no bajó los brazos hasta equilibrar el marcador de un partido que pintaba a goleada para los de Luis Enrique Martínez.

Así acabó la primera parte en El Madrigal y parecía que lo hacía con el partido sentenciado y con la polémica del año, ya que en esa primera parte la actuación de Sánchez Martínez fue muy protestada por los locales. Al descanso llegó el Barcelona ganando con comodidad, con dos goles de ventaja, sin tener además que hacer un gran partido.

Transcurrió el partido con ocasiones claras para el Villarreal al inicio y con control del Barcelona a partir del cuarto de hora, pero llegó un gol a los veinte minutos, sin que el Barcelona hubiera hecho mucho por lograrlo.

Un gol tras un centro de Messi, que dejó una pelota suelta en el área y que Rakitic empujó fácil desde la frontal, para abrir el partido.

Pero tras ese gol y en la siguiente jugada el partido enloqueció por una decisión del árbitro, muy reclamada por jugadores y entrenador local, que pidieron una mano de Piqué que cortaba una contra y que suponía la segunda tarjeta amarilla y su expulsión. El árbitro no lo señaló así y expulsó a Marcelino por sus protestas.

Tras ese primer gol, el Barcelona manejaba la pelota, dormía el juego y esperaba sus opciones, pero era el Villarreal el que volvía a tener sus opciones, con una más que clara de Bakambu que no llegaba a los cuarenta minutos para remachar el posible empate.

Pero la contra de esa jugada acabó con un gran pase de Messi y un mano a mano de Neymar con Asenjo, que el portero salvó arrebatándole el balón al brasileño si bien Sánchez Martínez señaló penalti que Neymar transformó en gol a lo Panenka.

A partir de ahí protestas y más tarjetas para los locales, que desesperados no se creían lo que estaba pasando.

A pesar del mal resultado y de la situación, salió el Villarreal en la segunda parte como si nada le hubiera pasado, y con la idea de meterse en el partido desde el principio, mientras que el Barcelona manejaba la pelota en los primeros compases y con la intención de tener una segunda parte tranquila y esperando la sentencia.

Pero nada más lejos de la realidad, ya que los locales pasaron de estar desquiciados a ser un vendaval. Tras dos buenas acciones lograba un más que merecido empate.