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Juegos Paralímpicos | Natación. Campeón paralímpico de los 100 mariposa

Israel Oliver: "Ahora se valora a los paralímpicos y no se nos trata como extraños"

"A la prueba del miércoles no le puedo pedir más: mejoré mi marca, conseguí el oro... y creo que perdí el miedo al fracaso"

Israel Oliver, con su medalla de oro en Río. Efe

El oro en los Juegos Paralímpicos se le había resistido tantas veces que en la noche del miércoles, cuando al fin se coronó campeón, el éxito le supo a gloria. Israel Oliver Peña nació en Madrid pero se siente “muy canario”. Algunos de los momentos más importantes de su vida transcurrieron en La Laguna, así que tras subir al podio se acordó de su tierra y remarcó que, tras los Juegos, deja el Centro de Alto Rendimiento de Madrid y se vuelve a vivir a Tenerife. Hoy, volverá a la piscina para buscar “otra chapa más”.

Primer día como campeón paralímpico. ¿Cómo se siente?

Aún no me lo creo. He dormido solo dos horas, o tres. No me lo esperaba y aún lo estoy disfrutando.

Es que acabó primero en una prueba que no es la que mejor se le da.

Sí. De las tres pruebas en las que me presento, ésta no es mi especialidad. Pero el resultado ha sido inmejorable. El tiempo podía haber sido mejor, pero no pido más: primer puesto, he mejorado mi marca, el oro... Y pienso que mi mayor logro ha sido superar el miedo al fracaso, que me perseguía hasta ahora.

Es que rompe una sequía larguísima. ¿Cuántas veces se había resistido esta medalla?

Llevaba intentando conseguirla desde Atenas 2004, cuando tenía tan solo 16 años. Han tenido que pasar cuatro Juegos Paralímpicos más para subir a lo más alto del podio. Y el colmo es que sea de esta manera, con una carrera tan buena. Fue emocionante que el himno de España sonara por y para mí. Es algo que me guardo para siempre.

Se había resistido tanto el oro paralímpico que, ¿llegó a pensar que ya no llegaría?

Te reconozco que estaba al límite ya. Han sido tantos intentos con fracaso, que lo único que hice fue lo que me pidieron los entrenadores: que disfrutara de la prueba. Esa fue la clave. Salí a disfrutar y lo conseguí. El oro, que es lo que buscaba.

Hay una imagen que ha dado la vuelta al mundo. Es la suya en la piscina mientras le pide al entrenador en qué puesto ha quedado.

Claro, es que competimos con gafas opacas y no vemos absolutamente nada. A 15 metros del final había rozado mi mano con la del japonés que iba en la calle de al lado, así que sabía que el final había sido igualado. Y la verdad es que mi entrenador tardó en darme el resultado. Le pregunté y me dijo: primero. No me lo creía. Le tuve que preguntar otra vez y otra más, pero sí, quedé campeón aunque todavía no me lo creo.

O sea, que al llegar a meta no sabía que había quedado primero.

No, y soy bastante negativo siempre, así que pensé que no había sido ni medalla. De hecho, el pensamiento que rondaba mi cabeza es que todo el sacrificio no había valido para nada. Iba tan al límite en esos últimos metros que temí que me hubiesen superado los rivales.

Después de tres cuartos puestos y algún otro quinto y séptimo en las finales anteriores, ¿cree que ya ha roto su particular maleficio?

Creo que esto va a servir como un antes y un después. Ya no pensaré que fallo siempre y que todo me sale mal. Espero que mi suerte cambie, pero tampoco me puedo confiar. Ni pensar que lo que queda va a ser un camino de rosas. Pero la diferencia es grande entre un cuarto puesto y la gloria de acabar el primero. Es que todo salió bien.

Se emocionó al subir al podio, donde no paró de llorar. ¿Qué se le pasaba por la cabeza en esos momentos?

Es que no podía aguantar las lágrimas. Desde que salí del agua y supe que había sido oro, empecé a llorar y no hubo manera de parar. Quería disfrutar el momento y sonreír, pero la emoción era muy grande. El sacrificio ha sido inmenso para poder dedicarme a esto y por fin he tenido recompensa. Han sido unos años durísimos, de mucho sufrir.

En Londres se prometió a sí mismo que algún día se colgaría el oro y, al fin, ese día llegó.

Sí, en los Mundiales conseguía récords y medallas, pero el oro en los Juegos no llegaba. Es lo que me faltaba.

¿Y siente que se está dando el valor que tiene a los deportistas paralímpicos?

Es verdad que se da cada día más importancia a los méritos de los paralímpicos y que nos estaremos emparejando con los olímpicos. Hemos de dar gracias a todos, especialmente a los medios, porque ya no somos unos extraños.

Gracias a la tecnología puede enviar mensajes de wasap, usa internet e incluso hay un sinfín de ventajas a la hora de competir de las que ya puede beneficiarse. No es posible que llegue a la situación original y recupere la visión, pero sí que tenga una vida más fácil.

Yo perdí la visión por un accidente y es verdad que la tecnología avanza una pasada. Eso nos ayuda para entrenar, para competir y para tener una mejor calidad de vida. Lógicamente nunca llegaré a estar como cuando era pequeño, que fue cuando perdí la visión, pero sí que se agradecen los nuevos medios de que disponemos. Al final haremos lo mismo que los demás, pero de forma diferente.

¿El oro sí lo palpa?

La medalla la palpo y hasta la muevo porque también suena. Y en el móvil tengo el vídeo del himno español sonando por mí, que lo he escuchado un montón de veces.

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