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Las islas, destino de lujo para casarse

Canarias 'se alquila' para bodas

Tener un enlace de cuento, o por lo menos disponer de un entorno de postal, convierte a las Islas en un destino perfecto para enamorados que quieran darse el sí quiero, en una celebración inolvidable

Otto y Esther tenían claro que querían casarse en La Graciosa. RUBÉN ACOSTA

El cuento más corto del mundo cabe en una sola frase. Una línea evocadora y sugerente que convierte la historia de Augusto Monterroso en una trama perfecta: 'cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí". La literatura está plagada de narraciones cortas que dan miedo, que hacen reír o que hacen tiritar ante el simple y puro placer de leer algo sublime. Los cuentos forman parte de la vida, desde muy pequeños siempre aparece alguien que coge un libro y cuenta una historia increíble. De dragones, dinosaurios o de príncipes y princesas. Oti Martínez-Múgica nunca imaginó que uno de los días más felices de su vida acabaría por parecerse tanto a un cuento de hadas, de esos que su madre le contaba justo antes de llevarla a la cama, apagar la luz y dejarla dormir.

El 10 de agosto se cumplió el aniversario de su boda. Una celebración especial, que se celebró en Arucas y cuyo final de fiesta fue un gran acontecimiento, un regalo inesperado. Todos los invitados subieron hasta la cumbre de Gran Canaria, y en esa hora mágica, en la que la luz ya no es tan brillante pero ofrece una riqueza de tonalidades que la hacen irresistible, ellos posaron para que Rubén Acosta hiciera una fotografía de postal: dos novios se abrazan, detrás el Roque Nublo y más allá la silueta del Teide. La imagen resulta tan atractiva, tan evocadora, que dos años después Oti y su marido Antonio siguen embelesados mirando una y otra vez aquellas fotos que le recuerdan la boda de sus sueños, "todo resultó como en un cuento de hadas, mucho mejor de lo que esperaba".

Oti es de Bilbao y Antonio de Gran Canaria. Se conocieron en Arucas, y si tuvieron algo claro es que querían celebrar su boda en la isla. Además, la madre de Oti también es canaria, con lo que no había un lugar mejor para festejar el enlace que este hermoso pueblo, "me hacía mucha ilusión casarme en la catedral de Arucas, en la misma iglesia en la que hice mi primera comunión".

Reconoce que los preparativos fueron duros, los dos estaban viviendo en Euskadi, pero al final "fue mucho mejor de lo que esperábamos". Para sus amigos de la cuadrilla, venirse a Canarias fue casi como un regalo extra, "se lo pasaron genial, algunos vinieron unos días antes y se fueron al sur a coger sol".

Todo resultó tan perfecto, que ella no se cansa de enseñar sus fotos, y contar todas esas anécdotas divertidas que rodean a una boda. Junto a las lágrimas y las risas, la satisfacción de haber hecho una boda de cuento.

Desde rusos a escoceses

El año pasado se celebraron en Canarias 6.466 bodas, la mayoría, 4.965, fueron uniones civiles. Y cada vez más se está produciendo un fenómeno que tiene que ver con el gran conocimiento que desde fuera se tiene del archipiélago. Hay muchas parejas de extranjeros que quieren celebrar su enlace en alguna de las islas. Ya sea porque uno de los novios es canario o porque en alguna ocasión han estado de vacaciones en el archipiélago, la realidad es que deciden gastarse el dinero que sea preciso para poder realizar este sueño.

Rubén Acosta es un fotógrafo lanzaroteño que ha logrado hacer de su profesión todo un arte. Reconoce que hace unos años "este tipo de fotografías estaba en el subsuelo, la gente que se dedicaba a realizar estos trabajos casi lo hacía a escondidas. Ahora salen chicos de la escuela que quieren ser fotógrafos sólo de bodas". Para hablar de la calidad artística de Rubén Acosta sólo hay que mirar las instantáneas que acompañan a este reportaje, una vez más una imagen vale más que mil palabras.

De forma habitual, Acosta suele hacer al año entre 25 y 30 bodas. Y últimamente le llegan muchas peticiones de irlandeses, ingleses y también de extranjeros procedentes del norte de Europa, que en alguna ocasión han estado de visita y que quieren celebrar su enlace en un lugar para ellos tan exótico como Lanzarote y su lava, o La Graciosa y su singularidad. Sin olvidar la cumbre de Gran Canaria, las playas de Fuerteventura o el sur de Tenerife.

Si se pudiera hacer una especie de lista de lugares preferidos para realizar estos álbumes de fotos, entre los que optan por Lanzarote, siempre aparece la Geria, el volcán del Cuervo y en la zona sur también se pide mucho lo más cerca que se pueda de Papagayo. Uno de los enlaces más llamativos que se produjo el año pasado en la zona de La Vegueta en Tinajo lo protagonizaron unos escoceses, quienes acudieron a la ceremonia con toda la parafernalia habitual, lo que supone ver a ellos con las faldas de cuadros y como música de fondo sus reconocidas gaitas.

Caleta de Sebo, la capital graciosera, y su playa también se está convirtiendo en uno de los escenarios más buscados. De hecho ya hay una celebración programada para el próximo 26 de septiembre, por parte de una pareja procedente de Gran Canaria.

Otro de los lugares emblemáticos para celebrar enlaces civiles suele ser el Palacio Spínola en Teguise. El año pasado acogió un total de 49 enlaces, y como curiosidad en 28 de estas uniones, uno de los miembros de la pareja era extranjero. Las calles empedradas de la villa ya son en sí un magnífico marco para festejar y 'retratar' la felicidad de los contrayentes.

Un gran negocio

Hay parejas que vienen con todos los invitados para celebrar en Canarias una especie de celebración y luna de miel en compañía de su familia y amigos. Hay otros que llegan únicamente para pasar unos días y de paso hacerse unas fotos espectaculares para enseñar a los amigos. Acosta tuvo esta petición de parte de una pareja de rusos, que vino expresamente para posar en una playa de Fuerteventura.

La realidad es que este tipo de demandas puede llegar a convertirse en un gran negocio. Hay empresas en la islas que se encargan de realizar todos los preparativos, incluso resolver el papeleo con los ayuntamientos para hacer efectiva la boda civil. De hecho estas celebraciones con invitados incluidos, billetes de avión, transportes, y cena, por ejemplo, en los Jameos, más todo lo que supone quedarse unos días en la isla, la ropa, los regalos ha supuesto desembolsos que oscilan entre los 100.000 a los 180.000 euros. Evidentemente todo depende del poder adquisitivo de los novios y sobre todo de sus padres.

En general la mayor parte de las personas que pueden acceder a estas espectaculares ceremonias, y que no viven en las islas, suelen ser empresarios de éxito o profesionales reconocidos como médicos o arquitectos. Una de las últimas bodas que ha realizado Rubén se hizo en La Graciosa, y los novios, ella catalana y él madrileño residen y trabajan en Londres como médicos.

Otto y Esther

La luz de agosto ilumina Caleta de Sebo en uno de esos días de cielos limpios y tan azules que parecen de mentira. Cuando se llega por primera vez a La Graciosa siempre se tiene la sensación de estar en un sitio distinto, con esas casas pintadas de blanco, las calles de arena amarilla y el mar, siempre el mar, que acoge y mece, hasta que en ocasiones también se enfada y entonces será mejor buscar refugio hasta que pase el temporal. Pero eso ocurre en pocas ocasiones, casi nunca en los meses de verano, y en octubre, cuando las mareas son las propicias para disfrutar de los días más hermosos.

La octava isla de Canarias tiene todos los ingredientes precisos para llegar a ser considerada un pequeño paraíso. Un lugar exótico, singular. Un territorio que debe emanar algún tipo de magia oculta. La realidad es que nunca deja a nadie indiferente, y una vez que se prueba suele crear dependencia. Por eso no resulta extraño que cuando alguien sueña con celebrar la boda de su vida, una celebración inolvidable, que permita a todos, familiares y amigos pasar los días más felices que puedan recordar, poner rumbo al Archipiélago Chinijo, al único islote poblado de este parque protegido suele ser una de las mejores decisiones.

Y eso les pasó a Otto Vázquez y Esther Delgado. Hace algunos años, casi por casualidad, alguien les habló de la posibilidad de hacer una excursión a La Graciosa. Habían venido de vacaciones a Lanzarote y dieron el salto. Esther dice que aquello fue un flechazo, "me encantó, me pareció el paraíso. De hecho de vuelta a casa llegan a pensar que tal vez no era para tanto y que tenían que volver para comprobar que esa magia era real. "Volvimos y la historia volvió a repetirse. Tuve claro que quería casarme allí".

Esta pareja de médicos reside en Londres, y no tiene ningún tipo de relación familiar con el archipiélago. Cuando les hablaron a sus amigos de una isla canaria en la que no hay carreteras, y en la que sólo viven unos 500 habitantes, y que el color del mar es una mezcla perfecta entre el azul y el verde turquesa se quedaron atónitos. Después cuando llegaron a Caleta de Sebo este grupo de peninsulares y londinenses no terminaban de creerse lo que estaban viendo. "Es que fue perfecto, y nuestra foto en el mar es de película".

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