No había otra cosa que seguir el guión. E intentar desenmascarar lo que a juicio del PSOE, son las intenciones ocultas de Mariano Rajoy, sobre todo en materia económica, la parte más débil de unos socialistas que llevan gobernando erráticamente desde que la crisis global se nos vino encima: erigiéndose, el PSOE, en una cosa y haciendo la contraria. El objetivo de Pérez Rubalcaba -que lucía una corbata de puntitos azules algo mareante- era tratar de demostrar que un gobierno del PP, al que el propio candidato socialista inconscientemente dio por hecho, será peor para la mayoría de la población: más recortes sociales, menos protección laboral, más impuestos directos -IVA- y quizás algo de empleo basura, pues el único objetivo del PP sería, en esa línea, fortalecer a unas empresas y a unos bancos que para invertir y soltar algo de crédito pretenden cobrarse su buena libra de carne. Pero Pérez Rubalcaba, la lengua más afilada, el mejor pedagogo y el más curtido político en el alto mando del PSOE llegaba con el pecado original: haber pertenecido a los gabinetes de Rodríguez Zapatero. Rajoy sólo debía recordarlo con preguntas demoledoras: ¿Y porqué no hicieron ustedes eso [las medidas progresistas del socialista] hace tres meses? ¿Pero quién ha quitado el Impuesto de Patrimonio? ¿Quién ha subido el IVA? ¿Quién congela el sueldo a los funcionarios? E incluso contraatacar la agresividad inicial de Pérez Rubalcaba con munición personalizada cuando éste inmisericorde a por los puntos del programa del PP más delicados y ambiguamente presentados, y que Rajoy no iba a aclarar ni con pistola en el pecho: miente, me atribuye intenciones, lo que le lleva a la insidia, viniendo de usted no la imaginé tan burdas... El candidato socialista, incombustible, timoneó con mil recursos, con esa seguridad del pedagogo ágil al que la fragilidad física potencia, pero el mar de lo real estaba bravo. Fue disparar al hormigón. En la segunda parte, el bombardeo del socialista en educación, sanidad -aun recibiendo por respuesta otros asertos duros de recortes del PSOE- y sobre todo en derechos civiles constituyó su punto álgido. ¿Tiene recorrido ese desenmascaramiento del PP? Lo ejecutó con su energía Pérez Rubalcaba. Pero el pecado original pesa.