"Si viajas en bicicleta llamas mucho la atención y la gente se acerca, me hacen preguntas, una de ellas es de dónde soy. Momento en el que aprovecho para decir muy orgulloso que soy canario, de Fuerteventura", cuenta emocionado Aday González Reyes, que viaja este verano por Islandia. "Se sorprenden mucho, y suelen mencionar que es un gran cambio venir de un lugar con tan buen clima a pedalear en Islandia, donde hace mucho frío y llueve, pero eso me encanta. Además, ser canario me ayuda a simpatizar mucho mejor con las personas, la gran mayoría que he encontrado en el camino han visitado en algún momento las islas y guardan un bonito recuerdo de ellas. Noto un especial afecto por su parte", reflexiona Aday.

Este joven se fue a vivir a Islandia unos meses, donde trabajó como ayudante de cocina y preparó su reto deportivo. "Unas vacaciones inolvidables" confiesa.

Trazó el objetivo de superar los 2.000 kilómetros en bici por Islandia, y casi lo ha conseguido. "He dormido en tiendas de campaña al aire libre, casi siempre sólo físicamente pero animado por mis amigos que han seguido mi viaje en las redes sociales, en cada imagen junto a mi familia que se preocupa bastante pero saben que soy una persona muy fuerte, y que me encantan los retos deportivos. Me gusta viajar solo, el miedo no me paraliza" señala.

Una de las anécdotas más bonitas le sucedió en plena travesía. "Había desayunado una sopa de champiñones y almorzado apenas una naranja, y sólo me quedaba café en la mochila. El supermercado más cercano se encontraba a cien km. Me sentía sin fuerzas, agotado y con gran fatiga", recuerda emocionado Aday. Cayó la tarde, empezaba a llover "y era momento de aceptar que no llegaría al pueblo", añade. "A lo lejos divisé una pequeña granja, e inmediatamente empecé a soñar, con una cena, y una cama" .Para llegar tuvo que subir una gran pendiente en muy mal estado. "Me recibió Ingrid Oddsdóttir, no hablaba inglés pero cuando dos personas quieren entenderse el idioma no es un problema. Al verme empapado se apresuró a invitarme a pasar al interior de su casa. Me indicó con la mano si quería comer, y yo no le podía decir que no. Tenía mucha hambre. Cenamos y con su poco inglés y mi poco islandés conseguimos conocernos un poquito. Al terminar de cenar le pedí si podía acampar en su jardín. Su respuesta fue que no, que hoy dormiría en su casa. Me volvió a indicar con la mano", describe. Por la mañana volvieron a desayunar juntos, y luego se despidieron. "Al alejarme pensé que al llegar a Reykjavík lo primero que me gustaría hacer era imprimir esta foto y enviarsela junto a una carta de agradecimiento, por su gran humanidad", detalla el joven. "Puse un trípodo y el disparador automático".

Aday se adentró en montañas, cascadas de agua y lagos, me emocionaba en cada curva o tras subir y bajar una montaña. "El viaje es muy tranquilo, sin altercados, no he tenido problemas de robos, ni concflictos, no hay casi tráfico, es un país es muy tranquilo qu recibe al visitantes con amabilidad", asegura.

El deportista majorero confiesa que ha recorrido muchos países de Europa en bicileta y que siempre intenta afincarse una temporada, trabajar, integrarse y conocer sus espacios naturales para poder hacer etapas y disfrutar de la naturaleza.

"Mi próximo reto es buscar patrocinadores y seguir de ruta en bicileta por Asia y Sry Lanka el año que viene", anuncia. India y Nepal tambén le atraen tras asimilar todo lo que está viviendo en la actualidad en el país del hielo.