Proverbial ha sido siempre la capacidad de la naturaleza canaria para producir verdor y construir un idílico paisaje tropicalmente acuoso, de escorrentías y cascadas, apenas caen unas gotas de agua. A la vista quedó nuevamente ayer en el suroeste de Gran Canaria especialmente tras las precipitaciones caídas en los últimos días y, sobre todo, el viernes.

La cuenca de Mogán a La Aldea y, en segundo término, la carrera de acceso suroccidental a Agaete se llenaron de bellísimas cascadas de aguas que de inmediato llamaron la atención de excursionistas turistas y locales. La famosa Macaronesia, en su expresión más frondosa, fue digitalmente capturada por cientos de imágenes, muchas de las cuales engrosarán los archivos de personas en lugares distantes y gélidos, como los escandinavos, o bien habrán sido imágenes primerizas de escolares isleños.

El barranco de La Aldea, por de pronto, corrió intensamente, aunque no con la fuerza del último temporal, hace unos meses. Se llenaron, a su vez, las presas de Siberio y Caideros, mientras que la del Parralillo se quedó a tres metros del lleno, según el alcalde de la localidad, Tomás Pérez. Se trata de un acopio más que relevante para satisfacción de los agricultores de la zona.

De la misma manera el barranco de Maspalomas, plenamente encauzado hidráulicamente hace años a cuenta de los innumerables destrozos en este capital enclave turístico, corría igualmente. "No es que lleve muchísima agua, pero lleva", señaló un operario de Protección Civil de San Bartolomé de Tirajana. Su desembocadura, de hecho, la famosa Charca de Maspalomas, fue abierta a través de una canalización prevista, construida este mismo año, para evitar su llenado, reboso e inundación de las áreas peatonales circundantes. No obstante, un tractor anduvo todo el día haciendo movimientos de tierra en los bordes de la Charca, construyendo muros de arena y tratando de equilibrar y distribuir la subida de caudal.

A su vez, en Arguineguín, por su parte, también corrió el barranco que transcurre en paralelo al camping de esta localidad, pero sobre todo en la zona alta.

La Palma

Por el contrario, en La Palma y Tenerife los vientos y precipitaciones fueron más intensos. El aeropuerto de la primera volvió ayer a operar después de que remitieran los fuertes vientos, de hasta cien kilómetros, que habían provocado la cancelación de todos los vuelos. Las lluvias produjeron desprendimientos que afectaron a la red viaria, lo que motivó cierres parciales de carreteras. El peor de los estados lo presentó, una vez más, la agricultura tropical en la zona este.