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Mogán

Los aguacates llueven en Mogán

El agricultor David Ramírez recoge hasta cuatro variedades de la fruta en su finca de Las Casillas - Arguineguín promociona la próxima semana en una feria su 'mantequilla tropical'

El agricultor David Ramírez, ayer en el valle de Mogán, con un aguacate de variedad Hass entre sus manos. SANTI BLANCO

En las entrañas del valle de Mogán nace el orgullo de su gente. El aguacate, verde, arrugado, liso o morado, se nutre del agua de El Mulato y de lo que muchos consideran "el mejor clima del mundo". "Con aceite y sal está para chuparse los dedos", aunque algunos lo prefieren con azúcar o en bocadillo. A pesar de que la ola de calor del pasado mes de mayo han reducido a más de la mitad la producción habitual en el Sur, ahora en plena cosecha, los sabios de la tierra podrán el próximo 6 de diciembre mostrar por primera vez en una feria a turistas a los vecinos los beneficios de la "mantequilla tropical". David Ramírez, que participa junto a más de una decena de agricultores en la muestra, cultiva hasta cuatro variedades de aguacates en su finca de Las Casillas.

"Éste puede llegar a pesar hasta un kilo. Su piel es rugosa y adquiere un color oscuro a medida que va madurando", explica Ramírez con un aguacate de raza Hass grande entre las manos. A pesar de su gran tamaño y su textura cremosa, no es una de las variedades que más se vende en los mercados agrícolas de la Isla. "La gente prefiere llevarse a casa dos aguacates medianos o pequeños que uno grande", continúa el agricultor. El Pinkerton, de menor tamaño y forma ovalada, goza por eso de gran aceptación entre los consumidores. El Fuerte, con pulpa "mantecosa", también suele desaparecer con rapidez de las estanterías de los supermercados. Sin embargo, "el de la verruga", para Ramírez, es el que mejor sabor de boca deja. "Es liso y alargado. Y sabe a almendras, quizás por eso la gente me lo suele pedir mucho en la granja del Cabildo, en Arucas", añade el moganero.

Tras 64 años de dedicación exclusiva a la agricultura, primero con las berenjenas y luego con los aguacates, Ramírez es todo un erudito en la producción de Persea americana. Prueba de ello es que el Cabildo le concedió hace unos años un galardón en el certamen Los Sabios de la Tierra.

Desde que nació su destino se plantó a escasos metros de su casa. Primero fueron sus abuelos, Gregorio García y Francisco Ramírez, los que comenzaron a arar la tierra. Más tarde su padre le encomendó la tarea cada tarde al salir de la escuela de "recoger la fruta que se caía al suelo" en una finca que sembraba su progenitor "a medias" con la estirpe Bueno. "Éramos siete hermanos, pero en mi casa nunca faltó un aguacate en la mesa para comer. De chiquillo salía del colegio y ayudaba a la familia con los animales y la fruta. Luego, antes de irme a la mili, le arrendé a uno de mis abuelos un terreno y al regresar comencé a plantar", relata el vecino a un margen de la carretera general del pueblo de Mogán, justo en frente de lo queda de la casa en la que se crió.

Por aquella época eran muchos los vecinos que se dedicaban a la tierra. Incluso se exportaba tomates, plátanos y otras frutas a países como Inglaterra y Holanda. Fue entonces cuando Ramírez fundó junto a otros agricultores la cooperativa de San Antonio de Padua. La caída de los precios de la fruta y los costes derivados de su exportación acabaron por relegar la producción a un mercado "interior". En aquellos años Ramírez se inició en las técnicas de injerto de aguacates, mangos y naranjas. " Un perito tinerfeño, Paco Porto, que trabaja en la agencia de extensión agraria de Mogán me animó un día a ir a un curso para aprender a injertar plantas que daban en Telde. Yo ya había visto como un señor lo hacía en el barranco de La Verga, pero poco a poco empecé a desarrollar esta técnica en mi finca", desvela. Así comenzó la mezcolanza de tipos de aguacates que cosecha en Las Casillas. Como "patrón" Ramírez utiliza el aguacate "Indiano" o "Guatemalteco" y luego le añade "púas" de otras latitudes para obtener matas híbridas. Hace 15 años, por ejemplo, resucitó en el valle la variedad Hass al traer de Tazacorte, La Palma, un tallo de este tipo y ensamblarlo con los suyos. A día de hoy Ramírez cuida con esmero de 870 ejemplares esparcidos en tres fanegadas y media por el valle de Mogán. Al año gasta "bastante" en regar sus árboles con el agua del pozo de Los Bravo, ya que en el Sur es raro que llueva y el suelo no es fangoso, como en otras zonas de la Isla, sino arenoso y seco. Una vez al año, normalmente en verano, el agricultor riega sus árboles con el agua "soleada" de la presa de El Mulato. "Puro guano", espeta Ramírez, ya que al acumularse el agua a la intemperie, no en aljibes subterráneos como son los pozos, adquiere del sol propiedades que estimulan el crecimiento de las plantas.

Sin embargo, a pesar de los beneficios de este abono natural la cosecha de aguacates ha sido "bastante escasa" este año en Mogán y en el resto de la Isla. La ola de calor que azotó el Sur en el mes de mayo, con los aguacates en pleno proceso de floración, "tumbó" al suelo la fruta y dejó a su paso una cosecha mínima que no alcanza ni la mitad de los 16.000 kilos que recogió Ramírez el año pasado.

No obstante, la peor temporada que recuerda el moganero se remonta a 2007. Aquel año fue "maldito". "Lo recuerdo como si fuera ayer, porque nunca había sentido semejante tristeza y desolación", confiesa el vecino. En el mes de julio de hace ocho años cerca de 2.000 vecinos tuvieron que ser trasladados del pueblo a la playa de Mogán ante la alerta de fuego. El incendio "corrió" sin perdón "barranco abajo" y a su llegada al pueblo convirtió en cenizas dos de las parcelas de Ramírez, entre otros inmuebles del vecindario. "Recuerdo que me senté en la orilla de la playa, porque no nos dejaban volver al pueblo. Había una carpa con vecinos que rezaban mientras el cura del valle pedía por todos. Por suerte mi hijo pudo colarse y llegar hasta nuestra casa para abrir un tanque y mojar algunos árboles", rescata Ramírez. Sin embargo, las llamas arrasaron con una producción que no recuperó hasta cuatro años después.

Las primeras lluvias de este otoño han cubierto al valle de un manto verde, verde aguacate, que era fotografiado ayer por un regimiento de visitantes. Sus encantos más íntimos serán exhibidos por primera vez el próximo 6 de diciembre en la plaza Pérez Galdós de Arguineguín en una feria dedicada exclusivamente a la promoción del aguacate. El ayuntamiento ya acumula casi una veintena de solicitudes de participantes dispuestos a trasladar al centro neurálgico de la localidad el sabor de uno de los productos más emblemáticos de la sociedad moganera. La iniciativa, además, contribuirá a ampliar la oferta turística en una temporada en la que Gran Canaria registra récord de visitantes.

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