El viaje de vacas llegadas ayer a Gran Canaria no es un equipo de aceite y vinagre, sino el resultado de una selección que lleva en cada ocasión al jefe de Ventas y Marketing del Grupo Haricana, Guillermo Alfaro, y al veterinario Antonio Castellano a darse un tute de hasta 1.500 kilómetros por las granjas productoras holandesas para entresacar los mejores ejemplares. Las nuevas vecinas fueron elegidas en una ruta que iniciaron el 24 de diciembre y terminaron el 31 en una navidad estrictamente vacuna. Alfaro explica que examinan su pedigrí, la línea genealógica de padres y abuelos, aparte de las características morfológicas, "a conciencia", de cada ejemplar, de manera que lo que entra en Gran Canaria "no es cualquier cosa". Igual ocurre con los cuatro toros limousine que aportarán una mejora en la genética de la cabaña local, y con los que se pretende, en su conjunto, "aumentar las cabezas de ganado destinadas a la producción de leche en la Isla", como indica el consejero insular del sector primario, Miguel Hidalgo. A Alfaro y Castellano les queda por delante un año de muchos kilómetros por los Países Bajos, cuyos ganaderos iniciaron la exportación de vacuno a Estados Unidos desde el XVIII, si cumplen su objetivo de importar 900 vacas que, al igual que la primera avanzadilla de ayer, utilizarán la Granja Experimental para la logística de recepción y distribución.
