El 18 de enero el artista grancanario Pepe Dámaso se presentaba en la Casa Palacio del Cabildo para proponer al presidente de la institución insular, Antonio Morales, la construcción de un edificio que pretende servir como cancela y centro de interpretación del campo dunar, sin imaginar el estupor que le causaría a Daniel Hernández Padrón, arquitecto que en 2014 culminaba un encargo del Consorcio para la Rehabilitación Turística del Sur de Gran Canaria: el de un mirador diáfano, tan diáfano que Dámaso lo ha interpretado como el 'solar' ideal donde levantar su 'duna cósmica', que es como ha bautizado su proyecto.
El nuevo mirador de Hernández, que sirve de base para observar una panorámica de más de 180 grados de la que se considera como una de las mejores postales del Archipiélago, es una construcción sobria pero conceptualizada al milímetro tras su encargo en 2013 con el fin, según su autor, de que no le robe un ápice de protagonismo al entorno.
Distribuido en cuatro niveles con pendientes suaves, accesibles en silla de ruedas e incluso con marcas en el pavimento para orientar a las personas con deficiencias visuales, sustituye a uno anterior con balaustradas más propias de un casa garajera.
El arquitecto por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y de Oporto y director del estudio Box 49, recibió el encargo con el "vértigo por la responsabilidad" de actuar en un lugar clave del entorno natural de las islas y de la industria turística, de ahí que lo viviera con continúas visitas antes de proyectarlo, "para conocer la experiencia del amanecer y del atardecer, del cómo fluían los visitantes para entrar en el paraje o la tectónica de las dunas y tratar de conseguir una intervención blanda" .
Así logró, como expone en la memoria del trabajo, marcar unas "líneas originadas por el contexto dunar, por el viento, el soleamiento y la topografía, líneas que conforman un trazado geométrico variable que generan plataformas y espacios de diferente índole que permiten distintas experiencias del lugar". Y efectivamente, ayer en el mismo sitio, mientras grupos de turistas inmortalizaban las vistas, otros permanecían en tertulias, en encuentros o simplemente tomaban el sol sobre una toalla en algunos de sus rincones.
Eso sí, el grueso de los visitantes son extranjeros o peninsulares, y sólo los que se 'atreven' a cruzar el hall del hotel Riu Palace Maspalomas, que es su acceso público pero deficientemente señalizado, como apuntaban ayer varios turistas, como Juan Antonio Martínez y su familia, de Calpe, Alicante, que calificaban el nuevo lugar "como un acierto". Una opinión similar sostenía Marga Pericás, de Baleares, que repetía la visita a Canarias, conoció el mirador antiguo, y el nuevo le parece "fantástico y sin necesidad de cosas cósmicas ".
Pero cuando apenas ha cumplido un año de servicio, y tras una inversión de 260.000 euros Dámaso, "que es un artista reconocido y que merece mis respetos", subraya Hernández, "presenta una aberración contra un proyecto que mimetiza el paisaje como un lienzo en blanco, y que quizá se entendería para un chiringuito, pero que aquí no es el objetivo".
Y es que el concepto de Dámaso es diametralmente opuesto, según le expuso a Morales, al que llevó la maqueta de su 'duna cósmica', con la idea de instalar una estructura de gran tamaño en el mismo sitio y que estaría rematada por una cúpula de cristal a modo de observatorio en cuyo interior se levanta el 'ángel de las dunas', denominación que recibe una escultura del propio artista agaetense.
El presidente del Cabildo, en ese momento, para estudiar su posible encaje en el espacio especial protegido se comprometió a crear una mesa de trabajo en la que se sentarían técnicos de la Corporación y los promotores, ya que se trataría de una inversión privada, según le expuso Pepe Dámaso.
En cualquier caso el autor del mirador actual subraya que si finalmente se optara por "poner otro edificio más agrediendo el paisaje de las dunas, se haga a través de un concurso público y sobre todo que sea ejecutado por arquitectos".
