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Arucas

Las tuneras también se comen

La mexicana Araceli Castro Rosas triunfa con su recetario basado en la denostada penca canaria

La mexicana Araceli Castro Rosas con cinco pencas frescas. JUAN CARLOS CASTRO

La Granja del Cabildo ofrecía ayer la segunda jornada dedicada a los escolares, con la asistencia de medio centenar de niños y jóvenes que disfrutaron de un largo recreo matutino entre vacas, caballos, burros, ponis y dos cochinos negros que se lo pasaron aún mejor chapoteando en una charca como si no hubiera mañana.

En los distintos pabellones se sucedían, como en el día anterior, los talleres de pigmentación con materiales naturales, los de elaboración de gofio, del queso o el de la alquimia de la miel, que tuvo su público embelesado en la mecánica de centrifugar panales para convertirlas en melaza.

Todo esto mientras en otra vera de la granja se pasaba por la cuchilla de pelar a las ovejas, en una nueva trasquilada, poco más allá se volvía a la trilla con cinco caballos de potencia y un nutrido grupo de cabras se iban aclimatando para pasar el fin de semana de fiesta en la XXIV edición del Concurso Exhibición de Ganado Selecto, un certamen que comienza el sábado a las diez de la mañana y para el que la corporación insular y el personal de las instalaciones ubicadas en Arucas quiere tirar la vaca por la ventana para acoger a casi mil animales y muchas más personas, con aparcamientos habilitados para 1.200 vehículos, 124 puestos de lo mejor de la ganadería, la agricultura y la artesanía, así como todo lo relacionado con los suministros y maquinaria para el sector primario, incluido un gran puesto dedicado a la pesca.

Justo enmedio hacia ese último punto se encuentra, entre mermeladas, frutas y verduras de los mostradores colindantes, Araceli Castro Rosas, nacida en México DF, y que lleva muchos viviendo en Canarias, una región que al igual que su país natal, está festoneada en sus campos, tanto para lindar fincas como por combustión espontánea, de tuneras por un tubo.

Araceli Castro las ofrece de conduto. "El mexicano la come todos los días y donde hay una tunera ve una galleta". Quizá por eso se producen 600. 000 toneladas anuales para una ingesta de más de seis kilos por persona al año. Y en Canarias, al que le hace fos, le recuerda que "sus abuelos y bisabuelos mataban el hambre con ellas cuando aquí tuvieron la guerra", mientras prepara con garbo una ensalada cogiendo una penca fresca de las nuevas, bien delgada y limpia de púas, para convertirla en pequeños cuadritos a los que acompaña con algo de cebolla, tomate, cilantro, orégano, sal "y el buen aceite de oliva que ustedes tienen aquí".

Antes de experimentar en nombre propio, mejor preguntar. Gema González López pica en uno de los vasos que ofrece Castro para la degustación. Ella es de Burgos y ha recalado de chiripa por allí, y lo de la tunera es como la guinda del exotismo que ha encontrado en el amplio muestrario de la granja.

Pone ojos de saborear y larga la sentencia: "si no lo veo no lo creo, pero es hasta más suave que el pepino". Además Gema, que le ha echado un ojo a la isla en los días que lleva en ella, calcula que por la cantidad de tunera suelta que ha visto tierra adentro, "aquí no debía pasarse hambre".

Araceli está de lo más satisfecha con el engodo que ha montado en su tuno-cocina y aporta recetario. Ahora las propone rellenas de queso. "Se coge una penca, se le hacen unas rayas y se le pone queso. Se rebosan con harina y huevo y se complementan con salsa de tomate". Ahora llega Bilbo Faraco, de Navarra, técnico en medioambiente y con nociones de catador.

Bilbo se lo toma con calma y para cuando sus papilas gustativas terminan de asimilar la información resuelve: "en boca, tacto de la zanahoria y con un suavidad parecida a la del aguacate, aunque también me recuerda a la textura del pimiento, pero mejor aún, sin la piel del pimiento".

El caso es que en México, y según las imágenes de varios supermercados que aporta el también técnico Isidoro Jiménez de una reciente visita al país, se encuentra a más de un euro y medio el kilo, y se vende como nopales en todas partes, desde las grandes superficies a los puestos en la calle porque lo consumen a diario. "Lo que ocurre en Canarias con la tunera", añade, "es lo mismo que pasa en la península con el tuno, al que consideran venenoso, de ahí que si los canarios no nos comemos la penca es solo por un motivo cultural".

De hecho, según aporta Araceli Castro, "la máxima casa de estudios de la Universidad de México" ha concluido que ofrece calcio, hierro, aluminio, magnesio, potasio, sílice, sodio y manganeso. Además es rico en fibra y viene de 'fábrica' con vitamina A, B1, B2 y C." Y todo ello al oreo: en un solar, en una vera de la carretera, en un terregal camino del trabajo. O en la granja, a partir de mañana sábado.

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