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"Ya tienen al hombre malo"

Ithaisa Suárez: "Estoy muerta por dentro" - La familia lleva tres semanas sufriendo en secreto las investigaciones de la Guardia Civil sobre el nuevo sospechoso del secuestro

Jonathan Guisado, Herminia Santana, Ithaisa Suárez y José Suárez, ayer. YAIZA SOCORRO

Ithaisa Suárez, la madre de Yéremi Vargas, confesaba ayer que quizá estaba en uno de los peores momentos de estos últimos nueve años, desde que el 10 de marzo de 2007 desapareciera el pequeño del solar donde jugaba con sus primos en Vecindario. Se confesaba, sentada en el sofá de su vivienda, y con la vista al fondo de la habitación intacta del pequeño, tal y como la disfrutó hasta aquel día, "muerta por dentro".

Su última agonía ha durado tres semanas aproximadamente, desde que la Guardia Civil le anunció que tenía serios indicios de culpabilidad sobre Juan el Rubio, apodo de Antonio Ojeda Bordón, un hombre que, según los vecinos, proviene de una familia conflictiva y del que el abuelo del menor, José Suárez, recuerda observando a Yéremi y sus compañeros de juego en el solar del que desapareció.

José Suárez afirmaba ayer en la vivienda que Ithaisa comparte con su pareja Jonathan Guisado y los tres hijos de ambos, que está "casi seguro" de que el autor de los hechos es Juan el Rubio, por esos mismos motivos, ya que no solo fue en una ocasión cuando lo vio merodeando por el lugar, sino en varias, "hasta que tendría la oportunidad de llevárselo en el coche".

La abuela, Herminia Santana, trata de calmar y animar tanto a mayores como a pequeños. Al mayor de los tres niños, de unos diez años de edad, le explica "que ya han cogido al hombre malo, y así no podrá hacerle ningún mal a nadie", y su nieto le responde que "por eso estoy algo contento", mientras arropa a una Ithaisa en el filo de la esperanza, "al menos hasta que se sepa dónde está, porque hay muchas líneas abiertas".

En estos 20 últimos días, en los que se ha tenido que guardar en secreto las novedades del caso, la madre ha terminado acudiendo al hospital "por un ataque de ansiedad", después de estar "sin dormir y malcomiendo en un calvario horrible. Hasta los vecinos", añade, "me preguntaban que qué me pasaba, pero no podía decirles nada".

La angustia se remataba a primeras horas de la mañana de ayer cuando sonó el timbre sobre las siete y veinte, para certificar a la familia que efectivamente, Juan el Rubio es hoy el sospechoso número uno del caso. "Ya no me sale ni llorar, porque estoy asfixiada, ahogada..."

Los móviles no paran de vibrar en casa. "En toda la mañana he recibido millones de llamadas pero por el momento soy incapaz de contestar", continúa, mientras Elvira Castellano, una de sus incondicionales vecinas que ha vivido durante esta década el drama de los Suárez, le invita a que rompa a llorar de una vez por todas.

Elvira tiene una hija con exactamente la misma edad que Yéremi. Ithaisa y ella se quedaron embarazadas por los mismos días. Y entre Elvira y la abuela Herminia recuerdan hasta el más mínimo detalle del nacimiento del niño, "un pisquito de un kilo y 600 gramos, porque nació con siete meses".

"Al mes siguiente llegó a los dos kilos 200 gramos", añade la abuela, "hasta que se puso como una pelota". Fuera, en la calle, aguardan los camiones de las cadenas de televisión y de radio, que retransmiten desde allí en directo las últimas novedades, delante con una enorme foto pegada a la puerta del garaje familiar de la que probablemente sea una de las imágenes más difundidas de las últimas décadas en Gran Canaria, la de Yéremi con el aviso de su desaparición y los teléfonos para dar cuenta de su posible paradero.

De vez en cuando pasa algún vecino. Que también recuerda, como el abuelo José Suárez, al tal Juan el Rubio, y que procede, según informa un residente del lugar, "de Orilla de Sardina, como toda su familia". No quieren dar nombres ni que les saquen fotografías. "Yo de la gente del Rubio no quiero saber nada por que han sido muy conflictivos, muy de malos tratos y malas artes", añade otra señora que rememora a Ojeda "de cuando vivía por aquí, por la calle Pío Pío, con follones de droga y de bebida".

De vuelta al primer piso de la casa de la familia, Elvira comenta las últimas imágenes de los informativos, en el que sale el chamizo en el que llegó a vivir el sospechoso.

Asegura que el sitio está "a menos de cinco minutos de donde lo cogería", y lo describe como un chiquero lleno de lleno de porquería, justo en el mismo barranco por donde el abuelo, José Suárez, pasó semanas, cuando no meses, indagando arriba y abajo en busca de cualquier pista.

Y cae el silencio. Poco más allá, en la mesa del pasillo, un enorme ramo de flores con un tarjetón: feliz día, mamá.

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