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Entrevista

"La villa debe crecer de otra manera para entretejer tradición y modernidad"

"Pocos pregoneros han hablado del Monte porque siempre ha parecido que es algo separado del pueblo", afirma Coca de Armas, pregonera de las fiestas de San Antonio

Coca de Armas, ayer en Las Palmas de Gran Canaria. JOSÉ CARLOS GUERRA

¿Ofrecerá un pregón recordando sus andanzas?

A mí no me gusta ser protagonista del pregón. Lo que voy a recordar son algunas vivencias de hace muchos años.

¿Le cogió por sorpresa su nominación?

Yo estoy muy contenta porque no esperaba que el pueblo se iba a acordar de mí. Eso me ha llenado mucho.

¿Cómo desarrollará el pregón?

Voy recordando y dando pinceladas de algunos personajes que han formado parte de esa época y que ya no están. No voy a hablar de nadie de los que todavía viven. Simplemente haré algunas pinceladas. Después contaré alguna anécdota que ocurrió en aquella época.

Su infancia esta ligada a la villa.

Sí, por eso hablaré de mi niñez en el Monte Lentiscal. Yo creo que pocos pregoneros han hablado del Monte porque siempre ha parecido que el Monte es algo separado del pueblo, que no tiene por qué porque pertenece al municipio.

Usted no es satauteña de nacimiento, aunque su vida la ha hecho en la villa.

Aunque yo nací en Las Palmas, mis padres con mis abuelos y mis tíos maternos, vivían seis meses en Las Palmas y seis meses en el Monte Lentiscal. Yo nací en diciembre y con cinco meses estaba en Santa Brígida, en el Monte Lentiscal, y todos los meses desde junio hasta principios de diciembre tengo memoria satauteña. En el Monte empecé a dejar de ser niña.

¿Cómo era el Monte de los años cincuenta?

En aquella época en el Monte no había iglesia. La mujer de Diego Vega Sarmiento, Amada Acosta, Amadita, organizaba comedias durante el verano y participábamos desde los más pequeños hasta los mayores, como mis tías, haciendo una función y bailes para recaudar dinero para la iglesia. Cuando fui adolescente ya la iglesia formó parte de Real de Coello. Antes no había.

¿Qué tipo de personas y situaciones introduce en su pregón?

Hablo de esos personajes que ya no están y de algunas anécdotas que tienen que ver con la historia de Santa Brígida de aquella época.

¿Qué período recoge en su exposición?

Yo recojo desde los finales de los 50, que es la época mía de niña, hasta 2003.

Pues practicamente medio siglo.

Pues sí, se puede decir que medio siglo.

Desde pequeña tuvo vinculación con el municipio.

Yo recuerdo una cosa estupenda para nosotros, que era cuando nos llevaban al casco y siempre nos caía un bizcocho lustrado. También recuerdo el primer Florabrígida, que para mí fue un impacto. Iba con mi padre, yo era pequeña. Creo que antes incluso de nacer Florabrígida había una exposición de flores y a mí me parecía entrar en un mundo encantado.

Siempre se ha asociado al municipio con el mundo de las flores

Sí, claro. Voy a terminar con eso, con que Santa Brígida es un municipio privilegiado que tiene de todo. Es un municipio que nació del bosque, tal y como señala Pedro Socorro (cronista oficial de Santa Brígida) en su libro. Tiene unas condiciones maravillosas que se han machacado mucho, pero afortunadamente ahora es un buen momento que hay que aprovechar porque hay un ralentí en todo eso.

¿Es un llamamiento que quiere hacer?

Se lo digo a la corporación municipal, porque es la más responsable, pero también cada uno de nosotros somos responsables de que ahora la villa crezca de otra manera, que se sepa entretejer la tradición y la modernidad. Con respeto, entretejidos. Hay que concienciarse de eso.

¿Por qué es un pueblo privilegiado?

El municipio tiene una situación privilegiada entre la costa y las montañas. Por eso tiene tantos visitantes.

Se ha recuperado hasta la tradicional verbena del lechón.

Sí, también lo digo en el pregón porque, al nombrar a personas que no están, nombro a Gonzalo Medina, que fue el que instauró las verbenas del lechón, que ahora están empezando de nuevo.

¿Estamos aún a tiempo de conservar las tradiciones?

Sí, estamos a tiempo. Es una tarea difícil pero al mismo tiempo no está nada perdido. Nuestra naturaleza es tan extraordinaria que nos lo pone facilísimo.

Esta es una tierra muy agradecida.

Cuando Humboldt estuvo por Canarias se quedó tan impresionado por nuestra tierra que dijo que había que tener cuidado si metíamos la mano en la tierra porque si estaba unos minutos al poco le empezaban a salir raíces.

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