¿Cuánto tiempo ha negociado el grupo IFA con los herederos de Björn Lyng para comprarles el 50% de Anfi?
El grupo IFA, que fue el que materializó finalmente la operación, llevaba varios meses de negociaciones. Después de una serie de gestiones y encuentros con el Grupo Lyng, nuestro Consejo de Vigilancia en Alemania tuvo conocimiento de la posibilidad de adquirir Anfi y en febrero dio la autorización para seguir adelante con la operación. Tras valorar los precios y las condiciones, el Consejo de IFA tomó el acuerdo, obligatorio en la normativa alemana, de solicitar la exención de dar información pública por la incidencia que podía tener esa información en las negociaciones. Hubo encuentros y desencuentros, momentos en que parecía que se iba cerrar definitivamente la compraventa y momentos en que se temía que se iba a desechar la operación.
¿Y cuándo se resolvieron las últimas pegas?
En las dos últimas semanas se dio un acelerón a las negociaciones. Había algunos detalles complejos. Primero, porque íbamos a comprar solo una parte de un grupo empresarial y luego porque es una cadena turística en funcionamiento. Eso supone muchas dificultades respecto a la determinación de precios de activos y de capitales de las distintas sociedades.
Los 41,2 millones de euros por el 50% de Anfi parecen una cifra muy baja si se tiene en cuenta el patrimonio de esa sociedad. ¿Por qué ese precio final?
Hay que hacer una observación previa. En la compra de Anfi no hemos estado solos, la petición a la bolsa alemana de no dar información era por la alta competencia que existía. No es que hayamos estando apretando para conseguir un precio más bajo, ese era el valor en el mercado real. Como todos los grupos empresariales, Anfi tiene un activo y un pasivo que hay que analizar. Además, hay que matizar que trabaja en la modalidad de tiempo compartido, por lo que las 56 semanas de estos complejos de apartamentos ya están vendidas a un cliente. No es lo mismo que comprar un hotel.
Por lo que usted conoce, ¿en qué situación está Anfi?
Anfi tiene una situación peculiar. Su actividad principal es el tiempo compartido y los activos que tiene están casi todos comercializados. Y luego está el desarrollo que tenía previsto en el barranco de Tauro, que está sometido a ciertas condiciones en la utilización de ese suelo. Ahí, nosotros podemos aportar nuestro conocimiento para que no muy tarde se puedan incorporar esas edificaciones y poder comercializarlas por el sistema time-sharing. Es un momento de cierta ambigüedad, pero confiamos plenamente en que se va a desarrollar ese proyecto de Tauro.
Las rivalidades entre los grupos Lopesan y Santana Cazorla han acabado en más de una ocasión en los tribunales. ¿Han mejorado esas relaciones tras este acuerdo o se repetirán las disputas en el consejo de administración de Anfi?
En la operación de Anfi no hemos negociado nada con el grupo Santana Cazorla. Comprobamos que no teníamos obligación legal de hacerlo y no le comunicamos nada, porque así nos lo había pedido el grupo Lyng, que solo quería negociar lo que ellos tenían en Anfi. Con el grupo Santana Cazorla hemos tenido desencuentros, pero también acuerdos. Ahora compartiremos una sociedad al 50% y vamos a intentar gestionarla. No somos dos grupos con actividades contradictorias y los problemas, si aparecen, se resolverán.
¿Se puede pensar en una alianza más amplia con Santana Cazorla para afianzar el liderazgo turístico con un grupo netamente de Gran Canaria?
Uno de los puntos más importantes de esta compraventa de Anfi es que la explotación turística es cada vez más grancanaria. Ahora seremos dos empresas de aquí las que nos vamos a encontrar en el consejo de administración de Anfi y eso significa que los grupos canarios están copando el desarrollo turístico de nuestra Isla. Llegamos a Anfi con unas enormes expectativas y queremos aportar lo que nosotros conocemos. Y también con interés por conocer lo que está haciendo el grupo de gestores de Anfi, al que respetamos. No hemos adquirido la participación del 50% para cambiar la gestión o para modificar algo, solo para mejorar el negocio y esperamos convencerles para que, si la necesitan, tengan en cuenta nuestras aportaciones.
¿Tiene Lopesan interés en el time-sharing o es esta una cuestión circunstancial?
La base de esta operación es el time-sharing. Lo que aporta el grupo Anfi es este tipo de comercialización, que es totalmente complementaria a la actividad que nosotros desarrollamos y nos parece muy atractiva. Y no solo nosotros. El grupo Santana Cazorla entró en Anfi como consecuencia de la compra que le hizo hace años a TUI. Es un segmento de actividad turística que está en el ojo de cualquier operador que esté en Gran Canaria. El time-sharing es atractivo en sí mismo y esa la justificación de esta compra.
También se introduce Lopesan en Mogán, un municipio en el que no tiene hoteles. Se sospecha que el interés último de su grupo es entrar en el barranco de Tauro y desplazar de allí a los otros operadores. ¿Es cierto?
No. Anfi tiene la explotación del time-sharing a través de la comercialización en Anfi del Mar y luego tiene Anfi Tauro, que como digo es un complemento importantísimo que está en nuestro núcleo de actividad porque tiene un suelo calificado y por desarrollar.
Como nuevo socio de Anfi Tauro, ¿propondrán algún cambio en el proyecto previsto?
No pretendemos cambiar nada, sino aportar en positivo. Nosotros hemos valorado comprar el 50% y nos aspiramos más que a aportar y absorber conocimientos. Creemos que se están haciendo las cosas bien. No se ha negociado otra cosa.
¿Temen la opción de oro?
Cada uno tiene el 50% y la acción de oro es un instrumento que se creó en la sociedad para evitar que si había problemas no entrara en causa de disolución, algo que es hasta lógico. No tiene otro sentido.
