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Ingenio Corrección histórica en la cartografía insular

Cinco siglos de batallas en la bahía de Gando

Más acostumbrada a los combates militares que a las controversias históricas, la torre aneja al aeropuerto regresa a la actualidad

Su importancia histórica es mucho mayor de lo que su empequeñecida silueta puede hacer pensar.

Pocos se fijan en ella cuando su avión despega o aterriza en Gran Canaria y aún son menos los que recordaban su existencia hasta que esta semana el presidente del Cabildo la convirtió en protagonista de la actualidad. Antonio Morales explicó el lunes, durante un acto con la prensa, que la corporación va a proceder a corregir un fallo en la cartografía insular que había situado hasta ahora la Torre de Gando en el municipio de Ingenio porque de acuerdo con los documentos históricos debe formar parte del territorio del vecino Telde. La decisión, que no tardó en levantar ciertas suspicacias entre algunos eruditos, parece estar justificada hasta tal punto que tras una serie de informes técnicos elaborados por los geógrafos de los servicios municipales, el Ayuntamiento de Ingenio decidió dar su beneplácito a la propuesta cabildicia.

Aunque el límite septentrional de Ingenio en el momento de la independencia de la Villa de Agüimes en 1819 estaba ubicado en el entorno de la península de Gando, lo cierto es que a lo largo del siglo XIX la frontera entre los dos municipios fluctuó hasta que se llegó a un acuerdo definitivo sobre cuáles serían las marcas geográficas utilizadas para separarlos, hito que quedó referenciado en la demarcación territorial aprobada en el año 1890.

En el informe elaborado hace unos meses para valorar la propuesta de normalización de los límites municipales presentada por el Cabildo, los propios técnicos del Ayuntamiento de Ingenio citaban el documento firmado en 1956 por los secretarios municipales de Telde e Ingenio, Juan José Pérez Millán y Efrén de la Serna Guadalupe, por el que acordaban que los municipios se separaran "en la boca del barranco que dicen del Draguillo y de Aguatona, en la que confina la jurisdicción de Telde por el sur y la de Ingenio por el norte, quedando en el primero de los indicados pueblos el castillo o torres de Gando". La propuesta del Cabildo sólo corrige, por tanto, un error material en el que se incurrió durante la trasposición cartográfica de los límites administrativos y que fue detectado a partir de la digitalización de los documentos de planeamiento iniciada en 1997.

Más acostumbrada a ser protagonista de batallas militares que de controversias históricas, la torre de Gando permanece en la actualidad ajena al ajetreo del cercano aeropuerto comercial al haber quedado confinada en el perímetro de la base aérea. Pocos alcanzan a contemplarla de cerca, sólo aquellos que bajo cita previa logran concertar una visita con las autoridades militares a través de un número de teléfono que suele convertirse en fax antes de que alguien lo descuelgue. Ni siquiera destaca en los mapas de la Infraestructura de Datos Espaciales de Gran Canaria dependiente del Cabildo, ya que aparece emborronada por formar parte un área sensible, aunque al consultar la herramienta de mapas del gigante tecnológico Google sí es posible observar su planta a la orilla del mar, empequeñecida en comparación con las grandes dimensiones de las instalaciones aeroportuarias.

Importancia histórica

Esa apariencia diminuta en comparación con los hangares y las kilométricas pistas de aterrizaje no hace justicia a la importancia histórica de la torre de Gando. En realidad habría que hablar de las torres, en plural, porque en el mismo emplazamiento se levantaron desde el siglo XIV varias fortificaciones que se fueron sucediendo en el tiempo hasta que a mediados del siglo XVIII se edificó la que ha llegado hasta nuestros días.

La primera de la que se tiene constancia documental -aunque hay quien habla de una defensa levantada por las tropas enviadas por el papa Clemente VI en 1360- fue construida en 1457 por Diego de Herrera, según recogía hace más de tres décadas Pedro Cúllen del Castillo en unas notas históricas que constituyen el compendio más completo sobre el inmueble. Aquella casa de oración convertida en fuerte resultó efímera, ya que el alcaide de la torre "empezó a vejar casi constantemente a los canarios", recoge Cúllen, quienes al poco tiempo acabaron incendiándola y dando muerte a los soldados que la guardaban.

Reparto atlántico

Las recurrentes luchas entre portugueses y castellanos por el territorio grancanario impulsaron la rápida construcción de otra torre, levantada sólo dos años después de la desaparición de la anterior. Por entonces los dos reinos aún no habían firmado el tratado de Alcáçovas por el que en 1479 acabarían repartiéndose los territorios del Atlántico y sus escaramuzas en las aguas de los archipiélagos de Canarias, Cabo Verde, Madeira y Azores o en la Guinea continental eran constantes.

Hubo que esperar casi tres siglos y varios intentos británicos de saqueo para que en torno a 1741 alguien se acordara, por fin, de poner en pie la misma edificación que tras varias reformas y rehabilitaciones ha llegado hasta el siglo XXI, aunque desposeída ya del significado defensivo con el que fue construida. A finales del siglo XIX el Ejército trasladó hasta allí algunas cocinas y almacenes, aunque en 1956 recuperó cierta actividad para ser usada como polvorín. Tan sólo pasaron cuatro años antes de que cayera en el abandono más absoluto.

Que nadie se asuste si al contemplar su silueta tiene cierta sensación de déjà vu: la torre de Gando es idéntica al castillo de San Cristóbal que aguanta las mareas a duras penas en Las Palmas de Gran Canaria. Ambos comparten la planta circular, dos pisos de altura y una bóveda de ocho ángulos de sillería que confluyen en un pilar central con una explanada en la azotea en la que antiguamente se ubicaba la batería, según recogen las notas de su última restauración, realizada a comienzos de la década de 1980. Tras esa rehabilitación, dirigida por ingenieros militares con el objetivo de mantener el carácter primitivo en su exterior adaptando su interior como espacio expositivo, disfruta de una jubilación de oro convertida en Museo de la aeronáutica canaria.

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