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Montaña de Arinaga

El Cabildo propone declarar una Reserva Natural Especial que incluya la Playa del Cabrón, la Punta de la Sal y las salinas de La Florida

Anna Michaeli, una estudiante alemana de biología, recorre estos días los arenales que rodean la Montaña de Arinaga en busca de saltamontes. Junto a un colega de universidad, va removiendo los matorrales con un palo hasta que consigue hacerlos salir, observar sus saltos y determinar a qué especie pertenecen.

El saltamontes no es precisamente uno de los animales que se quieren proteger en este espacio natural del sureste de Gran Canaria, pero sí se han catalogado un total de 86 especies de invertebrados, de ellas 56 variedades de coleópteros (escarabajos) y 23 de himenópteros (abejas, avispas y hormigas), por lo que la pareja germana tiene trabajo para rato.

Para apreciar las riquezas del actual Monumento Natural hay que atravesar la localidad de Arinaga y adentrarse hasta el faro, desde donde parten varios senderos hacia el pico de la montaña y pistas de tierra hasta los arenales de la Playa del Cabrón, Punta de la Sal y Montaña Cercada. Más hacia el norte, con accesos por carretera desde la Playa de Vargas, se encuentran las salinas de La Florida y la desembocadura del barranco de Guayadeque.

La revisión del Plan Insular de Ordenación (PIO) de Gran Canaria, que se encuentra en fase de exposición pública hasta finales de octubre en las oficinas del Cabildo, propone unir todos esos lugares y aumentar su protección mediante la figura de la Reserva Natural Especial.

La consejera de Política Territorial del Cabildo, Inés Miranda, justifica esa ampliación en la necesidad de incluir en el espacio natural protegido "la totalidad del hábitat de arenales donde hay poblaciones de especies amenazadas", como el chaparro canario ( Convolvulus caput-medusae), la piñamar ( Atractylis preauxiana), el corazoncillo de Arinaga ( Lotus arinagensis), la matocosta milengrana ( Gymnocarpos decander) o la lecheruela ( Euphorbia paralias).

Una segunda razón, apunta el documento del PIO, es "incluir las laderas de la Montaña de Arinaga y las de la Playa de Vargas, que conforman junto con los espacios anteriores un hábitat estepario de especial interés, con presencia de las tres especies más significativas de este hábitat en Gran Canaria: el camachuelo trompetero ( Rhodopechys githaginea), el alcaraván ( Burhinus oedicnemus) y la terrera marismeña ( Calandrella rufescens), a la vez que se establecen los límites geográficos de este espacio".

La futura Reserva Natural, añade la propuesta del Cabildo, "alberga varias especies de invertebrados endémicas, destacando dos especies de caracoles y en especial el molusco gasterópodo denominado Theba arinagae, exclusivo de este sector de la isla".

Al sur de la Montaña de Arinaga está descrita una subespecie del lagarto gigante, el Gallotia atlántica, en su única población en Gran Canaria. "El conjunto resultante constituye una unidad ambiental y paisajística que constituye un espacio costero de gran valor biológico, geomorfológico y paisajístico", resalta la propuesta.

Ampliación

Respecto a la categoría de protección, el PIO recomienda "considerar en su conjunto la ampliación propuesta y el actual Monumento Natural y la reclasificación de dicho espacio conjunto, asignándole una figura de protección más acorde con sus valores naturales y el uso público existente (actividades deportivas y recreativas en la costa y el mar, senderismo y rutas ciclistas entre otros), y en la que se tengan en cuenta tanto las importantes tareas de restauración ambiental por realizar como la necesidad de control efectivo de las actividades y actuaciones que suponen un riesgo para los objetivos de protección".

En otro apartado, el de la integración con otros espacios colindantes y cercanos, el PIO señala que "la ampliación propuesta, junto con el Monumento Natural de Montaña de Arinaga y la Zona de Especial Conservación de Playa del Cabrón, permitiría conformar un gran espacio marítimo-terrestre de extraordinario interés y valor ambiental conjunto para el que se recomendaría también la figura de Reserva Natural Especial".

Podría incluso valorarse "la conveniencia" de completar dicho ámbito conjunto con la incorporación al mismo de la zona marina de la Playa de Vargas, la zona costera situada al norte de Montaña Cercada hasta el Barranco de Guayadeque y el tramo final de dicho barranco, donde también existe una importante colonia del chaparro canario.

Al margen de la protección de la Montaña de Arinaga, el PIO recoge otra propuesta para la Playa del Cabrón, también en el municipio de Agüimes, que consiste en declararla como Área Marina Protegida o Parque Natural.

Y es que, aparte de las especies en peligro de extinción, entre el Puerto de Arinaga y la Playa de Vargas "existe un mundo natural por descubrir para la mayoría de los grancanarios", asegura David Cáceres, uno de los propietarios del restaurante abierto hace un año en el faro, uno de los pocos edificios que están dentro de los límites de este espacio natural.

De hecho, los trece trabajadores del restaurante, el guardián de las casas de Playa del Cabrón y algunas familias de esa misma cala son los únicos vecinos fijos en la futura Reserva Natural, lo que no ha evitado una gran presión humana sobre las zonas costeras. A la cercanía de la localidad de Arinaga se suma el paso de vehículos hacia las zonas de baño y buceo. También siguen visibles los restos de antiguas escombreras.

Dentro de la zona protegida se encuentra el edificio El Caracol, que pese a sus valores arquitectónicos tiene un difícil encaje en un espacio natural, a pesar de que se intente camuflar con los colores del paisaje. Lo diseñó a principios de la década de 1960 el arquitecto Manuel de la Peña y su primer destino fue como albergue de Sección Femenina franquista. Después se utilizó como centro de alto rendimiento del Ministerio de Educación y ahora es un albergue juvenil.

La restauración del hábitat será la asignatura pendiente y desde las administraciones ya se han barajado varios proyectos, como construir un centro de interpretación en una de las laderas de la montaña. De su uso militar quedan infinidad de túneles, polvorines y hasta baterías antiaéreas, comenta David Cáceres, que considera que la declaración de Reserva Natural atraerá más visitantes a la zona.

Al restaurante del faro llegan cada día turistas extranjeros en busca de calas solitarias y gastronomía regional, pero podrían ser más con una buena información sobre los valores geológicos, la vegetación o la fauna.

Al igual que Anna Michaeli investiga a los invertebrados, los aficionados a la ornitología podrían pasarse días enteros observando aves como la calandra canaria, el bisbita caminero, el gorrión chillón, el alcaudón real, la gaviota patiamarilla, el charrán, el corredor sahariano, la cigüeñela, la focha, el chorlitejo chico y el patinegro, el zarapito trinador o el chorlito gris. Con paciencia, tampoco es complicado ver ejemplares de lagarto gigante de Gran Canaria, el común de Lanzarote, el perinquén de Boettger o la lisa rayada.

Los amantes de la flora costera tienen ocasión de ver una planta única en el mundo, el corazoncillo de Arinaga, y otras que solo existen también en Tenerife y Fuerteventura. El inventario del actual Monumento Natural de Arinaga recoge 58 especies de plantas vasculares silvestres, de las que diez son endemismos canarios y 17 macarronésicos.

David Cáceres explica que en los últimos años han aumentado los participantes en las rutas organizadas por la costa, desde las salinas de Tenefé hasta las de La Florida, y espera que se abran nuevos senderos en el futuro.

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