Con el paso del tiempo, el fraccionamiento de la tierra, la roturación del monte y el asentamiento de numerosos foráneos transformaron el citado espacio surgiendo nuevos topónimos, siendo uno de ellos el que designó parte de la antigua vegueta con el nombre de la Vegueta de Matos, en honor a la hacienda del capitán Francisco de Matos, adquiriente de gran parte de este terreno y descendiente del gran prestamista y capitán de las milicias el terorense Juan de Matos que, junto a su esposa María González, fundaría el 26 de julio de 1680 uno de los mayorazgos más importantes de la isla. Con el nuevo siglo, y el aumento de construcciones de nuevos hacendados, aquel espacio entre barrancos adoptaría la denominación actual de La Veguetilla, un caserío situado junto a la carretera del Centro, en el acceso al pueblo. Con anterioridad, en la parte alta del antiguo espacio prospera con rapidez el nuevo nombre de San Mateo con que se bautiza a la Vega Alta desde la bendición de la ermita bajo la advocación de dicho santo en 1651. La cuestión a dilucidar sería qué razón llevó a Pascual Madoz a reseñar el topónimo Tinamar en la zona. Evidentemente, Madoz recibió información de un nutrido grupo de colaboradores, tal como lo manifiesta en su libro, necesarios en la época para lograr una recopilación tan extensa y densa de todos los municipios, donde muchos topónimos se verán alterados por el desconocimiento de la zona, su lengua de origen, producto de una lectura equivocada o, tal vez, por errores administrativos, de imprenta y de anotaciones. No es de extrañar la sucesión de errores en la transcripción de los topónimos canarios como Temanfaya por Timanfaya-; Fontanal -Fontanales- Foncaliente -Fuencaliente- Lagaete -Agaete- o Tasadores -Cazadores-. O los numerosos topónimos distorsionados por una mala lectura. Al contrario de lo establecido entre el común, Madoz no dio exactamente al término San Mateo el nombre de Tinamar, sino al riachuelo limítrofe con el pueblo, titulándolo Barranco de Tinamar, desbaratando toda posibilidad de denominarse antiguamente o en ese tiempo el lugar como tal, pues ambos topónimos se solaparían en algún momento temporal.

Además, un análisis de los mapas aportados por Madoz en su prolija obra puede dar alguna luz sobre este misterioso nombre no empleado antes de él y sólo recuperado un siglo después como un elemento de singularización sociopolítica. En el mapa dedicado a Gran Canaria, grabado en Madrid en 1849 y que Madoz tomaría del cartógrafo Francisco Coello y Quesada, se observa un largo barranco que se prolonga desde el pago cumbrero de La Lechuza, dentro del entonces término municipal desde la Vega de San Mateo hasta Jinámar, desembocando en la costa por debajo del denominado Salto del Castellano. Debemos señalar que el citado barranco, en el tramo superior, linda con el pueblo de San Mateo llegando en su desembocadura hasta a una Jinámar, cuya J deformada podría confundirse con una T. No cabe duda de la gran similitud formal que se da entre ambos topónimos, aunque el primitivo lugar de Telde sí lo encontramos en otros lugares: Ginama (El Hierro) o Giniginamar, enclave de Fuerteventura cercano a Gran Tarajali. El citado barranco al que se refiere Madoz sería el conocido como de Las Goteras y su prolongación de la Cruz, el cual es tomado en su totalidad como de Jinámar o Tinamar en el mapa, y lindante, como se ha citado, con el núcleo de la Vega de San Mateo. Acaso la confusión entre Jinámar y Tinamar esté propiciada, en cuanto al cambio acentual, por la analogía con topónimo como Jacomar, Bajamar, etc.

El error de la cita perduró, pese a pretenderse derivar el topónimo del mundo aborigen y, por ende, del lenguaje líbico-bereber. Pero, aunque el nombre aborigen para la localidad de San Mateo sea, simplemente, un error de transcripción de un topónimo en el mapa, sí debe ser cierto que el prefijo Ti forma parte del vocabulario de los guanches, cuyo significado podría, según algunos expertos, ser mentón o vertiente escarpada. Y aunque creamos que Tinamar o Tinamara pueda tratarse de un guanchismo, recogido en 1981 por Francisco Navarro Artiles en su diccionario Tebenite para nombrar un monte del pueblo de Tinajo; o Tinamarzan, vocablo ya en desuso que recoge el Diccionario Ínsuloamaziq referido a un barranco de la Caldera en El Paso (La Palma), hemos de advertir que nunca, de manera autónoma, aparece el supuesto nombre aborigen o amaziq vinculado a la Vega de Arriba, sino, en todo caso, a Lanzarote. De entre los múltiples ejemplos a lo largo y ancho de Canarias, referidos a montañas, lo contienen, al menos, los siguientes: Tisalaya, Tinache, Tinajo, Tindaya, Tinamala (Guatiza), Tinisoria, Tigalate, Tiguerorte, Tijaraje, la mayoría de ellos referidos a Lanzarote, cuando San Mateo es, precisamente, un ejemplo de llaneza o vegueta fértil, donde brotaban sus dos fuentes de aguas Los Chorros y La Higuera. Además, la denominación de río en lengua árabe-bereber (al-w?di) o gua/gui castellanizado no parece ser una referencia válida para nombrar un barranco para una lengua preeuropea en Canarias, pues, en todo caso, sería de Guinamar o Guanamar.

La ocurrencia de Madoz tuvo fortuna, aunque no inmediata, pues de ella se hace eco, un siglo después, el escudo heráldico de San Mateo. El 20 de diciembre de 1955, la corporación presidida por el alcalde don Juan Pérez Rodríguez constata que no contaba con ningún emblema oficial que lo distinguiera en los documentos oficiales, tal y como ocurría con otras corporaciones, acordándose iniciar dicho expediente. De modo que el alcalde dirige un escrito, firmado junto al secretario José Luis Alabart Miranda, a la gestoría 'Las Palmas', que regentaba el abogado Antonio de la Nuez Caballero, quien, a su vez, era secretario de El Museo Canario y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Las Palmas, para que redactara "un bosquejo histórico de esta vega, presentándolo a la mayor brevedad, en unión de un dibujo, para el proyecto del blasón o escudo que, basado en los hechos más destacados de su historia, pudiera ser adoptado por la Corporación". Así, se siguen todos los trámites reglamentarios y tras diferentes idas y venidas al Ministerio de la Gobernación y a la Real Academia de la Historia el proyecto del emblema veguero se aprueba por fin. Llevará por lema, sobre cinta de oro con letras de gules, la palabra Tinamar, "única conservada aborigen en la topografía del lugar, en recuerdo de sus antiguos y diseminados pobladores". Algo incierto, pues el vocablo Utiaca se mantenía entonces. Acaso detrás de toda esta impostura toponímica haya también la inclinación de algunos de nuestros munícipes a que su municipio tenga un pedigrí denominativo que lo entronque con lo prehispánico. Tal vez por ello haya triunfado acríticamente este nombre. Lo cierto es que, tras su exposición pública, fue aprobado mediante decreto del Ministerio de la Gobernación del 21 de agosto de 1956 y publicado el 2 de septiembre de ese año en el Boletín Oficial del Estado.

El caso fue que el registro del nombre de Tinamar, como denominación antigua de San Mateo, se asentó con fuerza a partir de ese momento y fue asumido de forma general por la población. La referencia directa -y única- del topónimo al Diccionario de Pascual Madoz es inequívoca. El autor de la memoria histórica del escudo asumió que el término era aborigen y servía para designar a toda la Vega de San Mateo. Lo más normal es pensar que si ese fuera el nombre primitivo de San Mateo, tal nombre hubiera pervivido hasta la actualidad y hoy sería el nombre oficial del municipio. Así ocurrió con Arucas, Teror, Telde, Artenara y tantos otros. Pero el escudo tuvo tal éxito y tanta influencia entre la población que, a partir de él, las citas se suceden sin cuestión. De modo que al siguiente año el supuesto vocablo aborigen sirvió para nominar a una agrupación folclórica que actuaba en las fiestas patronales; y el profesor Rafael Gómez Santos, hijo predilecto del lugar, utilizaría el término Vega de Tinamar en su pregón de los festejos de 1958, voz que, sucesivamente y con orgullo patrio, repetirán los venideros voceadores. Hacia 1962 sería el equipo representativo de la lucha canaria del lugar el que llevaría el nombre; luego lo adoptaría un campeonato de fútbol sala (1979); dos años después sirvió para bautizar a una avenida y en 1982 a un campeonato de rallye slot; a una emisora de radio (1990); a una asociación de vecinos (2006) o lo toma para sí cualquier evento cultural o deportivo que se ponga en marcha. Así que esta es la historia del mito Tinamar convertido en tópico.