Un diminuto César Manrique habita a cuarenta metros de profundidad en el túnel de la Atlántida, una de las cuevas volcánicas submarinas más largas del planeta, a la que se accede desde Jameos del Agua. Dicha cavidad forma parte de un tubo que tiene su origen en el Volcán de la Corona (Haría), situado al norte de Lanzarote.

Una expedición formada por científicos de universidades estadounidenses y europeas, entre ellas la de La Laguna, realizó el pasado mes de marzo el hallazgo de una nueva especie. Se trata de un tipo de anélido (gusano), de un milímetro de longitud, perteneciente a la familia de los nerílidos. Los investigadores han decidido bautizarlo con el nombre del artista lanzaroteño, que ideó, entre otros espacios turísticos de la Isla, el centro de Jameos del Agua, para reconocer así su labor y la de la fundación que puso en marcha y fue inaugurada oficialmente seis meses antes de morir el creador, en septiembre de 1992. La Fundación César Manrique ha apoyado la trayectoria de este prometedor biólogo, Alejandro Martínez, de 24 años, con una beca para otro proyecto durante sus estudios universitarios.

El ejemplar, según explicó Martínez, fue hallado a unos setecientos metros hacia el interior de la cueva marina en una zona conocida como la Montaña de Arena. Debe así su denominación a una enorme duna que a lo largo de los siglos se ha ido infiltrando en el interior del túnel a través de un pequeño orificio y que, actualmente, alcanza más de veinte metros de altura.

El individuo encontrado pertenece al género Meganerilla y es el primero localizado en las Islas Canarias. Cuenta con sólo cinco especies más en el resto del mundo.

Martínez destacó que "el interés de la familia de los nerílidos va más allá del mero conocimiento y catalogación de la diversidad y su indudable valor en la gestión de ecosistemas protegidos, como Jameos del Agua". Añadió que, "en primer lugar, los cambios morfológicos sufridos por estas especies a lo largo de la historia de su linaje pueden enseñarnos mucho acerca de cómo funciona la evolución y de la plasticidad de los seres vivos en su interacción con el medio ambiente".

Pero además, continuó asegurando, "dada la abundancia de los nerílidos en habitáculos submarinos y otros ambientes extremos a lo largo del mundo, éstos esconden muchas lecciones acerca de cómo se originan nuevas especies y el papel de la historia y el ambiente en estos procesos". En opinión de Martínez, "estudiar éste y otros grupos, combinando las técnicas disponibles hoy en día, como está haciendo este equipo de científicos, es como si se leyera en el libro que habla sobre la construcción de la biodiversidad".

La Meganerilla de César no es el único animal con el que se han encontrado los científicos. Las exploraciones realizadas permitieron realizar nuevas citas para el complejo subterráneo de Jameos, varias de ellas inéditas dentro de la comunidad científica. Aunque todavía hace falta recopilar más material para posibilitar su descripción, algunas sí podrán ser publicadas como novedosas.

En concreto, dos especies recibirán nombre en las próximas semanas en un número especial dedicado enteramente a la expedición desplazada a Jameos, en la revista internacional Marine Biodiversity, entre ellas un anélido perteneciente al grupo de los sílidos y un remípedo. Este último crustáceo descubierto es uno de los hallazgos más importantes a nivel zoológico en el Archipiélago en los últimos años, tal y como él puso de relieve.

Los remípedos son predadores exclusivos de un tipo de cuevas marinas que, por su alto grado de aislamiento del medio marino exterior se conocen como anquialinas. Aunque son comunes en el Caribe, sólo se había advertido una especie en Canarias y otra en el oeste de Australia. Es, por lo tanto, indicó Martínez, "un hallazgo de gran valor que contiene parte de las claves para entender la distribución tan anómala que presenta este grupo de animales, que sólo están presentes en cuevas submarinas en lugares muy distantes del globo".