Ruymán de León se deshace en elogios para la dotación de bomberos del Consorcio de Seguridad y Emergencias que sobre las cinco de la madrugada del 25 de diciembre de 2011 rescató con vida a sus padres, Adolfo de León y Carmen María González, así como a su hermano mayor, José Daniel, del voraz incendio que se desató a causa de una sobrecarga eléctrica mientras dormían en la vivienda familiar, situada en Argana Alta (Arrecife).
Los bomberos festejaron ayer a su patrón, San Juan de Dios, y Ruymán aprovechó el acto de confraternización y entrega de reconocimientos que el cuerpo celebró en las instalaciones centrales del parque, para agradecerles públicamente la hazaña. Fue uno de los servicios con víctimas humanas más complicados que han realizado los bomberos en los más de 25 años de historia de intervenciones.
La rápida actuación de los efectivos y su entrega profesional, a pesar de quedarse sin aire durante su trabajo, lo que puso en serio riesgo sus vidas, fueron fundamentales para salvar al matrimonio y uno de sus hijos. A su vez, la información que les facilitaron los vecinos sobre los ocupantes que podría tener la vivienda en ese momento, fue imprescindible para poder localizar a los heridos. José Daniel, tuvo quemaduras de tercer grado y fue evacuado a Sevilla, su padre, de segundo grado, lo que requirió su traslado al hospital Doctor Negrín (Gran Canaria), mientras que su madre, fue atendida en la Isla. Ruymán no durmió esa noche en el domicilio.
Los León González han podido rehacer su vida y rehabilitar su hogar "con sangre, sudor y lágrimas y con la ayuda de familiares y vecinos que nos han hecho llegar sus donativos", dijo Ruymán.
Aunque el recuentro con los bomberos que salvaron a su familia "fue duro porque supone recordar lo que ocurrió, sin embargo, fue a su vez emotivo y muy gratificante", destacó el joven. "Ahora ya sé cómo prevenir el fuego y afrontar una situación así", aseguró.
Antes de la celebración que tuvo lugar en el parque, la plantilla acudió a la misa que ofició en la iglesia de San Ginés el párroco, Miguel Hernández.
