Es la antología del disparate, o eso parece. Desde que el 28 de marzo se convocaran las elecciones municipales, y que la Ley Electoral empezara a aplicar la prohibición expresa a cargos públicos de valerse de las instituciones para inaugurar obras y poner primeras piedras, el alcalde no aparece por ningún lado. Ni siquiera cuando visita algún barrio y se reúne con sus vecinos su nombre sale anunciado en ninguna parte. "Es que tenemos miedo a que nos llegue alguna denuncia, queremos ser exquisitos con la ley", se justificaba el lunes pasado una persona próxima al regidor.

Ese mismo día, Saavedra había ido al barrio de Lomo Blanco a mantener un encuentro con los vecinos. Lo hacía en calidad de alcalde, pero aún así no hubo convocatoria ni reseña posterior enviada a los medios de comunicación. Exquisitez al máximo, hasta el extremo. "Es que no saben muy bien cómo interpretar la ley y, por si acaso, paran casi todos los actos públicos", se quejaba otro colaborador del alcalde, a quien tantos remilgos oficiales empiezan a cansarle.

Y se cansa con razón, porque mientras el entorno de Saavedra se encarga de esconderlo "por si acaso", sus rivales políticos se hartan a reunirse con vecinos y empresarios y enviar notas de prensa hasta saturar los correos electrónicos de las redacciones denunciando y anunciando esto y aquello. Y eso que el alcalde compite contra un consejero del Gobierno de Canarias -el nacionalista Jorge Rodríguez-, su ex socia de la mayoría municipal Nardy Barrios, concejala en activo, y contra Juan José Cardona y parte del equipo actual de ediles del PP, que también van a los sitios, se fotografían y salen en los medios. "Y a ninguno de ellos le preocupa la Ley Electoral", rezonga la misma voz crítica.

Pero, erre que erre, el alcalde parece condenado a un absurdo anonimato cuando tanto se juega. Saavedra sale cada día a visitar colectivos vecinales, pero sólo éstos se enteran porque se les convoca desde Alcaldía. Pero esa convocatoria no llega a la prensa con instrucciones expresas de que sea así, no vaya a ser que el peso de la ley se le desparrame por encima.

En la primera mitad de esta semana se bordó la antología del disparate con sendos actos públicos junto al teatro Pérez Galdós y la plaza de las Ranas que casi no se convocan y, por supuesto, sin la presencia del alcalde en un nuevo exceso de pulcritud que raya el esperpento. Se trataba de la campaña de grafitis que reproducen los rostros célebres de la cultura, el deporte y el arte de la ciudad, un tema estrechamente relacionado con la mayor obsesión de Saavedra en todo su mandato y casi a lo que se ha encomendado para tratar de lograr la reelección: la capitalidad cultural europea de Las Palmas de Gran Canaria para 2016. Y él, sin estar.

Pues bien, Saavedra no sólo no fue a ninguno de los dos actos, sino que el Ayuntamiento no convocó el primero -envió una fotografía cuando ya se había consumado-, y el segundo lo comunicó el día anterior por vía telefónica y con la clara consigna de que "el alcalde, ni ningún concejal del gobierno, van a estar presentes".

El colmo de este desconcierto ha llegado al extremo de solicitar un informe jurídico que aclare qué limites poner la Ley Electoral a los actos públicos con presencia del alcalde y los concejales de gobierno. Pero ni siquiera ese instrumento ha servido para tranquilizar a la nerviosa cohorte de asesores personales, políticos y de campaña que giran en torno a Saavedra. Las conclusiones del dictamen, gestionado por el concejal Fernando Navarro, "no aclaran nada", lamenta una persona conocedora de esos papeles. Por eso, de momento no se mueve nadie y el alcalde sigue escondido.