La anécdota data de 1994 y la rememora Nicolás Guerra, vicedirector en aquella época del centro. El instituto quiso aprovechar la ilustre visita en unas jornadas científicas para contar con un jardín canario, pero a punto estuvo de chafarse la iniciativa por un alto cargo del Cabildo que encontraba más prioritario ir a almorzar que plantar ejemplares phoenix canariensis. Finalmente, ganó la cordura de la educación ambiental y el centro es el único de toda España que cuenta con un palmeral Nobel.

No es el único obstáculo al que ha tenido que enfrentarse el centro. Con casi un siglo de historia -los cumplirá en 2016-, el anecdotario da para mucho. Su propia creación, a principios del siglo XX, ya fue conflictiva. Había que salvar el famoso pleito insular y, aunque no tuvo el eco social que posteriormente hubo con la universidad, la clase política de la época tuvo que empeñarse en Madrid.

"Estoy trabajando con fe para lograr la creación del instituto de Las Palmas y cuento con el apoyo de muy ilustres personalidades de la Cámara pertenecientes a diversos partidos", escribía Benito Pérez Galdós, diputado a Cortes, a su amigo Tomás de Zárate en una carta fechada el 6 de abril de 1914. Las gestiones del escritor, apoyado por otros próceres grancanarios y por el propio Cabildo insular, dan sus frutos. En 1916 se crea el instituto. Ningún joven tendrá que marcharse ya a Tenerife para obtener el título de Bachiller.

Doscientos alumnos abren la primera matrícula del centro. Los catedráticos cobran 21,4 euros al año -3.500 pesetas de la época- a excepción de los de Religión y Gimnasia, cuyo estipendio anual se sitúa en 9 euros -1.500 pesetas-. Los primeros costes los sufraga la institución insular hasta que en 1920 pasa al Estado.

El centro, el único público en la Isla hasta que se abrió en 1966 su homólogo femenino Isabel de España, no será ajeno a los avatares históricos a pesar de cambiar varias veces de edificio y de llegar a albergar a más de 2.000 estudiantes en los años 80.

"Ingresé en 1961, con once años. Durante tres cursos fui alumno de matrícula libre al igual que gran parte de los muchachos de los pueblos de la Isla. Luego fui alumno oficial. En esta época, formábamos en el patio y rezábamos antes de subir a clase. También existía la figura del padre espiritual", recuerda José A. Luján, quien en 1973 volvió al centro aunque ya como maestro. Allí sigue.

Entre sus muros batallaron los Profesores No Numerarios (PNN) por su categoría laboral y los alumnos por sus derechos. Pero también se cocieron múltiples iniciativas pedagógicas como la revista Tribuna Joven, la implantación de cuatro idiomas, la reforma educativa de la Logse, el turno de noche, el grupo de cine GRAN. Toda una gran historia que el centro se ha propuesto sacar a la luz y compartir con la ciudadanía en 2016.