Juan Betancor acudía todos los días con su vehículo, un auto bar, al muelle pesquero del puerto de La Luz y Las Palmas. Inició su andadura comercial en 1962, vendiendo bocadillos, refrescos y cafés a trabajadores locales, como portuarios y marineros. Esta actividad cogió fuerza y dio su fruto con la creación de un negocio, que tras varias reformas y distintos emplazamientos situados dentro de los límites de la ciudad portuaria ha dado lugar al restaurante El Muelle 2010. En la actualidad es gestionado por su hijo, Diego Domínguez, y se ubica en la plaza Mister Joly.

Betancor comenzó a trabajar con apenas diez años y sus constantes labores provocaron que se hiciese cargo de gestionar en 1982 la primera estación marítima en La Luz y Las Palmas. Posteriormente, en 1991, inauguró el bar cafetería de la dársena exterior que abría 24 horas -se trataba del primer comercio de este tipo en las Islas Canarias-, y ofrecía su servicio tanto a trabajadores como a viajeros que hacían escala en la capital grancanaria. Pero no fue hasta hace trece años cuando Juan Betancor aspiró a su proyecto más ambicioso y gracias a su tenacidad reformó el local para convertirlo en un restaurante cafetería.

Durante más de sesenta años este empresario estuvo ligado a la vida del puerto de La Luz y de Las Palmas. Cuando falleció, su hijo Diego se responsabilizó de sacar el negocio adelante y ha sido testigo de la evolución imparable de este rincón situado a los pies del paraje natural de La Isleta.

Antes, el restaurante estaba en el límite del muelle, solo había "un muro" a su lado, recuerda Diego. Y ahora yace junto a una de las principales rotondas desde la cual uno puede poner rumbo hacia el dique de La Esfinge o al del Reina Sofía, entre otros.

"El puerto de La Luz es un gran desconocido para el ciudadano", sostiene el actual propietario. Para él, gran parte de los residentes isleños desconocen las entrañas de este mundo paralelo el cual goza, en palabras de Domínguez, "de una gran seguridad". Esta es una conclusión que surge tras los viajes que ha realizado por medio mundo y que le han permitido contrastarlo. "Aquí nadie toca nada. Además, no hay tirones como en otras zonas de la ciudad", dice.

Por otra parte, afirma la importancia de las plataformas petrolíferas en la actividad empresarial de los negocios del muelle capitalino. "Tan solo una de ellas al año deja más dinero que los cruceros", señala, e insiste: "Con una plataforma comemos todos".

Además de administrador, Diego es el chef del restaurante. Entre sus especialidades destaca la suculenta sopa "que es casera". Aparte de ofrecer platos a precios asequibles, el actual edificio cuenta con una sala en la segunda planta para comidas entre empresarios. Todas las comodidades que el local dispone en la actualidad han sido el resultado del esfuerzo que esta familia ha desarrollado para ofrecer el mejor servicio al consumidor.

Domínguez considera que tener un negocio en el puerto supone un doble sacrificio económico: "Hay que pagar los impuestos al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y a la Autoridad Portuaria de Las Palmas". Aspecto que, en esta época de crisis, pesa mucho en los empresarios locales.

Pero aprecia la fidelidad que muestran sus clientes con sus productos. "Algunos vienen de la primera época", apunta el administrador, y añade: "Hay uno que viene desde El Sebadal a tomar café". Este producto es natural del municipio de Teror "y no se encuentra en supermercados ya que solo se comercializa en el sector de la hostelería", concreta.