Con 48 años, José Ramírez se quedó en paro. Trabajaba de encargado de una gasolinera cuando en medio de la crisis se vio sin empleo por un reajuste en la plantilla. No bajó las manos. "Hice un grado superior de mantenimiento de instalaciones térmicas y de fluidos", comenta. Después se inscribió en numerosos cursos hasta que acabó en uno que organiza el Cluster Marítimo de Canarias para cualificación de técnicos profesionales con la finalidad de que trabajen como jefes de equipo en el sector de reparación naval y su industria auxiliar. "Lo hice porque tenía prácticas en empresas", agrega. Ello le ayudó para probar en Astican. Ahora, cuatro meses después, está contratado para el servicio de prevención de accidentes". Es uno de los ejemplos de profesionales sin empleo que han visto en el sector portuario una salida laboral.
A Carolina Bello, con 29 años y natural de Las Palmas de Gran Canaria, siempre le ha interesado la actividad portuaria. Había estudiado Ingeniería Industrial, pero su carrera laboral había girado en torno a la hostelería antes de unirse a las jornadas lectivas del Cluster. Las prácticas le ayudaron a empezar en la empresa Busquesteel, situada en El Sebadal y relacionada con las reparaciones navales. Tras el periodo de aprendizaje, logró un puesto. Para ello también contó el máster de prevención de riesgos de laborales que había realizado en la ULPGC.
El más joven es Adrián Santana. A sus 23 años, había trabajado como repartido de pizzas y en una tienda de telefonía móvil. "Estaba en paro y me llamaron para hacer el curso, que realmente lo hice porque no encontraba trabajo", indica. Los dos meses de clase y trabajo práctico "me sirvieron para abrirme las puertas en el Puerto", afirma Santana, que ahora es empleado de Rodritol, un sociedad especializada en la reparación y mantenimiento de máquinas eléctricas para el sector industrial y naval.
Santana reconoce que nunca pensó en buscar trabajo en el recinto portuario. "No era mi objetivo pero realmente porque tampoco había indagado donde estaba el trabajo; ahora que lo veo desde dentro no creo que salga de este sector", afirma. Aunque participó en el curso para jefes de equipo en el sector de reparaciones navales y su industria auxiliar, su futuro gira en torno a otra especialidad. Con un grado medio de equipos electrónicos de consumo, aprovechó las prácticas para dar a conocer su faceta como electromecánico, que es de lo que está empleado en Rodritol.
En el caso de José Ramírez, su labor se centra en evitar accidentes. "Estoy controlando lo que es la maniobra, maquinaria, grúas, personal de tierra y demás", dice. "Tengo que conseguir que se apliquen los sistemas de prevención pero al mismo tiempo que hagan los trabajos", agrega. Llega a este puesto después de una formación variada durante los cuatro años que estuvo como desempleado. "Lo que hice era que, como me gustaba el tema de mantenimiento en la estación de servicios, dije que me iba a enfocar por ahí". Primero se formó como profesional de instalaciones solares térmicas y luego se tituló en el centro de FP de San Cristóbal.
Reconoce que lo más duro fue "cuando en 2014 acabé el ciclo". "Pensé", añade, "que con eso iba a resultar más fácil encontrar trabajo, empecé a echar currículum, pasó un año y no encontraba nada". Entonces "surgió el curso de Cluster". Y ahora se ve en una situación que hace apenas unos meses ni se imaginaba: "Me han surgido tres ofertas de empleo más, pero me he quedado aquí porque me comprometí con mi jefe, es un puesto nuevo y me está resultando gratificante", asegura este aldeano.
Ese mismo sentimiento refleja Carolina Bello. "Me gusta mi trabajo y estoy muy a gusto con la empresa". Y asegura que recomendaría realizar cursos con prácticas en empresa, aunque advierte: "A veces pasa que muchos después de las prácticas accedemos a un trabajo, aunque en otros casos no suele ser así".
