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Navidad Belenes del mundo

Todos los caminos llevan a Belén

Una vecina de Altavista monta un nacimiento gigante en su casa - Cada vez que realiza un viaje se trae un belén de recuerdo y ya acumula 380 de diferentes países

Uno de los belenes más curiosos que tiene Loly es uno en que María da el pecho a Jesús

Loly Martín, vecina de Altavista, ha llevado la tradición del belén a un nivel completamente nuevo, algo superior. Loly, como quiere que la llamen, lleva montando y acumulando belenes más de 45 años. No es que antes no lo hiciera. Desde pequeña le enseñaron a montar el nacimiento como una costumbre de las fechas navideñas. "Se están perdiendo los valores tradicionales", asegura Loly, "ya no se enseña religión", añade. Motivo por el cual le gusta tener más belenes cada año y construir uno central, muy grande, que ocupa todo el salón principal.

Para entender la dimensión a la que Loly transporta su casa en las fechas navideñas harían falta varios volúmenes. Su casa está tomada por belenes desde los primeros días de noviembre, cuando todos sus esfuerzos se centran en constituir el hogar navideño por excelencia. "El belén principal lo empiezo a montar a principios de noviembre", comenta Loly, que, cuando termina tal hazaña, invita a toda la familia para celebrarlo. "A finales de mes nos reunimos todos y hacemos una representación teatral y se inaugura oficialmente el belén", cuenta su artífice. El nacimiento que preside su casa tiene una dimensión de cuatro metros de largo por dos de ancho. En ese espacio se representan hasta 11 escenas a las que no les falta detalle.

Con ellas, Loly ha plasmado el mercado de Jerusalén, la carpintería de San José, la presentación en el Templo, la anunciación a María, la matanza de los inocentes, la anunciación a los pastores, el castillo de Herodes, la huida a Egipto, la búsqueda de la posada, el nacimiento y, como novedad de este año, la escuela. Y es que Loly intenta que su gigantesca obra ofrezca algo nuevo cada año. "De momento llevo seis años haciéndolo de estas dimensiones", explica.

Todo comienza en noviembre, cuando diseña un pequeño croquis que va modificando según va construyendo la escenografía navideña. "Aunque tenga el plano después lo voy haciendo como va saliendo, no todo sale como lo planeado", detalla.

El montaje de semejante nacimiento llevaría su tiempo. Otros trabajan meses, pero Loly despacha la tarea en una semana escasa. Las figuras las manda a encargar a Murcia por catálogo, y cada año añade una pieza nueva a su colección. Además, ella misma monta todos los elementos, desde las figuras y el relieve hasta el agua y la instalación eléctrica. "Más de cuatro veces me he llevado un calambrazo", asegura entre risas.

Una vez visto el portal principal, Loly muestra el resto de su colección particular. Y es que tiene hasta la escalofriante cifra de 380 belenes distribuidos por todos lados, desde imanes en la nevera a pequeños nacimientos en las escaleras, azotea, cocina, baños, cuartos. Ninguna habitación se libra de la decoración de Loly. "Llevo un censo de todos los que tengo por la casa", comenta. Su censo particular no para nunca de aumentar ya que por tradición familiar le regalan un belén por Navidad. "Cada año la colección aumenta en seis ejemplares", relata.

Loly tiene tantos belenes que en muchos casos no se acuerda de dónde provienen. En cada viaje que realiza, "suele ser uno al año", comenta, se trae consigo una representación del país que visita. Tiene nacimientos de Rusia, Kenia, Brasil, México, EE UU, Croacia, Etiopía, Italia, Jerusalén y demás países, que la lista no es corta. Su última adquisición proviene de Namibia, donde Loly pasó las vacaciones el pasado verano. También sus familiares la obsequian con uno cada vez que realizan un viaje. "Conmigo lo tienen fácil", comenta, "saben el regalo que me tienen que traer".

Loly hace el belén, y reparte otros tantos por la casa, para que la tradición y los valores de antaño no se pierdan. "Desde que era pequeña lo hago", subraya. "Es una tradición que se está perdiendo", afirma. Las escenas que recrea transportan a uno a su época de niñez y a las reuniones familiares, cosas que, según Loly, no se hacen en la sociedad actual. "Es mi manera de luchar por los valores", añade. En su casa hay belenes de barro, madera, cristal, Lladró, cera... la lista también es larga. También hay un nacimiento hecho con Playmobils y otro de Pin y Pon.

Lo curioso, más allá de la cantidad de belenes que tiene Loly en su casa, es la decoración de la misma. Su transformación en un hogar navideño podría ser digno de un plató de Hollywood. Pocos reconocerían el interior de la casa sin la decoración navideña o viceversa. "Cambio absolutamente todo", cuenta, "los cuadros, los muebles, todo", insiste. Los relojes son belenes, tiene libros que se convierten en nacimientos y otras fantasías de los belenistas. "Hay gente que me llama la loca de los belenes", confiesa Loly, que lejos que tomárselo mal se ríe del apelativo. El único lugar donde no hay ningún nacimiento es en el garaje, que es donde los almacena cuando los retira.

La casa no pierde su encanto cuando la decoración navideña desaparece, ni mucho menos. Loly retira los 380 belenes a mediados de enero. Pero solo para dar paso a la decoración de San Valentín, "y a veces la carnavalera", añade. Declara que es parte del encanto de su vivienda, que siempre está preparada para celebrar el acontecimiento con su familia.

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