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Vecinos y profesionales de Perojo apoyan la revisión de la protección de las casas

Resaltan la necesidad de flexibilizar las normas para reformar los inmuebles - Los residentes piden facilidades para mejorar la accesibilidad e instalar ascensores

Operarios lijan las maderas del quiosco modernista de San Telmo. ANDRÉS CRUZ

Vecinos, profesionales y comerciantes de la calle Perojo y su entorno coincidieron ayer en aplaudir la revisión de la protección de las 175 casas que están catalogadas en la zona, un proceso que acaba de iniciar el Ayuntamiento capitalino. Plantean, sobre todo, la necesidad de que se flexibilice la actual normativa para que rehabilitar o reformar una casa catalogada no se convierta en un calvario. Todos los consultados conocen al menos un caso de un edificio, cuyo dueño se las vio y se las deseó para sacar adelante su reforma y demandan facilidades para resolver la falta de accesibilidad de las viviendas y eliminar los problemas a la hora de instalar ascensores. Más preocupada por la rebaja de la protección de las viviendas se muestra la diseñadora Nuria González, cuya tienda está en Cebrián, una calle que forma parte de las rutas turísticas de la ciudad, igual que Perojo y el casco histórico, debido a la belleza de sus fachadas. "Quedan pocos edificios de la arquitectura tradicional. Está todo muy transformado y se ha tenido muy poca delicadeza a la hora de renovarlos. Yo creo que se debería respetar las fachadas y el conjunto de la casa, si está bien conservada, claro -otra cosa es que se esté cayendo abajo-, porque llegará un momento en que pasará como en el paseo de Las Canteras, que sólo quedan tres edificios antiguos". No opina lo mismo el comerciante Juan Miguel Frade, responsable de una tienda de delicias ibéricas en la calle Murga. Cree que se puede hacer compatible la protección de los edificios con su rehabilitación.

Efecto contrario

"Si le ponemos a los edificios un nivel de protección muy alto, lo que consigues es el efecto contrario. Muchos están abandonados porque no se pueden tocar. Lo importante es darle uso a las casas", considera el arquitecto José Luis Medina Miranda, quien advierte: "una casa que no se habita se estropea. Esa exigencia de mantener la primera o la segunda crujía y los patios lo que provoca es que la gente no haga nada". El técnico, que tiene su estudio en una casa antigua de la calle Pedro de Vera, muestra como ha respetado la esencia antigua de la casa, con sus techos de madera, la vieja escalera y la fachada y el balcón de celosía de hierro fundido. "No tenía protección, pero la dejamos como estaba. Bueno, la dejamos mucho mejor, porque hoy hay técnicas y materiales que te permiten reproducir su antigua esencia", sostiene. Reconoce que la falta de catalogación de la casa le ahorró multitud de problemas y de trámites burocráticos.

Justo lo contrario de lo que pasaron los dueños del inmueble de la calle Perojo número 29, que tardaron más de cinco años en montar su negocio desde que compraron el edificio en 2007. "La casa estaba hecha polvo. Nos llegaron a poner una sanción, porque no se podía tocar nada de la fachada ni del interior", recuerda una empleada, que prefiere permanecer en el anonimato y olvidar el calvario burocrático y demoras sufridos hasta que consiguieron sacar adelante el proyecto.

Para Medina Miranda, una cuestión básica que el Ayuntamiento tiene que facilitar es la mejora de la accesibilidad. "En casi todos los edificios con un alto grado de protección, la accesibilidad es complicada. A lo mejor hay que poner un ascensor y ocupar un patio. Se deberían dar facilidades porque hay edificios en los que no se utiliza la tercera o cuarta planta porque el acceso es malo, las escaleras son estrechas. Además, la rehabilitación mueve la economía", destaca.

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