Cuando Arístides Tite Fernández (Montevideo, 1950) llegó a Tenerife en 1976 lo hizo con Lucho Arzarello, "más que un amigo, un hermano". Escapaban de un país que vivía una convulsión política liderada a la fuerza por el dictador Juan María Bordaberry. El 27 de junio de 1973 se produjo un golpe de Estado en el país y esa misma noche comenzaron doce años de dictadura. En las cárceles uruguayas murieron un centenar de presos políticos y 200 personas desaparecieron. Como entenderán en ese ambiente caótico, con un país sin futuro, es cuando Tite y Lucho tomaron conciencia de que no vivían en el territorio más atractivo del mundo para dedicarse a aquello de lo que sabían, la música. Los chicos reunieron cuatro perras pensando en largarse, pero entonces se cruzó en el camino un joven poeta canario, Juan Jiménez Santana, que desde El Carrizal había viajado varias veces a Uruguay. Allí tuvo la oportunidad de conocer a Tite y a Lucho y de escuchar la música que ellos interpretaban. "Por aquellas fechas no había que explicar mucho las causas por las que queríamos irnos, claro", cuenta Tite.

Si dice que cuando Jiménez le habló de viajar a las Islas Canarias él no sabía ni dónde estaban, hay que creerle. "Primero llegamos a Tenerife y al poco tiempo empezamos a tocar en un pub que se llamaba La Tapera, en la plaza del Cristo. Allí conocí a personajes del mundo de la música, especialmente a Manuel Luis Medina, El minuto, gran músico, mejor persona, que nos ayudó mucho en los inicios. Más tarde a todos los que formaban parte del mundo bohemio y reivindicativo de la época, cuya vida se desarrollaba en aquellos pubs y locales que tenían un sabor especial", rememora. De esos años este uruguayo recuerda a Julio Fajardo, Elfidio Alonso y a tantos otros con los que compartió noches memorables tocando a Silvio, Pablo, Serrat, José Carabajal El Sabalero, Zitarroza y muchos más. Pero en Tenerife vivirían sólo ocho meses. Estaba escrito que su destino de emigrante era Gran Canaria donde ya han nacido sus dos hijas, Ariana y Paula, de 25 y 16 años, respectivamente.

No hay local en Las Palmas de Gran Canaria en el que no haya tocado Tite, pero para él hay tres nombres mágicos de las noches que vivió. SonLa Carreta, Tambanova y Candombe, luego rebautizado como Medio Mundo. En ellos tocaron él y Lucho durante varios años y Tite también lo hacía a su vez en El Encuentro, sala que abrió en 1974 en el paseo de Las Canteras y que, cuando los músicos llegaron a la Isla, ya agonizaba. Los De La Banda Oriental que formaron Tite y Lucho ha sido un referente para casi dos generaciones amantes de la llamada música suramericana de raíz folclórica, en este caso del Cono Sur.

Ellos dos, en sus actuaciones, nos enseñaron géneros musicales como la chamarrita, las milongas uruguayas, los gatos y sobre todo, el candombe. Desde mediados de los setenta, la banda hizo sonar esos ritmos que recordaban a Alfredo Zitarrosa, al grupo Los Olimareños de Uruguay y, cómo no, los tangos. Porque Tite siempre ha interpretado tangos y con una maestría y limpieza. "El tango es rioplatense, o sea tanto de Argentina como de Uruguay. De hecho, existe una teoría de que la palabra tango, viene de los negros uruguayos y que significaba reunión.

Tite, magnífico guitarrista, aprendió a tocar la guitarra con su abuelo, que "con ochenta y pico años aún la manejaba que era un primor". Autodidacta, con 12 o 13 años, Tite le daba clases a sus amiguitos y de eso vivía; pero la vida le tenía guardada una sorpresa porque la música que le enseñó el abuelo se convirtió, y lo dice agradecido "en la llave de la despensa de la casa y en el llavín para acceder al lujo de la amistad auténtica". "¿Si me siento canario?, bueno, soy de Uruguay pero he sido tan feliz en estas islas, he amado y he vivido tan intensamente que incluso en épocas malas eso tan conocido de 'se cierra una puerta y se abre una ventana' se hizo realidad. La llave de la que hablo y el amor de los canarios me han ayudado mucho", añade.

Los que tienen autoridad musical para decir que tanto Tite como Lucho, Alberto Dogliotti, fallecido y siempre recordado, Tomy, y un largo etcétera, son artistas que divulgaron una música determinada que caló en la sociedad grancanaria saben lo que dicen. "Amamos la música de una manera apasionada", destaca.

Explica Tite que "en las Islas crecimos con el folclore de nuestra infancia uruguaya pero también hicimos nuestro el suramericano gracias a músicos como los que menciono". Cuando el amigo dice con modestia, virtud que hoy cultivan pocos y que en este guitarrista es un adorno más, que muchos de los personalidades que hoy ocupan cargos de importancia en la vida social y política de Canarias han cantado y compartido noches y tardes de complicidad con él, al arrope de su guitarra, no miente. Conoce sus caras pero no sus nombres, "los quiero como amigos y los amigos no piden favores. Me interesan ellos no sus cargos". Y la lista es interminable, claro.

Su actualidad está vinculada a la música, en este caso a la enseñanza y a la dirección de grupos "y si el día tuviera más horas, más alumnos tendría". Despojado de vanidades, la crisis y el cierre de locales le afectaron pero Tite, superviviente nato, ha encontrado en la calle, en terrazas de moda, escenarios en el que canta toca y es feliz. "Tocar en la calle, ver como un niño se acerca y mira fijamente el movimiento de los dedos o sigue el ritmo, me emociona. Tocar en la calle me ha servido para descubrir otro público, siempre agradecido, y recuperar amigos con los que viví las mejores noches de Las Palmas de Gran Canaria, de eso hace ya hace algunos años. La crisis ha hecho estragos en la música en vivo, no hay duda", reconoce.

Nunca le falta trabajo; además de tocar en la calle Tite ha sembrado tanto que lo llaman para actuar en fiestas privadas de amigos en los que el uruguayo regala momentos maravillosos. Silvio, Milanés, uno de sus preferidos junto a Serrat, Aute o Zitarrosa. "Es muy gratificante ver como en esos casos ellos y yo nos alegramos de vernos. Creo que el crédito y la seriedad todavía se valoran y yo procuro no fallar", expone. Lo suyo es una historia de amor y así lo declara. "Amo la música, la vivo y quienes están conmigo, también. La música es universal, el vehículo más eficaz para hacer amigos porque a nadie le pertenece. Se mueve y suena en un patio común; tengo la suerte de vivir de lo que me gusta".